La nueva Bauhaus: Europa en construcción
Los movimientos artísticos y culturales solamente pueden surgir desde la base y nunca impuestos artificialmente desde las instituciones.
Europa es un proyecto en construcción permanente, y cada nueva generación la avanza, refina y reafirma. Desde esa perspectiva, es acertado el nombre de ‘Bauhaus’, o casa de la construcción en alemán, para la nueva iniciativa que propuso la presidenta Von der Leyen en el debate del estado de la Unión del 16 de septiembre. La presidenta de la Comisión declaró que el nuevo fondo de recuperación europeo, el NextGenerationEU, y la ‘ola europea de renovación’ que deberá ser financiada con su apoyo para fomentar la transición ecológica y a la generación de empleo, no pueden ser solo un proyecto medioambiental o económico, deben ser un nuevo proyecto cultural para Europa. Según la presidenta, la nueva Bauhaus Europea aspira a dotar a la sociedad climáticamente neutra con una estética diferenciada.
Tras el anuncio de Von der Leyen, la Comisión perfiló los contornos de la nueva Bauhaus Europea el 14 de octubre. Algunos elementos de esta propuesta son ciertamente encomiables y deben ser reforzados. En primer lugar, la nueva Bauhaus Europea se asienta sobre la interdisciplinaridad, uniendo a diferentes colectivos, artistas, arquitectos, ingenieros, diseñadores, para desarrollar prácticas conjuntas que permitan ensanchar los marcos de actuación habituales en cada una de las profesiones, que a menudo pueden llevar a limitaciones inconscientes. En segundo lugar, se apuesta por la transversalidad y se contempla a la cultural no como un sector estanco sino capaz de aportar a ámbitos como la demografía, la movilidad, la sostenibilidad, la inteligencia artificial, la construcción, etc. Si bien este mapa de posibles áreas de colaboración es, muy probablemente, incompleto, esta iniciativa constituye un avance que complementa la visión tradicional de la política cultural centrada en el desarrollo del sector y de sus públicos, con una idea de la cultura como una fuente valiosa de saber y hacer para avanzar en otros campos. Pero la nueva Bauhaus no debiera limitarse solamente a la dimensión ecológica y arquitectónica, sino que debe integrar todas las expresiones culturales.
La Bauhaus original nació el 1919, tras el final de la Primera Guerra Mundial, en el marco de un renacimiento cultural general sobre los escombros de una Europa devastada, que a los millones de víctimas de la guerra, tuvo que sumar el azote de la pandemia de gripe de 1918, la más mortal de la historia. Sin embargo, como reacción y casi sin solución de continuidad, nuevas ideas afloraban en esa Europa desolada, y se podía percibir ya la eclosión de un nuevo mundo. En el plano político, los imperios europeos se desintegran y nace la República de Weimar en 1919, con una nueva Constitución de carácter social, federal y republicano, reflejo de la voluntad de superar las estructuras políticas del antiguo régimen y seguida de profundas reformas sociales progresistas en el ámbito de la política fiscal, laboral y educativa, así como el refuerzo de las redes asistenciales. La Unión Soviética se encontraba en pleno proceso de gestación tras la Revolución de Febrero de 1917, acompañada por la revolución creativa de las vanguardias rusas.
Este espíritu de ruptura permitió que corrientes culturales que se habían gestado en los años precedentes eclosionaran con toda su fuerza. El expresionismo, el cubismo, el futurismo, y el constructivismo de postguerra han dejado un legado indiscutible en el acervo artístico continental, tales como el Ulysses de James Joyce, la obra de Klimt, o poetas como Apollinaire. En Alemania se experimentó una explosión cultural, los Goldene Zwanziger Jahre, que reverberó en su literatura, el cine, el teatro, y la música. Thomas Mann se hallaba en pleno proceso de escritura de La montaña mágica, Fritz Lang empieza su revolucionario trabajo en el cine, el teatro sale a la calle para acercarlo a todos los públicos, el cabaret y el jazz se popularizan como expresión de la libertad de los tiempos. La Bauhaus nace en ese contexto con un programa de corte liberal, que daba prioridad a la experimentación radical, junto con la democratización del valor estético.
Hoy nos hallamos también en un cambio de era. El desasosiego de la ciudadanía mundial ante las incertidumbres del futuro del planeta y los cambios socio-económicos derivados delas crisis económicas de los últimos quince años, ahora agravadas por la pandemia del coronavirus, y los cambios en el modelo productivo asociados con la globalización y la digitalización, retos que debemos afrontar para garantizar oportunidades para todos, son ciertamente de gran calado. En este sentido, el espíritu de la Bauhaus original es hoy vigente y de la misma forma que poetas, artistas, cineastas y arquitectos ayudaron a reconstruir la Europa de postguerra, debemos hoy atender a la comunidad creativa contemporánea para guiarnos en la construcción de una nueva Europa que nos permita romper con modos de hacer que ya no se adecuan a las necesidades ni del momento, ni del futuro.
Además, otros aspectos del ideario de la Bauhaus requieren de actualización, entre ellos, la insistencia de Walter Gropius, primer director de la institución, en el carácter apolítico de la escuela. Sin embargo, el proyecto europeo no es neutral. La Unión Europea se asienta en el artículo 2 del Tratado de la Unión Europea, estableciendo como valores europeos el respeto de la dignidad humana, la libertad, la democracia, la igualdad, el Estado de derecho, así como el respeto de los derechos humanos, incluidos los derechos de las minorías. Valores que, según el tratado, subyacen a sociedades basadas en el pluralismo, la no discriminación, la tolerancia, la justicia, la solidaridad y la igualdad entre mujeres y hombres. El veto, después superado con una solución jurídicamente cuestionable, al presupuesto multianual y al plan de recuperación por parte de los gobiernos de Hungría y Polonia nos lleva a reconocer el peligro que supone para el proyecto europeo tolerar en su seno miembros que pretenden socavar estos valores. Por ello, es necesario que Europa se reafirme en sus principios e integre de forma sistemática el apoyo de los mismos en toda acción legislativa y programática. Esto debería incluir también a la nueva Bauhaus Europea. Artistas, creadores y trabajadores culturales requieren de libertad creativa y se nutren de la pluralidad y la tolerancia. Su praxis se sustenta de forma natural, sobre los valores europeos.
El principio de igualdad entre mujeres y hombres merece especial atención en el proceso de reactualización de la Bauhaus. La Bauhaus original, si bien progresista para su tiempo al aceptar mujeres entre sus alumnado y profesorado, activamente derivaba a sus alumnas a ocupaciones de corte ‘femenino’ como tejido o cerámica: Walter Gropius estableció un sistema de selección para el alumnado femenino limitado a aquellas solicitantes que demostraran un “talento extraordinario”, lo que llevó a la reducción paulatina del ratio de mujeres entre sus miembros. Esto ha conllevado al olvido a las mujeres de la Bauhaus y sus contribuciones, mientras sus miembros masculinos son todavía celebrados. La nueva Bauhaus, en cambio, debería integrar criterios de género activos que aseguren la paridad de aquellos que quieran unirse a la aventura de construir Europa.
Esta propuesta debe ser también la ocasión de afirmar el cosmopolitismo. En un momento en que ciertos partidos abogan por fronteras herméticas e inflaman el fantasma de la diferencia, es muy positivo que las iniciativas culturales desdibujen el límite interno-externo y aboguen por incluir la participación de gentes y corrientes de pensamiento más allá de las fronteras de la Unión, reconociendo que las soluciones que queremos impulsar pueden nutrirse de otros puntos de vista, así como su necesaria adaptación a las diferentes realidades. Cabe apuntar aquí que el nacimiento de la Bauhaus en 1919 es casi paralelo con el de Vkhutemas, la escuela estatal de arte y técnica de Moscú, creada en 1920, con una visión y objetivos similares. Los movimientos, y especialmente los artísticos, no conocen de fronteras.
En definitiva, sin una expansión de su ámbito, y sin un dinamismo social de base cultural, la nueva Bauhaus no logrará catalizar un verdadero movimiento de carácter pan-europeo. Los movimientos artísticos y culturales solamente pueden surgir desde la base y nunca impuestos artificialmente desde las instituciones.
Queda resolver la cuestión de la ambición y financiación de la propuesta, quizás su punto más débil junto al ámbito de actuación. La Comisión propone lanzar cinco proyectos Bauhaus en 2021, que se integrarían en una red europea e internacional en el 2022 apoyados con plataformas, espacios creativos y nodos de intercambio de conocimiento. Dada la magnitud de los retos estas cinco Bauhaus parecen claramente insuficientes, y deberíamos aspirar a una mayor cobertura del territorio europeo, especialmente si queremos dotar a la nueva Bauhaus de un elemento de participación ciudadana sustancial. En consonancia con su espíritu transversal, la nueva Bauhaus Europea debería ser apoyada financieramente de los diversos fondos de la Unión cuyos objetivos comparte y sobre todo con el arsenal financiero que supone el Plan de Recuperación para Europa.