La tele que parió al 'Yoyas', que lo jaleó, que le pagó, que lo crio
Aquel concursante de 'GH 2', está en busca y captura. Ha de ingresar en prisión por una sentencia que lo condena a seis años por maltrato a su ex pareja y a sus hijos pequeños.
Carlos Navarro, ‘el Yoyas’, aquel concursante de ‘GH 2’, está en busca y captura. Ha de ingresar en prisión por una sentencia que lo condena a seis años por maltrato a su ex pareja y a sus hijos pequeños. Acabo de escuchar los audios que ha hecho públicos su es mujer, Fayna, y estoy aquí para repasar de dónde sale y recordar que fue la tele quién lo dio a luz, quién lo alimentó, (con el palmeo del espectador), quien le rio las gracias, quien le dio bola, quien lo jaleó, quien le pagó, quien le quitó hierro a sus arranques violentos. Y los demás lo vimos tranquilamente repantigados en el sofá. Vamos allá.
En 2001 fue aceptado en la segunda edición de Gran Hermano, ese reality que había empezado como un fenómeno sociológico. En ese concurso, Carlos Navarro,- alias el Yoyas por una famosa frase pronunciada por él, “te voy a pegar dos yoyas”,- tuvo un comportamiento violento delante y detrás de las cámaras con otra compañera concursante, Fayna Bethencourt, con la que se emparejó, y con la que pese a eso, se casó tiempo después, y a la que, en la línea normal de su temperamento maltrató física y verbalmente durante años. A ella y a los dos hijos, que, contra todo pronóstico, tuvieron en común. En aquella edición de GH tuvo lugar el primer edredoning de la historia, protagonizado por otros dos concursantes, Eva Paz y Emilio Lozan, que finalmente se casaron en una boda de mentiras, en la tele, con todos los compañeros de invitados. No puedo asegurar si Fayna y Carlos también tuvieron su sesión bajó el edredón, para eso me tendría que visionar todos los programas y como imaginareis, PASO. Sí, sé lo que estáis pensando, menuda mierda de información ocupa tu cabeza, Mariola. Cierto, pero me viene bien para poneros en situación.
No sé si hubo edredoning, insisto, pero lo que sí hubo, y yo lo pudimos contemplar todos en aquel momento fueron estas dos escenas:
- Interior casa. Guadalix. ‘El Yoyas’, 24 años, lanza contra la cama a Fayna. La joven de 22 años acaba con la espalda enrojecida. Se vendió como un juego casi.
- Interior casa. Habitación. ‘El Yoyas’ coge del pelo a Fayna y le pega un buen tirón. Lo acompaña de gestos iracundos. A continuación, él le dijo: “Te estoy pegando de cachondeo”. Y ella le contestó: “¡Si casi me partes la oreja!”.
En ese GH2, que arrancó un 18 de marzo, todo valía aún, por eso esas dos escenas broncas, (hace solo 20 años de eso, era ya una tele adulta, en plena democracia, pero bueno) pudieron tener lugar sin que nadie de los cien mil cámaras, redactores, responsables, editores, montadores, jefes, que estaban al otro lado contemplándolo todo, grabándolo todo, hiciera nada. ‘El Yoyas’ solía golpear el mobiliario, las paredes, solía gritar, mostrarse gallito con todos, irrespetuoso, airado a todas horas.
Tras esos dos episodios con Fayna, a primeros de abril, apenas dos semanas después de arrancar el espacio, fue “reprendido” en aquellos famosos momentos de confesionario. Hay que ser pacífico, le vinieron a decir, como advertiría uno a un niño que se ha peleado con su hermanita. El caso es que hubo que esperar varios días, el 5 de abril exactamente, para que llegara la expulsión. Su comportamiento desató la bronca en redes, en medios. Incluso en algún círculo político. Se le pedía a la cadena que lo sacara de la casa. Según las bases del concurso, la violencia física no estaba permitida. Recuerdo que Zeppelin, la productora responsable del programa, para justificar la no expulsión inmediata dijo que solo había habido “violencia dialéctica”. Evidentemente eran otros tiempos.
Pero apenas unos días después la cosa se hizo insostenible, las excusas ya no valían y este pastelero en paro fue expulsado, 18 días después de ingresar en el reality. Por cierto, que no se me olvidé recordar lo obvio: todos los concursantes pasan un casting para entrar en este y en todos los concursos de telerrealidad. Parece que en aquel momento nadie detectó lo oscuro que era ese chaval, lo controvertido que podía llegar a ser. ¿O quizá sí lo detectaron y fue precisamente ese saber que iba a dar juego, su estilo barriobajero, lo que les llevó a decir, venga, venga, pa dentro, que va a ser la monda este macarra. Aunque según contó en su día a El País uno de los psicólogos del programa (sí, el programa tenía psicólogos), Enrique García Huete, las pruebas que se hicieron para elegir a los candidatos no podían concluir un patrón de maltratador. ¿Eh? ¿Cómo?. En fin.
El caso es que lo echaron de la tele… Un momento, no, no, de la tele NO. El Yoyas salió disparado de la casa de Guadalix al plató de Crónicas Marcianas, bajo la batuta de Xavier Sardá, que ahora tiene un programa en la tele pública, donde ya no le dejarían llevar a tipos como Yoyas, claro. El maltratador expulsado fue contratado por Gestmusic, la productora responsable del late night más controvertido de la televisión (Gestmusic formó parte tiempo después del mismo grupo mediático que Zeppelin, la responsable de Gran Hermano). Estuvo en Crónicas nada más y nada menos que cuatro temporadas (2001-2004) para comentar todo lo que sucedía en las diferentes ediciones de Gran Hermano, que por aquel entonces gozaba de buena salud.
Ahora volveremos a Crónicas, pero vamos a hacer otra parada. Dieciséis años después de este segundo GH, Carlota Prado, una concursante de la última edición hasta la fecha, sufrió un abuso sexual a manos de su pareja en la casa, José María López. Al otro lado de las habitaciones, los 345 ojos que vigilaban, tampoco hicieron nada. Pero en este caso, la expulsión de José María fue inmediata. Publicamos aquí la historia en su día. Aquello acabó con el espacio, al menos bajo ese nombre. Los sucedáneos siguen, eso sí. Pero el formato no pasa por su mejor momento, como ya sabemos.
Volvamos al Yoyas. En Crónicas también hizo gala de su chulería, se vio claro cómo rugía el tigre airado en su interior. Hace unos días, tras la última polémica con el Yoyas, algunos ex concursantes de GH, que también recalaron en ese espacio nocturno, y que siguen como tertulianos del ecosistema Mediaset, como Marta López o Kiko Hernández, contaron sin remilgos los ataques de ira, sus guantazos y el miedo que les inspiraba. Esa mesa era monstruosa, todos lo recordamos, con un maestro de ceremonias como Sardá que, cuando le empezaron a caer críticas punzantes por el tipo de programa que sacaba al aire cada noche, dijo esa frase para la historia:
“He perdido el respeto de mis compañeros de profesión, pero he ganado el del director de mi banco”.
Sardá nunca quiere hablar de aquellos años, de aquella tele que construyó. Lo entiendo. Uno tiene derecho a arrepentirse de haber hecho mierda. Doy fe de ello, como ya sabéis.
Así que en el 2004 el Yoyas se había convertido en todo un personajazo televisivo. Ya nadie parecía recordar que lo habían expulsado de Gran Hermano por agresión, por ser violento. Todo lo contrario. El público de Crónicas, instigado como siempre por el regidor, le aplaudia al salir al plató, como al resto. Sardá le escuchaba con ese aire de cinismo/escepticismo/condescencia, con el que los escuchaba a todos, le daba bola. Hacia bolos, le daban portadas, daba titulares. Era un tipo simpático, guapete. Es un cafre, claro, venían a decir todos, pero bueno, quién no lo es en esa tele. Y es muy natural, oye, y divertido, eso no se puede negar. Daba tanto juego que tras Crónicas Marcianas su carrera mediática continuó. Resumamos:
En 2008, un incipiente Salvados, de Jordi Évole (nada que ver con lo que fue después, con lo que es ahora, que tantos pedazos de buena tele nos ha dejado y nos sigue dejando) contó con El Yoyas. ¿Cómo fue posible aquello? Bueno, eran otros tiempos televisivos, y los desmanes de ese tipo se consideraban menos intolerables. La sección se llamaba Apatruyoyando y en ella, el Yoyas iba de copiloto de Jordi recorriendo las calles de l’Hospitalet de Llobregat, una ciudad enganchada a Barcelona, de extracción popular y cultura de barrio, poblada de inmigrantes de los años 60. Voy a ser sincera, No recuerdo más, no sé de qué hablaban en esos ratos al volante, no sé si Évole le sacaba los colores. Pero quizá me ponga esta noche a revisarlo. Estuvo tres temporadas. Del 2008 al 2011.
Y mientras tanto, larga vida televisiva. Iba con frecuencia a teles locales, como el programa Catalunya Opina de Canal Catalá TV (donde estuvo del 2006 al 2012); fue tertuliano de Cazamariposas (que es un programa de Mediaset que vosotros no habéis visto nunca pero que existe); estuvo con María Teresa Campos en Qué tiempo tan feliz para charlar con ella sobre Gran Hermano 15; colaboró con Frank Blanco en Anda Ya, el morning show de Los 40 principales… Y luego se hizo de Ciudadanos, por cierto, ese es otro capítulo. Ahí que hable Toni Cantó, por ejemplo.
Llegó el 11 de diciembre de 2020 y el Juzgado de lo Penal número 5 de Las Palmas de Gran Canaria lo condenó a 6 años de pena de prisión como autor de 7 delitos de maltrato, lesiones, amenazas y vejaciones, 6 de ellos contra su exmujer Fayna Bethencourt y sus dos hijos en común, ambos menores de edad, y otro delito más contra la nueva pareja de Fayna. La denuncia por maltrato, los detalles de violencia y vejaciones fueron comentadas en los medios en su día. El Yoyas pasó a ser, simplemente, lo que parecía ya en aquel GH de los inicios. Un maltratador. Nadie en ninguna televisión le daba voz ya. Los tiempos eran otros, afortunadamente. Sensibles por fin ante estos temas, más acordes con el siglo XXI. Ninguna tele se atrevió a llamarle para que disparara exabruptos como antaño, para que lanzara veneno contra su ex mujer, contra sus hijos, para que rebatiera la sentencia en firme. Para que “diera su versión”. Hacía tiempo ya que en el mundo audiovisual se les negaba a los maltratadores la réplica, la posibilidad de que se cuestionase a la víctima. Hasta Tele 5 eliminó de la parrilla a Antonio David Flores, tras el mazazo del documental de Rocío Carrasco.
El pasado mes de noviembre, este mismo juagado ordenó su busca y captura, después de que el Yoyas no ingresara voluntariamente en prisión.
Pues bien, hace unos días el periódico El Mundo atendió a un llamado del abogado de ‘El Yoyas’ para entrevistarlo en algún lugar recóndito de un bosque en tierras catalanas. Allá que se fue el periodista, como si de un reportaje de investigación se tratara, como si fuera a entrevistar a un criminal de guerra peligroso y cuya historia podría ser de interés general. Allá que se fue para darle voz a el Yoyas, para que “contara su versión”, tal y como nos explicó hace unos días en directo en el programa Planta Baixa de TV3. El periodista, a quien yo noté un tanto incómodo, la verdad, recorrió dos horas de coche y se fue al encuentro de el Yoyas, habló con él largamente, transcribió su historia (que básicamente era, yo no he hecho nada, se lo ha inventado, van a por mí, es mentira todo) y luego El Mundo sacó le entrevista en portada, en plan bombazo de exclusiva. Libertad de expresión, claro. Su versión, decía el periodista. Su versión, decía el periódico que lo mandó al bosque. Pero ¿qué versión queridos?, ¿la de que no le pegaba?, ¿la de que se lo merecía?, ¿la de que es una denuncia falsa?
Hoy la propia Fayna, harta de los insultos lanzados contra ella en redes, después de la entrevista, después de la sentencia, después de la orden de busca y captura, ha sacado a la luz los audios de ‘El Yoyas’. Y yo he interrumpido mi puente para recordar esta historia dramática, porque BASTA. Y ojalá este sea el final de la historia.