La otra forma de gobernar de Ardern y las nuevas líderes mundiales

La otra forma de gobernar de Ardern y las nuevas líderes mundiales

Su victoria en Nueva Zelanda afianza una manera firme y empática de hacer las cosas, demostrada ante crisis como la del coronavirus.

Sanna Marin, Katrín Jakobsdóttir, Jacinda Ardern y Mette Frederiksen.AP / REUTERS / GETTY

Jacinda Ardern ha revalidado este fin de semana su cargo como primera ministra de Nueva Zelanda. Afronta su segundo mandato con un aval imponente, una mayoría absoluta de ciudadanos que ha respaldado la vuelta del socialismo al poder de manos de la mandataria más joven de la historia, que ha hecho de las políticas sociales, la igualdad y la convivencia en diversidad sus apuestas de gestión.

En la recta final de su primera legislatura, ha pilotado de forma brillante la crisis del coronavirus. Estricta y humana a un tiempo. Como las otras líderes mundiales que están entre los ejemplos más exitosos -hasta el momento- de lucha contra el virus: Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega, Alemania o Taiwan. Porque hay otra manera de hacer las cosas, reconoce Naciones Unidas. Y funciona, algo que es significativo cuando se tiene en cuenta que menos del 10% de todas las naciones del mundo están lideradas por mujeres.

“Liderazgo, firmeza, elocuencia y empatía con los más vulnerables” son algunas de las características de las presidentas y primeras ministras que han enfrentado e intentado frenar la expansión del Covid-19 en sus países, según concluye un informe de la ONU. “Las mujeres líderes han tenido una particular disciplina, sensibilidad y capacidad de respuesta frente a esta pandemia y, por ello, han podido desarrollar mejores políticas para ahora y para el futuro”, asegura en su exposición Gabriela Cuevas, diputada federal mexicana y la presidenta de la Unión Interparlamentaria, principal interlocutor parlamentario del organismo internacional.

Según Cuevas, las mujeres que están en cargos de decisión tienden a centrarse en los bienes más esenciales, como la salud y la educación, y en proteger a las personas que más lo necesitan, particularmente los niños. Pone precisamente a Ardern como ejemplo, con una decisión que va más allá de lo ”ñoño”, “ocurrente” o “estrambótico”, como lo han calificado algunos medios conservadores: declaró como un “trabajador esencial” al Conejo de Pascua durante la cuarentena. “Yo pienso que, cuando un jefe de Estado es capaz de comunicarse incluso al nivel de los niños, es un ejemplo muy elocuente de las preocupaciones que tiene por los más vulnerables, que son a quienes más está afectando la crisis de salud, y que también probablemente afectará la crisis económica que apenas empieza”, dice Cuevas.

Sus afirmaciones son respaldadas por los datos. Según el más reciente Mapa de las Mujeres en el Poder de la Unión Interparlamentaria y ONU Mujeres, las administraciones comandadas por mujeres en todo el mundo tienen las siguientes prioridades, por este orden: familia, niños, jóvenes, adultos mayores, y discapacitados; asuntos sociales; medio ambiente, recursos naturales y energía; trabajo y educación; igualdad de género y mujeres.

“Se trata de temas que durante la emergencia actual son de especial motivo de preocupación para todo el mundo. El sistema de las Naciones Unidas y sus agencias, así como organizaciones a lo largo y ancho del planeta, han advertido que la pandemia de Covid-19 ha exacerbado desafíos como la desigualdad, el desempleo y han puesto en peligro los derechos humanos de los más vulnerables”, defiende la ONU.

Entre la respuesta de las jefas de Estado y Gobierno que han recibido elogios a nivel internacional se encuentra una “actuación rápida” a través de medidas para proteger a la población, incluidas el confinamiento, el rastreo de casos y el control de fronteras con apenas pocos casos de Covid-19; la comunicación “clara y constante” con los ciudadanos, a veces con información y conferencias de prensa exclusivas para menores; la disponibilidad de test para toda la población y el uso de las tecnologías variadas; y las alianzas con influencers o famosos, por ejemplo, para promover los buenos hábitos de higiene.

“Lo que hacemos las mujeres es priorizar a aquellos que son más vulnerables y me parece que estas jefas de Estado han demostrado una gran determinación, son mujeres valientes, son mujeres inteligentes que no solamente han llegado a un cargo público si no que han demostrado un gran liderazgo, y que han logrado que su población siga los consejos del Gobierno”, expresa Cuevas al servicio de noticias de la ONU.

Los buenos ejemplos de gestión

Jacinda Arden, Nueva Zelanda

Suze Wilson, profesora de Liderazgo y Desarrollo Ejecutivo en la Universidad Massey de Nueva Zelanda, escribió en The Conversation que la respuesta de su país frente al coronavirus fue “magistral”. ¿Por qué? Porque la primera ministra, Jacinda Ardern, propuso una estrategia que consiste en eliminar la curva (al contrario de aplanarla, como otros países). Para ello, tomó medidas tempranas e impuso el confinamiento, cuando apenas había seis casos confirmados en todo el país. Impopular al principio, aplaudido al final.

También prohibió la entrada de extranjeros, para que sólo hubiera contagios locales, y obligó a los neozelandeses que regresaban a ciertas partes del país a aislarse durante 14 días. El 9 junio, cuando Ardern se enteró de que su país tenía cero casos activos de Covid-19, su reacción fue ponerse a bailar con su bebé (es la primera mujer en la historia de su país en parir durante el ejercicio del cargo, y la segunda del mundo tras la paquistaní Benazir Bhutto).

  Jacinda Ardern, primera ministra de NUev Zelanda, durante un acto de campaña en un mercado de Auckland, el 10 de octubre 2020. Fiona Goodall / Reuters

Se aseguró de rodearse por expertos y de transmitir información de manera transparente, y a la vez apoyó a los sectores más vulnerables. Recomendó que los empleadores adoptasen una semana laboral de cuatro días, para que los fines de semana largos impulsen ahora el turismo interno. Ella y su equipo de ministros se bajaron el sueldo (20%) durante seis meses.

En agosto registró sus primeras infecciones comunitarias en 102 días, cuatro casos en la misma familia, y decidió confinar a casi dos millones de personas. Por eso el domingo pudo festejar su victoriosa noche electoral hasta sin mascarilla, por el bajo riesgo.

Sanna Marin, Finlandia

La reacción de la primera ministra más joven del mundo, la finlandesa Sanna Marin, de 34 años, también ha sido muy aplaudida durante la pandemia. El índice de aprobación entre sus compatriotas por su gestión de la pandemia, con solo 351 muertes y 13.800 casos, en una población de 5,5 millones de habitantes, es del 85%, según datos nacionales.

Una de las claves fue el abastecimiento a lo largo de décadas de la Agencia Nacional de Abastecimiento de Emergencia (HVK, por sus siglas en finlandés), para hacer frente a todo tipo de crisis, lo que le permitió disponer de suministros médicos y equipos necesarios para tratar a los pacientes.

En abril acabó el aislamiento en la región de la capital, Helsinki, después de tres semanas, aunque sigue recomendando a sus ciudadanos que eviten viajar y no descarta volver a introducir medidas si fuera necesario.

  Sanna Marin, el 16 de octubre, llegando al Consejo Europeo en Bruselas.Olivier Hoslet, Pool, ASSOCIATED PRESS

El secreto del éxito fue la gestión de Marin, “el arma secreta de Finlandia”, fue su estrategia “híbrida”: mantuvo ciertas restricciones y multiplicó los test, siguió las cadenas de contagio, aisló a los infectados y reforzó los cuidados médicos a los enfermos que los requerían. Se suspendieron escuelas y universidades, se prohibieron las reuniones de más de 10 personas y se cerraron las fronteras. Dos meses después, el 15 de mayo, Marin anunció que la pandemia estaba bajo control.

Aún así, luego fue prudente y abrió bares a la mitad y se autorizó el regreso controlado de museos, bibliotecas, cines, teatros, piscinas municipales y centros juveniles. Tras un pico a inicios de mes, como en toda Europa, la curva vuelve a bajar.

Katrín Jakobsdóttir, Islandia

Islandia ha mantenido hasta ahora al coronavirus a raya gracias a una estrategia que, según explicó la epidemióloga islandesa Kristjana Asbjornsdottir, profesora de la Universidad de Washington, a la BBC, es ”única en el mundo”.

Su primera ministra Katrín Jakobsdóttir, presidenta del Movimiento de Izquierda-Verde, ofreció pruebas gratuitas para detectar el nuevo coronavirus a todos los ciudadanos, justo que aconseja la Organización Mundial de la Salud (OMS): ”Pruebas, pruebas y más pruebas”. Fáciles por buena organización y cercanía y sin coste más que el de los impuestos de siempre. La nación insular también estableció un sistema para localizar y aislar a los contagiados, evitando cerrar escuelas.

  Katrin Jakobsdottir, en agosto de 2019, en un encuentro de líderes nórdicos, en Reikiavik.Ints Kalnins / Reuters

Jakobsdóttir defiende que la clave para liderar la lucha y vencer al coronavirus tiene que ver con “dejar a un lado el ego”. En una videoconferencia de la serie Time 100 Talks, remarcó que la “humildad” y el “escuchar a la ciencia” han sido esenciales para que Islandia haya alcanzado las tasas más bajas de mortalidad por Covid-19 en el mundo, a pesar de tener una alta tasa de infección. Según el rastreador mundial de coronavirus de la Universidad Johns Hopkins, hoy tiene 4.100 casos y 10 muertos en un censo de 364.134 personas.

Actuar temprano, realizar test y fomentar el uso de una app de rastreo, eso fue todo. No cerró los jardines ni las escuelas primarias. Sí introdujo medidas de distanciamiento social y clases limitadas en determinados momentos. Y pidió a la oposición que evitaran, como ella misma hacía, el empleo de términos bélicos al hablar del tema. Otro punto en común entre estas mujeres al poder.

Mette Frederikse, Dinamarca

Algunos medios, como el canal francés France 24, hablaron de Dinamarca como la “excepción europea” del coronavirus. La socialdemócra danesa y exministra de Justicia Mette Frederiksen, primera ministra del país desde 2019, también reaccionó con prontitud, cerrando fronteras antes que sus vecinos.

Llamó la atención una breve conferencia de prensa -de tan solo tres minutos- en la que la mandataria respondió a preguntas de niños y niñas del país.

  Mette Frederiksen, en agosto, dando una rueda de prensa sobre coronavirus.MADS CLAUS RASMUSSEN via Getty Images

En primavera ya pudo abrir guarderías y colegios, el primer país de la Unión Europea en hacerlo, pero Frederiksen señaló que se mantendría de manera “controlada” y “prudente”.

Pese a una subida en septiembre, achacada a traslados de verano, contabiliza 35.889 casos y 680 muertos.

Erna Solberg, Noruega

Las claves de la gestión de Noruega han sido, de nuevo, la previsión y el buen manejo del tiempo, aplicando medidas estrictas desde una fase temprana del brote. El país nórdico fue uno de los primeros de Europa en reaccionar a la pandemia desde que detectó el primer caso nacional, el 26 de febrero.

Una de las acciones más comentadas por parte de la primera ministra, Erna Solberg, fue una conferencia de prensa en la que respondió a preguntas de los niños (la primera, las demás la copiaron) y trató de tranquilizarles, explicándoles que no pasaba nada por tener miedo o estar asustados.

  Erna Solberg, en un trineo, una imagen de 2018.Norsk Telegrambyra AS / Reuters

Con 278 muertos y 16.539 casos, Noruega es un éxito de control: impuso las medidas “más restrictivas” que ha conocido en tiempos de paz, como cierre de colegios, bares y muchos espacios públicos, prohibición de encuentros deportivos y culturales, reducción de los viajes al extranjero... Hasta el punto de que, en los peores meses, murieron un 13% menos de habitantes. Han tenido que cerrar no pocas funerarias.

Tsai Ing-wen, Taiwán

La presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, también reaccionó con rapidez y decisión, es uno de los ejemplos citados por la ONU. En enero, cuando apenas se habían detectado las primeras señales de un nuevo coronavirus en el plano internacional, en Asia, la mandataria introdujo 124 medidas para frenar su avance.

No tuvo para ello que recurrir siquiera al confinamiento de su población. Y aún así tienen 543 y siete fallecidos. Sí hubo cuarentena obligatoria de 14 días para los habitantes y visitantes procedentes del extranjero y se reguló la venta de mascarillas, para evitar desabastecimiento.

  Tsai Ing-wen, en Taipei, en un acto del día nacional, el pasado 10 de octubre.Ann Wang / Reuters

Una de las razones para lograr el resultado positivo de Taiwán fue la preparación para atender la enfermedad. En 2003, cuando la nación afrontó el brote de SARS, muchos fueron los errores cometidos que sirvieron de experiencia para disminuir al máximo la cantidad de contagios.

Además, el país ha enviado millones de mascarillas a Estados Unidos y a Europa para combatir el virus. Solidaridad con quienes sí sienten los efectos de esta crisis.

Angela Merkel, Alemania

La alemana Angela Merkel, canciller desde 2005, pasa ahora malos días, con datos desconocidos de incidencia del virus en su país, pero tomó medidas mucho antes que sus vecinos europeos.

″[La pandemia del nuevo coronavirus] es un asunto que hay que tomarse en serio”, dijo en su momento. Por eso mandó a hacer tests a la población antes que otras naciones del mundo. El resultado fue que la tasa de mortalidad en Alemania era muy baja, respecto a sus vecinos europeos. Ahora acumula 377.000 casos y 9.842 fallecidos, pero la curva desciende.

 
  Angela Merkel, en agosto, de visita a Duesseldorf.ASSOCIATED PRESS

Una de las claves de su gestión habría estado en la identificación temprana de los portadores del virus, para frenar la expansión de la enfermedad. Esta crisis sanitaria, de hecho, ha reforzado la imagen de Merkel, dentro y fuera de su país.

“Yo quiero destacar que también se trata de mujeres muy preparadas, la canciller alemana Ángela Merkel, por ejemplo, no solo ha demostrado sensibilidad si no también una gran capacidad técnica. Por su misma formación es alguien que es muy buena para comunicar sobre la pandemia y sus efectos, pero también las soluciones y haciendo un llamado muy específico y claro a su población, y por eso vemos como Alemania está teniendo muy buenos resultados”, defiende Cuevas.

Cómo están las cosas

“Las mujeres pertenecen a todos los lugares donde se toman decisiones. No debería ser que las mujeres sean la excepción”, decía la ya añorada juez norteamericana Ruth Bader Ginsburg, fallecida el mes pasado. Pero queda aún mucho por recorrer en el campo de la política. Actualmente, sólo 20 de los 193 Estados miembros de la ONU están liderados por una mujer. El progreso en la representación sigue siendo lento, pero hay avances: en 2005, solo ocho mujeres estaban el poder. Un crecimiento importante, pero insuficiente.

Más de la mitad de las mujeres jefas de Estado y de Gobierno están en Europa. Casi todos los gobiernos de los países nórdicos (Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega) están encabezados por una mujer, con la excepción de Suecia.

En América, hay tres mujeres líderes, la mitad de las que estaban en el poder en 2015. La región experimentó una disminución significativa en 2017, cuando el número cayó bruscamente a uno.

Tres mujeres se desempeñan como jefas de Estado o de Gobierno en Asia (Bangladesh, Nepal, Singapur), una en África (Etiopía) y una en el Pacífico (Nueva Zelanda). Ningún país de la región de los Estados Árabes ha tenido una mujer Jefa de Estado o de Gobierno.

En cuanto a los parlamentos y gabinetes ministeriales el progreso es mayor: las mujeres ahora representan el 50% de los puestos ministeriales en 14 países, frente a nueve en 2019. Otros 16 países tienen más del 40% de ministras.

Europa y América son los líderes cuando se trata de tener paridad de género en los gabinetes. En dos países, España y Finlandia, las mujeres ocupan más del 60% de los escaños ministeriales. Finlandia destaca además como el único país que tiene paridad de género en el gabinete y una mujer jefa de Gobierno.

 
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Licenciada en Periodismo y especialista en Comunicación Institucional y Defensa por la Universidad de Sevilla. Excorresponsal en Jerusalén y exasesora de Prensa en la Secretaría de Estado de Defensa. Autora de 'El viaje andaluz de Robert Capa'. XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla.