La razón por la que el Big Ben se ha convertido en la última víctima del Brexit
El emblemático reloj británico se ha convertido en el centro de la polémica a pocos días de la salida de la UE.
En sus últimos días de pertenencia a la Unión Europea, los británicos no se interrogan sobre el comercio internacional o la soberanía, sino sobre si el Big Ben de Londres debe tocar su campana para marcar el momento histórico del Brexit.
La campana del reloj más famoso del mundo, situado en la torre Isabel del Parlamento británico, está casi en total silencio desde agosto de 2017 debido a una renovación, pero los partidarios del Brexit quieren que suene el 31 de enero.
La Cámara de los Comunes rechazó la idea tras saber que podría costar hasta 500.000 libras (580.000 euros, 650.000 dólares). Pero el primer ministro conservador, Boris Johnson, no se dio por vencido y sugirió que los ciudadanos contribuyeran mediante algún tipo de campaña de financiación pública.
Donantes del partido conservador
Downing Street se cuidó mucho de no prometer una contribución del gobierno, pero los donantes de su partido conservador sugirieron que ayudarían y varios diarios apoyaron la idea. En las primeras 24 horas, unas 8.000 personas donaron más de 130.000 libras.
Pero el ejecutivo mató el proyecto el jueves por la tarde al revelar que las autoridades parlamentarias no tienen permiso para recaudar dinero. ‘Puede haber dificultades potenciales para aceptar dinero de donaciones’, dijo un portavoz a los periodistas.
El populista euroescéptico Nigel Farage, uno de los principales defensores de la salida de la UE en el referéndum de 2016, acusó al gobierno de estar “avergonzado del Brexit y no orgulloso de él”. El diputado probrexit Mark Francois, del partido de Johnson, calificó de “inconcebible” que el emblemático reloj no se use para marcar el momento así.
En los medios antieuropeos se especuló con un complot y se cuestionó por qué la campana ha podido tocar para contadas ocasiones como la Nochevieja, pero no para el Brexit.
Un millón de libras para hacer sonar una campana
Pero, muestra de la división que persiste en el país sobre la salida de la UE, en las redes sociales se multiplicaron las burlas.
Se hizo viral una parodia de la portada del diario Daily Express que preguntaba ”¿quiere gastar medio millón de libras para hacer sonar una campana?” en un momento de emergencia climática y cuando miles de personas duermen en las calles del país.
Y una asociación de ayuda a los refugiados, que defiende una “sociedad británica tolerante”, lanzó una propuesta alternativa para “ahorrar algún dinero a la nación”.
Pidieron voluntarios para ponerse junto al Big Ben en la noche del 31 y gritar ‘bong’ muy fuerte cuando llegue el momento del Brexit. “Prometemos una visión y un sonido para deleitar y entretener”, dijeron.
La mayoría de los ministros se mantuvo sabiamente al margen. El ministro del Brexit, Steve Barclay, dijo que “no se atrevería” a hacer comentarios.
Un riesgo
En privado los funcionarios reconocen el riesgo de todo triunfalismo sobre un tema que sigue dividiendo al país. “Este no va a ser un momento de celebración para muchas personas en todo el Reino Unido”, advirtió en el Parlamento Patrick Grady, diputado del Partido Nacionalista Escocés (SNP).
En un esfuerzo por marcar simbólicamente la salida del Reino Unido del bloque europeo, bajo el nombre “campanas de la victoria”, un poderoso grupo euroescéptico pidió que las campanas de las iglesias locales suenen el 1 de febrero “para celebrar la recobrada independencia”.
Pero los clérigos no se mostraron de acuerdo y el organismo que reúne a los campaneros profesionales vertió agua fría sobre la idea.
“Hay momentos históricos en los que se tocaron las campanas, como el final de las guerras mundiales, por ejemplo”, dijo su portavoz Vicki Chapman. “Sin embargo, el consejo central de campaneros, por principio, no aprueba que las campanas suenen por razones políticas”, subrayó.
Así que otra idea está tomando forma. Farage está planeando un gran mitin en la plaza del Parlamento el día de Brexit y un destacado comentarista sugirió que cada uno trajera sus propias campanas para hacerlas sonar.