La ilusión... de los sonidos y ruidos de la Navidad

La ilusión... de los sonidos y ruidos de la Navidad

El 'ro-po-pom-pom' bien entonado, las machaconas canciones de los anuncios, el chin-chin de un brindis, los gritos de alegría la mañana de Reyes...

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Olvida la teoría. El inicio de la Navidad no lo marca la Nochebuena, sino la ilusión de que te toque el gordo de la Lotería y tener con quién compartir el premio, o el entusiasmo de los pequeños de la familia con los primeros anuncios de juguetes. La Navidad de verdad empieza con todos esos sonidos: los de los niños de San Ildefonso, el de las canciones de los spots que no puedes dejar de tararear, el de los recitales de los colegios...

No hay Navidad que se precie sin un ro-po-pom-pom bien entonado, sin los gritos de jolgorio de quienes celebran los premios a las puertas de las administraciones, sin el ruido de una botella de cava que se descorcha o sin el tintineo de las doce Campanadas.

Ponemos en la Navidad nuestros cinco sentidos: la vista con los adornos, el gusto con el turrón, el tacto con los abrazos de los reencuentros, el olfato con el olor de los dulces y del hogar, y el oído con todos los sonidos que convierten estas fechas en una época muy diferente a cualquier otra temporada del año.

Los anuncios para los más pequeños y la frase más repetida

Ya llegan los Reyes... y los primeros que avisan de ello a los más pequeños son los anuncios de la televisión. Desde el momento en el que comienzan a emitirse la frase "pórtate bien, que los Reyes Magos lo ven todo" se convierte en una de las más repetidas en las casas en las que hay niños.

Y sí, parece que los reyes son tan magos como dicen, porque funciona como el más poderoso de los trucos. Nadie quiere arriesgarse a recibir una bolsa de carbón.

Los recitales de villancicos...

No nos engañemos, por mucho que nos pasemos semanas preparando la Navidad, las cenas y haciendo planes, nosotros somos simples anfitriones. Los verdaderos protagonistas de la Navidad son los niños, y no solo el día de Reyes. Llevan semanas ensayando en el colegio para ofrecer el mejor de los recitales y toda su familia se sabe de memoria el repertorio antes de su gran día: no dejan de cantarlos y de arrastrar a todos, como si los coros fuesen imprescindibles. Ellos sí que saben cómo integrar al público.

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...y los villancicos del aguinaldo

Lo del colegio ha sido prácticamente como un ensayo general para sacarse el aguinaldo. A los niños nunca les faltan recursos y cuando te cantan solo puedes rendirte a sus pies. Son los únicos que pueden permitirse inventarse la letra si no se la saben y aun así salir victoriosos. Además, siempre tienen la ayuda de los abuelos o los tíos que, a pesar de ofrecerles el aguinaldo a cambio de unas estrofas, acaban entonándolos ellos.

Los niños de San Ildefonso

Reconócelo, no hay ninguna otra época del año en la que te pegues el madrugón por escuchar a unos niños cantar. Ni ninguna otra persona que sea capaz de ilusionarte por tararear un número. El sonido de los niños de San Ildefonso es capaz de llenar un teatro, tener a todo el mundo pegado a las pantallas de la tele y a las radios, y seguir cubriendo las imágenes y los sonidos de los telediarios durante todo el día. Si algo no provoca su voz, es indiferencia.

Los brindis

Este sonido no se limita a las cenas de Nochebuena ni de Nochevieja. Empieza con las cenas de empresa, sigue con los brindis navideños de los amigos, continúa con la previa de las cenas de Nochebuena y Nochevieja y se extiende hasta el día de Reyes. Si para algo se aprovecha la Navidad es para pedir buenos deseos y para plantearse los mejores propósitos, y nada como hacerlo con un buen brindis.

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El debate familiar de las cenas

Es la única disputa que sabes que tendrá final feliz. Sí o sí. El debate de los reuniones familiares es tan tradicional como la costumbre de juntarse para cenar. Todos asistimos a la cita preparados para ello, haciendo apuestas sobre cuál será el tema de este año y concienciados para no enfadarnos por las disputas. Pero asumámoslo: no podemos vivir sin ellas. Escuchar a nuestro cuñado, nuestro tío o nuestro primo discutir sobre política o sobre el último programa de televisión que ha armado la marimorena nos mete tanto en el ambiente navideño como el turrón y los polvorones de las bandejas del postre.

La pandereta y la zambomba

Cada uno tiene sus habilidades. Hay gente que sabe tocar el piano, otros que controlan la guitarra o el violín y el resto nos convertimos en unos especialistas de la pandereta y la zambomba (casi a la fuerza). No hay villancico completo sin estos dos instrumentos y tampoco se puede pronunciar un fun, fun, fun decente sin su sonido. Son tan importantes como las bolas, las guirnaldas y las luces de colores.

Las Campanadas

Los nervios siempre juegan malas pasadas y hay gente que se anticipa con los cuartos. Con o sin este error, las 12 campanadas representan la ilusión de un año nuevo que siempre esperamos que sea mejor que el anterior. Las felicitaciones, los abrazos y el sonido del matasuegras son siempre el broche final para atrapar a la suerte.

El jolgorio de la cabalgata de Reyes

Niños, música, el reportero de la televisión y los gritos de asombro al paso de los Reyes son el sonido previo al roscón. ¿Quién puede conciliar el sueño después de todo ese jaleo? Es la única obligación que un niño tiene interiorizada desde que tiene uso de razón: hay que acostarse temprano si quieres que tus ilusiones se materialicen.

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Los gritos con los que te despiertan el 6 de enero

Es una norma casi generalizada: no se abre ni un solo regalo hasta que no esté todo el mundo reunido. El madrugón del 6 de enero es el menos sufrido de todo el año. Jamás te han despertado con tanta energía (y jamás has reaccionado tan bien a ello) como lo hace el más pequeño de la casa, el más impaciente por saber si los Reyes encontraron lo que ha pedido.