La primera gran crisis de Vox, por capítulos
“Nos estamos matando entre nosotros”, en palabras de un parlamentario de Vox, que ve “muy difícil la vuelta de Macarena”.
El viernes 29 de julio, a media mañana, los medios de comunicación empezaron a publicar todos la misma última hora: Macarena Olona ponía “fin” a su etapa política por “motivos de salud”. En paralelo, la protagonista emitía un comunicado a través de las redes sociales, avanzando que volvería a ejercer como abogada del Estado, y su entonces jefe, Santiago Abascal, decía por el mismo canal que solo podía tener “palabras de gratitud” hacia ella y adjuntaba tres fotografías, en una de las cuales se daban un abrazo. “En esta casa, que es la suya, siempre tendrá las puertas abiertas. Hasta siempre”, escribía el líder de Vox.
El runrún de las malas relaciones entre Olona y la dirección de Vox ya estaba ahí. Pero líderes de distinto signo políticos se apresuraron a mandar mensajes de cariño y de pronta recuperación hacia Olona y la prudencia marcó en un primer momento los comentarios de los analistas. “Te deseo una pronta recuperación y lo mejor en el futuro”, le trasladó Juanma Moreno, por poner un ejemplo. Pero ahí seguía ese runrún. Que si Abascal forzó la candidatura de Olona a Andalucía (que acabó en un muy mal resultado electoral) por su ambición desmedida, que si ella quiso ser senadora por designación autonómica porque no quería quedarse en Sevilla y no le dejaron, que si le vetaron determinados nombres de su equipo.
Pasaron los días y Olona reapareció para hacer el Camino de Santiago. Hizo un llamamiento a sus simpatizantes para que le acompañaran. Fue relatando sus vivencias, dejando entrever su posible vuelta y los nervios y la incomodidad en Vox aumentaron. Algunos estaban perplejos y las fuentes alimentaban cada vez más crónicas de los periódicos contando las desavenencias, algo muy poco habitual en este partido. La que fuera portavoz anunció entonces conferencias en varias ciudades, incluida Granada, en la universidad. El 12 de septiembre se hizo una foto con “don Mario Conde”. El ambiente en Vox era ya imposible.
Y llegó la entrevista en EsRadio de Abascal, el 15 de septiembre. Federico le preguntó “por nuestra Macarena” y él se quedó sin habla. Su espeso silencio y su sonrisa incómoda acabaron de un plumazo con los mensajes oficiales del 29 de julio. Fin del teatro. Entonces no se trasladó toda la verdad, ni mucho menos. No hicieron falta palabras para confirmarlo. La primera gran crisis de Vox estalló con toda crudeza hasta el punto de atisbar una escisión. Olona, en otro partido, frente a Abascal, Espinosa de los Monteros u Ortega Smith, sus hasta hace pocos meses compañeros.
Olona acudió a Granada y los radicales intentaron que no pudiera dar su conferencia en la universidad. De nuevo, la clase política denunció los hechos y mostró su solidaridad con ella. Hasta Grande Marlaska, cuyos enfrentamientos en el Congreso fueron muy sonados. Todos menos Abascal. Otro silencio que para nadie pasó desapercibido. Aún con los vídeos de los altercados en todos los medios, un capítulo más de este culebrón: “Llamaré a Abascal y le solicitaré una reunión con un solo motivo: preguntarle si caminamos juntos”, escribió Olona en Twitter. Ya nadie se esforzaba en negar la posibilidad de que montara otro partido.
Ahora falta saber si ese encuentro se producirá y cuándo. Pero lo que está claro es que las relaciones están muy dañadas, las bases estupefactas y nadie de Vox afirma públicamente su deseo de que Olona vuelva. “Tenemos que celebrar, en primer lugar, su rápida recuperación”, dijo Abascal. Cabe recordar que el motivo principal esgrimido ese 29 de julio para su adiós fueron razones médicas. “Y, en segundo lugar, ya nos contará si ha tomado la decisión, como nos dijo, de dejar la política e ir a la Abogacía del Estado, o si, por el contrario, volverá a la política y se afiliará de nuevo a Vox”, contestó ante una nube de periodistas el domingo en Barcelona. En resumen, “nos estamos matando entre nosotros”, en palabras de un parlamentario de Vox, que ve “muy difícil la vuelta de Macarena”.
Sin visos de solución, en el PP observan la situación con sonrisa maliciosa. Este es el diagnóstico en Génova: “Ya estaban de capa caída y esto es el remate. Si Olona acaba dando el paso y forma otro partido, y ya ha demostrado que va por libre, la influencia de Vox será muy poca”. De hecho, Feijóo ya ha dado muestras de querer mirar hacia otras formaciones para tejer posibles alianzas, como el Partido Nacionalista Vasco. “Ciudadanos ya no existe y Vox está cómo está y eso nos reafirma como única alternativa”, destaca un barón popular. “Que sigan peleándose, nosotros palomitas”.