La política monetaria pasa factura ante la devaluación del dólar
El Banco Central Europeo (BCE) se encuentra en una complicada encrucijada...
La situación que está provocando el coronavirus para la economía europea es un completo calvario: no deja de sufrir continuos lastres al compás de la propagación del virus por los distintos territorios que componen el bloque económico. El coronavirus ya ha extendido su presencia por todo el continente, lastrando la economía, así como las previsiones para este año.
Esta misma semana, al inicio, conocíamos las previsiones que arrojaba la OCDE para la economía mundial. Estas han sufrido un nuevo reajuste que las ha rebajado a ritmos del 1,4%. Un ritmo de crecimiento que dista un 0,5% del previsto anteriormente por el organismo, donde se preveía un ritmo cercano al 1,9% para el crecimiento del PIB mundial durante este año.
Como decíamos, los impactos que está dejando el coronavirus son bastante evidentes. Desde las pérdidas previstas para el transporte aéreo, así como las calculadas para el sector turístico. También para la industria, donde China, con un 17% del PIB mundial, ha provocado el caos en la producción, ya que la economía asiática, en un escenario como el actual, ha sufrido una fuerte paralización de la actividad económica, lastrando así la economía mundial como eslabón principal de muchas de las cadenas de valor que conforman la economía.
Ante la situación, los distintos bloques económicos no dejan de tratar mitigar los posibles efectos del coronavirus en la economía mediante medidas de contención. Unas medidas de contención que, ante lo ocurrido, tratan de disipar los efectos, mitigando así el daño producido por la expansión vírica en las respectivas economías. Algo que, sin embargo, no está siendo posible en todos los escenarios.
Ante lo ocurrido, la Unión Europea se encuentra inmersa en la búsqueda de medidas paliativas que traten de suavizar el impacto negativo que vive la economía europea. Sin embargo, el margen es muy escaso para la aplicación de medidas.
Algo que no ha ocurrido, por otro lado, en Estados Unidos. El margen de maniobra de la economía norteamericana es mucho más amplio. Las subidas de tipos que realizó la Reserva Federal permiten al país norteamericano el poder adoptar medidas de estímulo que, por así decirlo, aporten una mayor flexibilidad y relajación a la economía. Una relajación que, en el caso de Europa, es inviable completamente. Inviable por la sencilla razón de que la totalidad de estímulos convencionales se encuentran aplicados.
Esta situación se venía advirtiendo desde hace mucho tiempo. La continua aplicación del QE y las distintas políticas acomodaticias que han ido postergándose en el tiempo podían pasarnos factura ante un posible shock en la economía. Un posible shock como el coronavirus, donde la aplicación de la política de estímulo nos ha limitado el margen de maniobra de tal forma que ahora somos incapaces de poder aplicar medidas paliativas, al menos desde la óptica de la política monetaria convencional, para relajar los síntomas en la economía.
Un verdadero problema en un escenario donde, como ocurre ahora mismo, la depreciación del dólar y el yuan están revalorizando un euro cada vez menos competitivo. Esto, como era de esperar, está provocando una pérdida de competitividad de la divisa en el mercado global, pudiendo lastrar, aún más, el sector exterior europeo; del que, por otro lado, somos, a su vez, muy dependientes.
Las continuas rebajas de tipos de los distintos bancos centrales están probando dañinas apreciaciones del euro, las cuales están generando un reforzamiento en el valor de la divisa. Esto es un problema de envergadura. Estamos hablando de que un impulso en el valor del euro provoca un mayor desincentivo al resto de países para comprar bienes y servicios en los países europeos, donde ahora están teniendo que pagar más que antes por lo mismo.
Desde el pasado mes de febrero, el euro ha sufrido una apreciación frente al dólar superior al 5%. El euro, en su conversión con el dólar, ya supera los 1,14 dólares. Es decir, estamos ante una situación en la que el euro se está reforzando, a la vez que lo hace en uno de los peores escenarios posibles. Y digo uno de los peores escenarios posibles por la sencilla razón de que ya no solo importa el margen de maniobra, sino la intensidad con la que se prevé que caiga la economía y los flujos de comercio entre los distintos países.
Un gran problema del que muchos economistas hemos ido avisando. Y es que, la continua aplicación de políticas económicas expansivas, sostenidas en un periodo muy prolongado de tiempo, han acabado lastrando el margen de maniobra del Banco Central Europeo (BCE), el cual se muestra expectante ante la incapacidad de mover ficha en esta batalla por la competitividad y en contra de la, todavía muy desconocida, epidemia.