La lucha de Ascensión Mendieta: una vida buscando a su padre, asesinado por el franquismo
Mendieta se convirtió en la voz de la lucha contra la impunidad franquista.
“Ya me voy a morir a gusto”. Fue la frase que logró pronunciar entre lágrimas Ascensión Mendieta hace dos años, frente a la fosa común donde acababan de encontrar a su padre Timoteo, fusilado por los franquistas en 1939. Hoy, dos años después de esa imagen, su nieta ha anunciado en Twitter el fallecimiento de Ascensión con 94 años.
“El espíritu de mi abuela Ascensión Mendieta se ha sumado hoy al de su padre. Pronto descansarán juntos en el final de una travesía que prendió la llama de esperanza en otros españoles que buscan a sus seres queridos. Gracias por acompañarla en este viaje”, ha escrito.
Se refiere así a un viaje de 35 años, en los que Ascensión movió cielo y tierra —sobre todo tierra— por devolver la dignidad a su padre. Una dignidad que le habían arrebatado cuando ella tenía 13 años y abrió inocentemente la puerta de su casa a los franquistas que se convertirían en los asesinos de su padre. Durante todo el proceso para conseguir que lo exhumasen, Ascensión sólo tenía un objetivo: “Que me entierren junto a él”. Hoy, sus hijos podrán hacer ese deseo realidad.
No fue gracias a España
Hay quien dice que Ascensión nunca morirá. Que “Ascensión Mendieta está viva porque hizo memoria, porque encontró a su padre, porque exigió al Estado que no olvidara”, como señala Olivia Carballar en La Marea.
Pero Timoteo Mendieta no fue localizado gracias al Estado español. Fue gracias a la jueza argentina María Servini, que ordenó la exhumación del cadáver, a los voluntarios de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica y a las donaciones de entidades internacionales. La justicia argentina consideró las desapariciones forzosas del franquismo como crímenes de genocidio y lesa humanidad. Pero en España se consideran crímenes comunes y prescritos en base a la Ley de Amnistía de 1977.
Ascensión, que consiguió documentación que situaba a su padre en una fosa de un cementerio de Guadalajara, pensó que la llegada de la democracia le permitiría encontrarlo, pero no fue así. Por eso ella y su familia decidieron incluir el caso de Timoteo en la llamada “Querella Argentina”, interpuesta en el año 2010 ante los tribunales argentinos con el objetivo de que se investigaram los crímenes cometidos por dictadura franquista, se identificara a sus responsables y se los condenara. Esta querella nació después de que el Poder Judicial suspendiese al juez Baltasar Garzón cuando investigaba estos crímenes.
Cumplió 88 años en un avión con destino a Buenos Aires
Para formalizar la querella, Asunción voló 10.000 kilómetros el día que cumplió 88 años para rogar a la jueza Servini que le ayudase a recuperar los restos de su padre. No sólo lo logró tres años después, sino que su caso ha servido para ayudar a decenas de familias a buscar a los suyos.
Ahora, será enterrada junto a su padre, pero la historia de ambos aún no ha acabado. Como señaló en su día su hija, Chon Vargas, “aquí no acaba. Hay que sacar a todos los demás”.
La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica calcula que todavía hay 113.000 civiles republicanos en cunetas y fosas comunes.