La salud, la economía y la sociedad
Las medidas que funcionan cuando la tasa de infección es baja no sirven cuando el número de casos es elevado.
El Covid-19 nos ha traído un problema de salud que se quiere resolver con criterios económicos para que la sociedad no sufra en exceso su impacto.
Hace años tuvimos un problema económico que en parte se quiso resolver con criterios de salud llevando a cabo recortes sanitarios, y todo para que la sociedad no sufriera en exceso su impacto.
Pero entonces, bajo la crisis económica de 2008, la sociedad sufrió, y lo hizo por las consecuencias económicas y por los problemas de salud que se generaron con los recortes. Y ahora, me temo que si no se es capaz de distinguir entre causa y consecuencia, volveremos a sufrir en exceso por el doble impacto de la pandemia en la salud y en la economía.
La situación es compleja, pero la solución no pasa por lo que nos gustaría que fuera, sino por lo que puede ser en el momento actual. Sin solución hoy no habrá solución mañana, creer que el tiempo trae las respuestas es el error de la duda, y hoy ya tenemos experiencia de lo que sucedió hace años y de lo que ha pasado estos meses.
La crisis económica de 2008, conforme fue desmoronando el estado de bienestar social con los recortes en sanidad y en la ley dependencia, que en gran medida se centraba en las personas mayores y más vulnerables, se tradujo, entre otras cosas, en un incremento del número de defunciones. Según los datos del INE, en el periodo 2004-2011 la media de defunciones anuales fue de 382.167, y en el periodo siguiente (2012-2018), cuando se aplicaron todos los recortes, ascendió a 410.660, lo cual supuso un aumento del 7’4%.
Pero es que antes de la adopción de medidas para mejorar el bienestar social y la sanidad, en el periodo 1996-2003, comprobamos que el número de muertes también estuvo por encima del periodo de inversiones sociales. Concretamente, la medida de defunciones de 1996 a 2003 fue de 411.422, lo cual revela que durante los años en que se llevaron a cabo las principales inversiones en bienestar social (2004-2011) se produjo un descenso del número de defunciones del 7’1%, y que tras este periodo, una vez que se no se mantuvo el estado de bienestar, las muertes subieron un 7’4%, como hemos recogido.
Evidentemente, las causas de estas consecuencias son múltiples y complejas, pero también indican que la relación entre salud y bienestar social es estrecha y directa, como recoge la propia OMS en su definición de salud, y que, por tanto, si se separan o se confunden el resultado siempre es negativo.
Resolver un problema con otro no funciona. Solucionar el problema de la economía con recortes en salud, como se hizo a partir de 2011, se tradujo en más problemas de salud y en un aumento de la mortalidad, sin que la economía se beneficiara de manera llamativa. Y esa situación nos dice ahora que si queremos resolver el problema de salud con medidas económicas, continuará el problema sanitario sin que mejore de forma significativa la economía.
La clave está en abordar específicamente la causa y las consecuencias. Si se abordan las consecuencias sin actuar sobre las causas, se podrán paliar, pero los problemas continuarán. Y en la situación actual, dadas las características del problema de salud (una pandemia con alta capacidad de contagio), se agravará, y mucho.
La agonía no es mejoría, es prolongación del problema hasta la muerte. Es cierto aquello de que “mientras hay vida hay esperanza”, pero el problema actual es que ni siquiera hay esperanza, el tiempo ha hecho de ella desesperanza; desesperanza y agonía.
De momento, lo único que ha controlado al virus y ha revertido la tasa de infecciones cuando los contagios estaban descontrolados ha sido la restricción de la movilidad de las personas y el confinamiento, y así ha sucedido en cualquier país. Las medidas que funcionan cuando la tasa de infección es baja no sirven cuando el número de casos es elevado.
La situación es compleja y delicada, pero un problema no se resuelve con otro, sino que suman dos problemas. Y no debemos olvidar que la economía es la consecuencia, no la causa.
De una crisis económica se sale con mayor o menor dificultad, pero quienes pierdan la vida durante la pandemia no la recuperarán jamás. Busquemos soluciones para la pandemia y ayuda para la economía, no al contrario. Lo que está en juego no sólo es el futuro.