La repercusión de un beso
A ver si al final va a ser LGTBIfobia y no moral. Para algunos el mero hecho de existir ya es un acto revolucionario.
Asesinatos, palizas y agresiones marcan el camino para una declaración de intenciones que cobra vida en una portada: Contra la homofobia de El País Semanal. Un mensaje claro y una respuesta ante la ola de violencia que está ocupando nuestras calles. Este beso viene rodeado de polémica porque al parecer dos chicos besándose en primera plana ha escandalizado a aquellos quienes no se han inmutado nunca ante las fotografías más atrevidas de la revista Interviú. ¡Es que nadie piensa en los niños!
Las redes se han llenado de mensajes homófobos cuyos argumentos parecen no haber cambiado en los últimos años: “Para nada de acuerdo las agresiones y la violencia, pero tampoco estoy de acuerdo que mis hijos vean descaradamente ese tipo de afecto”. Son estos nostálgicos de lo tradicional que utilizan el pudor como argumento, pero quienes nunca han dicho nada contra un beso heterosexual en las películas de Disney. A ver si al final va a ser LGTBIfobia y no moral.
Por otro lado, a algunos este mensaje les sabe a poco, considerando que el argumento del beso y mensajes similares como #loveislove se quedan pequeños para la realidad del colectivo LGBTI, afirmando que la homofobia no solo va de besos y amor, que lo que quieren es ir tranquilos por la calle. Esto, sumado a cierta observación sobre la falta de diversidad se ha mostrado más como un apunte a tener en cuenta en el futuro para no quedarse atrás que como un derribo a la propuesta.
Pero, ¿por qué estos debates, que parecían estar desapareciendo, vuelven otra vez a ponerse sobre la mesa? La respuesta es sencilla: cuando el discurso de odio es legitimado desde las instituciones, envalentona a aquellos que nos agreden y se resisten al progreso, negando el derecho de las personas LGTBI a vivir una vida digna y pública.
Y entonces entre amigos y compañeros se nota el miedo a ser víctima de una paliza. Algo que algunos creíamos mucho más lejano, y que hoy se presenta como un final alternativo a cualquier día de verano.
A pesar de ese miedo, las redes se han llenado de dos chicos besándose y una denuncia contra el odio, esperando que lo que hoy es una portada se convierta en muchas más el día de mañana.
Como ha ocurrido siempre entre la diferencia, el miedo no nos quita lo valiente. Y tenemos claro que para que mañana seamos más libres, hoy no nos queda otra que salir a la calle reivindicando el derecho a ser quienes somos, porque para algunos el mero hecho de existir ya es un acto revolucionario.