La pulsión sediciosa del PP
Quienes han impuesto a Feijóo la ruptura de cualquier negociación con el Gobierno tienen una pulsión hacia la sedición y el extremismo.
“Sedición: Alzamiento colectivo y violento contra la autoridad, el orden público o la disciplina militar, sin llegar a la gravedad de la rebelión”, según la RAE.
¿Es el Partido Popular una organización sediciosa? No. En puridad con la definición de la Real Academia, el PP de Alberto Núñez Feijóo -y antes el de Pablo Casado- no ha protagonizado un alzamiento colectivo y violento contra la autoridad. Al menos, no en la literalidad de las palabras. Pero quienes han impuesto a Feijóo la ruptura de cualquier negociación con el Gobierno de Sánchez, plasmada en la escandalosa y sorprendente ruptura de la enésima negociación para la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), tienen una pulsión hacia la sedición y el extremismo, deteriorando la democracia y las instituciones y valores más importantes de nuestra Constitución, la Justicia, que es para alarmarse. Y mucho.
La preocupación y el despertar de los viejos temores que la derecha española más rancia tenía bajo la alfombra -no sepultados- se extiende. Hace unas semanas, el exministro de Justicia Tomás de la Quadra Salcedo, catedrático emérito, una de las cabezas de prestigio que quedan -y no cuestionada su valía- desde la elaboración de la Constitución del 78, escribía:
“La alteración por el PP del normal funcionamiento de uno de los poderes estatales a través del bloqueo del CGPJ puede calificarse con toda propiedad como una especie de golpe de Estado institucional (…) Un golpe de Estado no tiene que ver sólo con el uso de la violencia o el armamento del Estado por parte del ejército o de las fuerzas de seguridad para fines distintos de los que motivaron que se les confiaran tales armas; ni tiene que estar tipificado con tal nombre como tal delito en el Código Penal. Un golpe de Estado se produce cuando, para alterar el normal funcionamiento de alguno de los tres poderes del Estado o cambiarlos, se emplean por alguien atribuciones y competencias reconocidas por el ordenamiento para dirigirlas (deliberada y fraudulentamente, por activa o por pasiva) a tal alteración contrariando su finalidad original”.
El actual PP, desde que Feijóo ha claudicado ante las fuerzas tenebrosas, está alterando el normal funcionamiento de uno de los tres poderes del Estado, el Judicial, deliberada y fraudulentamente, por activa y por pasiva, por intereses extraños, cada vez que ha roto las negociaciones para renovar el CGPJ. La última de Feijóo ha sido, por inesperada, la más alarmante para los demócratas.
El hecho es que un mandato constitucional, establecido en la Carta Magna para renovar el poder judicial y el Tribunal Constitucional, hace 4 años que el PP se niega cumplirlo, con un catálogo de excusas de lo más variadas. “Dentro del PP hay una corriente clarísima que ha doblado el brazo a Feijóo (vamos a ver si llega a ser candidato con este tropezón tan duro). Están en la idea de que el principio democrático ha decaído; está desgastado en las democracias europeas; creen que la transición democrática es ya pasado, que caminamos hacía estados fuertes y autoritarios” defiende un catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Autónoma.
Esas creencias son las que han llevado “a las fuerzas que antes se llamaban poderes fácticos -ahora son jueces, empresarios y algún banquero y despachos de abogados grandes y con intereses en grandes multinacionales, vinculadas al descreimiento de las democracias” -apunta el mismo profesor- a forzar la marcha atrás de Núñez Feijóo. Para entendernos, están en la línea de los trumpistas” añade el mismo profesor.
Pero además hay otras razones para que el Partido Popular tenga miedo y se oponga como gato panza arriba contra la renovación de órganos como el CGPJ y el Constitucional. “Tienen miedo porque el PP y varios nombres de su pasado, tienen causas pendientes con la Justicia. Un Consejo y un Tribunal independientes les roban el sueño, porque pueden salir mal parados en sus sentencias. Necesitan tener el control” apunta un abogado y fiscal de Madrid, que conoce muy bien el entorno de Isabel Díaz Ayuso y los temores de las viejas guardias y glorias populares.
Porque en lo que coinciden las fuentes consultadas, tanto jurídicas como políticas, es que creer que solo es Ayuso y su asesor Miguel Ángel Rodríguez, quienes piensan y trabajan, quienes presionan a Feijóo con mensajes para que no firme -”te van a engañar” le decía- sería una ingenuidad. “Además de fuerzas de sectores ultra conservadores de la judicatura y del empresariado (cada día más descarados contra el Gobierno social-comunista, pero sin éxito por ahora), unidas a los miedos de todos los que tienen causas pendientes, están quienes sostienen que las democracias liberales son modelo agotado y hay que retocar todo.
A veces, “los paper de fundaciones como FAES, visten esas pulsiones ultras, vestidas, curiosamente, de gran lucha por la libertad” subraya un analista político, es consejero áulico del PP, convencido además de que “si el PP logra derrocar a Sánchez, nunca veremos que los jueces elijan a los jueces. Dejarán todo como está”.
Haya o no en el PP cabezas con pulsiones a la sedición o a los golpes de estado civiles, todo ello con la clara consecuencia de deteriorar la democracia y salvar sus intereses de partido, lo que no pueden evitar los de Feijóo son las contradicciones flagrantes. Mientras “denuncian en la UE al Gobierno porque no homologa el CGPJ con los mandatos de Bruselas, pero se niegan a que el Código Penal, donde van las penas por sedición que hay que revisar de acuerdo con las de Europa, no sean homologadas” reflexiona el abogado, que conoce bien a alguno de los que se tienen por mejores pensadores del PP de Génova. “Están convencidos de que van a ganar las elecciones por mayoría absoluta, así que van a aguantar este año como sea, poniendo un encono especial en desgastar las instituciones”.
¿Qué ha pasado para que Alberto Núñez Feijóo se pliegue al ala más dura y reaccionaria del PP de Madrid?
Feijóo tenía una estrategia clara cuando llegó a Madrid como el Mesías de la derecha hace solo seis meses, pero le está fallando. “Su idea de presentarse como un PP moderado frente a Casado y mantener a esa derecha más montaraz controlada, no ha sido posible. Eso está roto. Captar a votantes decepcionados del PSOE, otro de sus objetivos, va a ser más difícil a partir de ahora que ha quedado claro que no tiene las riendas del partido. La estrategia de la indefinición, la está rompiendo Sánchez al obligarle a posicionarse en el Senado y también el sector más radical del partido. Sabe lo que quiere la mayoría, pero no coincide con lo que quiere una parte importante de la derecha”, explica un ex contrincante en la Xunta, desde hace tiempo en Madrid.
Parecería que el nuevo presidente popular se iba a centrar en materia fiscal, que es una baza muy usada históricamente por el partido, pero se le ha venido abajo con el impuesto de patrimonio y el fracaso de Liz Truss. Tenía otra línea de trabajo que era acercarse a los barones más díscolos y anti sanchistas, pero esa parte tampoco le está funcionando ahora que su negativa a renovar la Justicia, le sitúa al margen del mandato constitucional.
La elección que ha tenido que hacer entre privilegiar la unidad interna o mantener una imagen moderada de cara a las elecciones, ya la tuvo que hacer en Galicia donde se decantó por unidad interna ante cualquier otra cosa y que ha vuelto a repetir ahora.
“El grupo de confianza de Feijóo es muy flojo, no tiene contactos en los medios ni tampoco habilidades políticas destacables. Los de Andalucía, Bendodo y Bravo, son también flojos como se ve en cada una de sus intervenciones en el Senado. Tampoco tienen una derecha europea en la que mirarse. Y Estebán González Pons le hizo hacer el ridículo en su última visita a Bruselas”, dice un senador socialista.
En el PP hay un juego de poder y por ahora no parece llevar las riendas el elegido para hacerlo. El ala radical de Ayuso y sus asesores se han puesto aún más nerviosos cuando han visto que se avecinan terceros presupuestos, que la inflación es más baja que la media UE -hoy 10,4- y cómo crece el papel de Sanchez en Europa. Han visto que Feijóo se puede desgastar de verdad. Y consideran que frente a Sánchez solo les queda Ayuso.
Tentaciones duras del PP las hemos oído muchas veces, pero ahora se sienten empoderados hasta el punto que González Pons ha mandado el mensaje al Tribunal Constitucional de que “un tribunal que se moje un poquito sería deseable”, instándole a pronunciarse sobre los recursos del PP contra leyes socialistas. No solo están bloqueando el funcionamiento de la Constitución y el Estado de Derecho sino que también quieren dictar los plazos del alto tribunal. La idea de que la democracia está demodé gana terreno.