La respuesta de una madre a un hombre que se quejó de su hija en un avión: "Los necesitaremos algún día y ellos nos necesitan ahora"
"¿Te has parado a pensar en nosotros?".
Día tras día hay padres que sufren las quejas de otros sobre sus hijos en lugares públicos. Llantos, gritos, pataletas o carreras. Cualquier comportamiento ruidoso e infantil puede molestar a alguien de tu alrededor. Imagínate en un avión, donde los espacios son mínimos. Una madre anónima estadounidense le escribió una carta en la página de Facebook Momstrosity a un hombre que se quejó del comportamiento de su hija durante un vuelo.
En ella, le recuerda todo lo que hizo por tratar de calmar a la pequeña y lo que significa para un niño el estrés de un viaje. Según cuenta, su hija se estaba recuperando de una sinusitis, no había comido apenas y estaba cansada. Una mezcla explosiva que hizo que no dejara de protestar desesperándola incluso a ella misma.
"Solo con los excesivos resoplidos que soltaste cuando nos abrochábamos los cinturones, quedó claro que estabas molesto por nuestra presencia. En ese momento, mi niña pequeña se estaba riendo y jugando. Obviamente demasiado fuerte para tu gusto. Me pregunté si habías tenido un mal día o si este temperamento malhumorado es tu comportamiento normal", empieza contando, antes de recordarle si había conseguido ponerse en la piel de ellos.
"Durante semanas, busqué trucos para viajar con niños, guardé juguetes, juegos y libros, y me descargué películas. Le di antihistamínico y sedante para asegurarme de que cualquier rastro de sinusitis no hiciera que le dolieran los oídos y para ayudarla a descansar, pero no funcionó [...] Hice todo lo que estaba a mi alcance para mantenerla tranquila y calmada", continúa.
A pesar de sus esfuerzos, la madre cuenta que perdió el control de la situación cuando despegaron. "Se había levantado de madrugada, no había comido mucho porque no quería comer en el aeropuerto y se estaba recuperando de una sinusitis. Estaba agotada y quisquillosa y me pregunté si sería por la presión del avión en sus oídos", añade. "Casi empecé a llorar yo misma. Sentía vergüenza y culpa por no poder controlar a mi propio hijo".
A esta situación desesperante situación le seguían los murmullos y resoplidos del pasajero, según cuenta en su carta. Solo se calmó cuando la asistente de vuelo le dio una pajita y un vaso de plástico para que jugase. Entonces, se dio cuenta que el problema lo tenía su compañero de viaje y no los niños, de los que destaca que son el futuro de la sociedad.
"Los niños pueden ser terriblemente incómodos ahora, manejarán el mundo cuando seas viejo y gris. Los niños pueden ser molestos y francamente odiosos, pero también son innovadores y brillantes. Estos niños podrían algún día descubrir la cura para el tipo de cáncer que afecta a tu familia", detalla la madre en su misiva, donde le pide más paciencia la próxima vez.
"Los necesitaremos un día, y ellos nos necesitan ahora", concluye.
Puedes leer la carta completa a continuación:
(La madre se dirige formalmente en tercera persona al pasajero)