La OTAN aprueba en Madrid la hoja de ruta que fijará sus retos para la próxima década
Rusia pasa a ser la “más significativa y directa amenaza a la seguridad de los aliados y a la paz y estabilidad el área euroatlántica”.
La OTAN ya tiene su nuevo Concepto Estratégico, el documento que le servirá de hoja de ruta para los retos presentes y los por venir en la próxima década. Lo han acordado esta mañana en la Cumbre de Madrid la treintena de países aliados, en una cita histórica en la que se ha señalado a Rusia como la “más significativa y directa amenaza a la seguridad de los aliados y a la paz y estabilidad del área euroatlántica”. Toca enseñar los dientes tras la invasión de Ucrania, a sabiendas de que puede no ser el único zarpazo de Moscú a los intereses occidentales.
“Hemos respaldado un nuevo Concepto Estratégico. Describe el entorno de seguridad que afronta la Alianza, reafirma nuestros valores y detalla el propósito clave de la OTAN y su mayor responsabilidad de garantizar nuestra defensa colectiva basada en un enfoque de 360 grados”, indica la declaración.
Jens Stoltenberg, secretario general de la Alianza Atlántica, ha comparecido en rueda de prensa tras la primera sesión del día y ha denunciado que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, ha “destrozado la paz” en Europa y que esta es la mayor crisis de seguridad desde la Segunda Guerra Mundial, como lleva insistiendo cuatro meses, desde que la ofensiva comenzó en febrero. Eso explica la dureza de los términos en los que se refiere a Moscú el nuevo documento.
“Su postura militar coercitiva, su retórica y su probada disposición a utilizar la fuerza para perseguir sus objetivos políticos socavan el orden internacional basado en normas”, sentencia el ya bautizado como Concepto Estratégico de Madrid -con lo que el nombre de la capital de de España estará repetidamente en los medios y en los documentos de trabajo de la OTAN-. Hasta ahora, Rusia aparecía como un socio estratégico de la Alianza en el texto que estaba hasta ahora en vigor, acordado en Lisboa en una cumbre hermana, en 2010.
Por contra, el noruego y sus compañeros se han sentido “inspirados” por el discurso en el plenario del presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, de quien aplaude su “liderazgo” y “coraje”. Su intervención por videoconferencia ha venido plagada de exigencias al cuartel general de Bruselas porque sin acciones concretas, dice, no habrá posibilidad de avanzar contra el Kremlin.
Stoltenberg ha indicado que los líderes atlánticos han asegurado a Ucrania que puede seguir contando con su apoyo durante el tiempo que sea necesario, y que los aliados brindarán ayuda militar y financiera para resistir y lo harán mediante un nuevo “paquete de asistencia integral”, del que aún faltan detalles por conocer. También ha reconocido que una Ucrania fuerte e independiente es “vital” para la estabilidad en Europa, por lo que este es un conflicto global, internacionalizado.
Pero la idea común es que el peligro ruso va mucho más allá de la actual guerra que, en realidad, ya venía vieja de ocho años y ahora se ha visto tremendamente agravada. Es por eso que el documento alerta de que Rusia está “modernizando sus fuerzas nucleares y ampliando sus novedosos y perturbadores sistemas de doble capacidad”, y aludiendo a ellas para coaccionar a países UE-OTAN como los bálticos o Polonia o incluso a los nuevos aspirantes a entrar en la Alianza, como los nórdicos Suecia y Finlandia.
“Su objetivo es desestabilizar a los países del este y del sur”, advierte la OTAN, que advierte asimismo de los intentos de Moscú de afectar la libertad de navegación en el Alto Norte, lo que constituye un “reto estratégico”. Para España es importante la alusión al sur, porque en esta cumbre trata de que se ponga el foco también en ese flanco y en las influencias que Putin está cosechando en países como Argelia.
La Alianza insiste, como viene haciendo en todas sus referencias a la crisis ucraniana desde que estalló la guerra, que “no busca la confrontación y no supone ninguna amenaza para la Federación Rusa”, y que seguirá “respondiendo a las amenazas y acciones hostiles de Rusia de forma unida y responsable”. “Esta es una cumbre defensiva, y no ofensiva, como lo es nuestra organización, y ese es el espíritu de nuestra nueva estrategia”, sentencia en la sala de prensa un asesor de Stoltenberg.
El Concepto de Madrid deja la puerta entreabierta al Kremlin, al menos blanco sobre negro. “A la luz de sus políticas y acciones hostiles, no podemos considerar a la Federación Rusa como nuestro socio. Sin embargo, seguimos dispuestos a mantener abiertos los canales de comunicación con Moscú para gestionar y mitigar los riesgos, prevenir la escalada y aumentar la transparencia”, indican los líderes. En estos momentos, esos cauces están prácticamente cerrados, pese a los intentos de algunos líderes europeos como el francés Emmanuel Macron de mediar y convencer a Putin de que abandone su estrategia brutal.
No sólo Rusia
Los países de la Alianza “no están en paz”, sostiene el nuevo documento, y “no se puede descartar un ataque contra la soberanía y la integridad de los territorios aliados”. “Los actores autoritarios ponen en peligro nuestros intereses y valores”, añade. El Concepto Estratégico establece, para hacer frente a todo ello, las tres tareas principales de trabajo: disuasión y defensa de la organización transatlántica, prevención y gestión de crisis y seguridad cooperativa. No todo es Rusia.
Es entonces cuando los líderes de la OTAN también miran a China, porque también en el Indo-Pacífico hay peligros inmediatos y futuros que necesitan previsión y respuestas. Señalan que las “ambiciones declaradas y las políticas coercitivas” de Pekín “desafían” los intereses, seguridad y valores de la Alianza, y por eso merece una especial atención en el nuevo Concepto de Madrid. En el Concepto Estratégico de 2010 ni siquiera se mencionaba el país asiático.
El texto de la nueva OTAN expresa también por primera vez su determinación de defender la “integridad territorial de todos los aliados” lo que, según los expertos, servirá de amparo a España en caso de agresión a Ceuta y Melilla. También están felices en La Moncloa con el añadido, por primera vez, de la región del Sahel, reconocida ahora como zona que “afecta directamente” a la seguridad de la OTAN y de todos sus aliados. España pedía, y así se recoge, que se hable de fuente de “conflicto, fragilidad e inestabilidad” y de terreno fértil para “la proliferación de grupos armados, incluidas organizaciones terroristas”. En esta pelea ha tenido el apoyo de países como Reino Unido y Francia, cuando es cierto que para la potencia máxima, Estados Unidos, es un problema de menor calado.
Estas regiones y su situación, añade el documento, “también dan pie a interferencias desestabilizadoras y coercitivas por parte de competidores estratégicos”. Sucede en las viejas-nuevas guerras híbridas, en las que la violencia puede tomar diversos rostros, desde la inmigración forzosa e irregular, alentada por las mafias más allá de la necesidad como vimos en diciembre en Bielorrusia, o daños contra el patrimonio cultural o el medio ambiente.
El mundo que conocemos, definitivamente, no está tranquilo, pero con estas herramientas espera estarlo un poco más.