La UE vive su arranque de curso más agridulce
Juncker insiste en que, aunque la legislatura termina, queda "mucho por hacer" siendo la lucha contra los populismos uno de los grandes retos.
Ante cualquier virus, primero conviene evitar el contagio. Para evitar la epidemia, aplicar las vacunas y los tratamientos, si son conocidos, claro. Esta es la situación de la UE frente a sus demonios: partidos ultra que representan su antítesis y que han pasado de ser una amenaza a una suerte de enfermedad que va alcanzando a algunos gobiernos de Europa. Nadie sabe exactamente cómo evitar que las elecciones europeas del año que viene sean una fiesta ultra, pero los líderes de la Eurocámara se han esforzado por presentar algunas propuestas en esta incierta recta final de legislatura.
El presidente Jean Claude Juncker ha aparecido algo desmotivado, dejando ver su lado más burocrático. Menos enérgico que en otras ocasiones. Ha recitado las buenas noticias que en ocasiones parecen serlo sobre el papel. Que la UE acumula 21 cuatrimestres consecutivos de crecimiento económico; que el desempleo baja reiteradamente (12 millones de puestos de trabajo nuevos desde 2012); que el euro es la segunda moneda de referencia mundial tras el dólar; que Europa es un gran bloque comercial que tiene acuerdos con 70 países del mundo...
Buenos datos (sobre el papel)
Los buenos datos de Juncker parecen ir por un lado y la política del continente por otro. Las cosas están tan mal que en los pasillos de la Eurocámara se ha celebrado como un mal menor que la ultraderecha no alcanzara el 20% de los votos en las recientes elecciones celebradas en la admirada Suecia. Italia, tercera economía de la zona euro, está gobernada por la xenófoba Liga de Salvini y los populistas de Cinco Estrellas. Hungría y Polonia llevan años desafiando los valores europeos con gobiernos ultra al frente.
"Hay una sensación muy grande de final de etapa, del cansancio que hoy ha escenificado el discurso de Juncker", explica Jonás Fernández, eurodiputado socialista, a El HuffPost. "Durante años hemos dado tantas cosas por sentado y no nos hemos dado cuenta del riesgo real de que todo se desplome, la UE y nuestras democracias, pero ahora debemos ser capaces de librar un combate electoral exitoso con estos populistas", se lamenta Fernández. "El discurso ha sido sólido, pero ha pecado de autocomplacencia, como insinuando que la crisis ha pasado cuando está muy presente en muchos ciudadanos", explica a este medio Javi López, eurodiputado del PSC.
Sorprendentemente, los ultras, habituales alborotadores de este tipo de debates, han estado más calmados y contribuido al estado apático de esta solemne sesión. Muchos de ellos ni siquiera han estado presentes en el hemiciclo, como sí estuvieron el día anterior para jalear a uno de sus gurús, Viktor Orbán. "Deben pensar que Juncker, en retirada, no es ya su objetivo", sugiere Javi López.
"Ha sido soporífero. Es la escenificación de la derrota de Juncker y su Comisión. Faltan propuestas concretas, y las pocas que ha habido sobre la inmigración nos recuerdan cómo están copiando el discurso de la extrema derecha. ¡Le están dando la razón a Salvini!", explica a El HuffPost Miguel Urbán, eurodiputado de Podemos.
Juncker ha propuesto aumentar la vigilancia de las fronteras europeas, con 10.000 efectivos más. La sensación de alarma con la inmigración está en la política nacional de casi todos los Estados Miembros y ha calado en la opinión pública, a pesar de que las estadísticas apuntan distinto: si en el 2015 llegaron a Europa más de un millón de personas, en lo que va de 2018 se han superado apenas los 50.000.
Una portada reciente de New York Times se lo preguntaba en estos términos: "¿qué crisis migratoria?", junto con dos fotos de la estación Keleti en Budapest (colapsada en 2015 y vacía en 2018).
Viktor Orbán, el primer ministro húngaro, lo tiene claro. "La inmigración va a ser el tema central de las elecciones europeas del año próximo y el Partido Popular Europeo debe cambiar su política favorable a la inmigración por una que defienda las fronteras", ha dicho en una rueda de prensa a su paso por Estrasburgo.
Con la mente puesta en las elecciones europeas
En el debate han destacado dos discursos por estar ya en campaña de cara a las europeas. Guy Verhofstadt, líder de los liberales, ha asumido el legado de la Comisión Juncker y ha prometido construir un movimiento europeo que plante cara a los Salvinis y Orbáns y ha citado expresamente el discurso de la Sorbona de Macron. El problema que es fuentes de Ciudadanos en la Eurocámara reconocen que la operación para crear esa plataforma con Macron y los liberales no está cerrada.
Orbán, una pesadilla para el Partido Popular Europeo
Por otro lado, el alemán Manfred Weber, líder del Partido Popular Europeo, ha actuado ya como precandidato para alcanzar la presidencia de la Comisión Europea el año que viene. Ha ironizado sobre la falta de alternativa económica de la socialdemocracia europea, pero tampoco ha sido para Weber su mejor mañana. Tenía a Orbán en la cabeza.
Precisamente la espinosa cuestión húngara ha eclipsado el debate del estado de la Unión. El Parlamento Europeo ha dado luz verde para que se active el artículo 7 del Tratado por vulneración de los "valores fundacionales de la UE" por parte del gobierno húngaro. una buena noticia para las fuerzas europeístas que quieren trazar una línea roja frente a quienes tratan de erosionar la democracia.
El Partido Popular Europeo ha quedado dividido, votando unos a favor y otros en contra. Muchos se han abstenido. Orbán es miembro del PPE y ha ganado recientemente las elecciones con un respaldo de casi el 50% de los electores.
Los eurodiputados del PP españoles también han quedado divididos. La mayoría se ha abstenido, pero tres de ellos (Carlos Iturgaiz, Pilar Ayuso y Gabriel Mato) han votado en contra, es decir, rechazando que se tomen medidas contra Viktor Orbán. Curiosamente, Esteban González Pons, su jefe de delegación, también presente en el hemiciclo, ni siquiera ha pulsado el botón para votar.
"Es un suicidio para el Partido Popular Europeo [PPE] apoyar un informe que ha elaborado una persona radical de izquierdas que sólo persigue hacer daño al PPE. Orbán es parte del PPE", ha explicado Iturgáiz a El HuffPost en relación a la ponente del informe, la eurodiputada verde holandesa Judith Sargentini.
Las tensiones en los conservadores son la antesala de una campaña europea en la que el PPE tendrá que decidir si combate o se asocia con las fuerzas de extrema derecha y sus discursos migratorios. Un dilema que ya ha tensionado al gobierno de Berlín. Lo ha puesto al borde del colapso.
Las palabras finales de Juncker han sonado a despedida: "Europa fue el amor de mi vida. Todavía quiero a Europa y lo haré para siempre". También han sonado algo resignadas, como quien evoca un amor irracional respecto a algo que ha cambiado. Como resume Pol Morillas, subdirector del Cidob, "las elecciones europeas deben mostrar que la UE deja de arrastrar los pies". Hoy se han arrastrado de forma apática en la Eurocámara. Quienes recogerán el testigo de Juncker la primavera próxima deberán salvarla de los Salvinis y Orbáns.