La historia tras la boda truncada entre Berto 'Pirata' y María Salinas
No se trata de casarse 'disfrazados', sino de hacerlo vestidos de época por un proyecto solidario y con mucho significado.
Esta no es la historia de una boda ‘friki’, que desgraciadamente, como recoge La Voz de Galicia, aún no se ha podido celebrar. Berto Carreira (50 años) y María Salinas (47) han querido casarse en los juzgados de Vigo vestidos de pirata, él, y con el traje regional, ella. Una indumentaria que significa mucho en sus vidas. “Lo de Jack Sparrow viene por un niño de un campo de refugiados que me llamaba ‘Berto Pirata’ porque llevaba una calavera en la mochila. Un día encontró una pegatina de Sparrow y la llevaba siempre. Eso significa llevar ese traje para mí”, explica Berto Pirata a El HuffPost. Pero una jueza les impidió que se casaran así.
Ni siquiera se puede decir que asistieran disfrazados. Tenían fecha para enero de 2020, pero la pandemia lo retrasó todo. Tras barajar varias opciones, finalmente se presentaron en el juzgado en abril. A medida que se acercaba ‘la normalidad’ se empezaron a plantear si sería apropiado asistir así ‘por la escenografía’, dada la situación del país.
“Decidimos que lo haríamos porque era un toque de alegría en esta época, pero no lo hicimos de broma, no era una frikada de carnaval”, relata Berto. De hecho, su traje, añade, lo ha hecho la mejor modista de Vigo de trajes de época —lleva hasta 97 botones y no precisamente baratos—. El de María es un traje regional gallego, de gala, en el que su madre ha trabajado durante años, valorado en mas de 7.000 euros.
Pero todo se truncó aquel día de la forma más surrealista. Incluso llegó a pensar que “se trataba de una broma”, reconoce. La boda estaba programada a las 12.30 y, un cuarto de hora antes, una funcionaria les dio la peor de las noticias. Todo ello en la calle, sin dejarles acceder al juzgado.
“Nos dijo que o nos cambiábamos o la jueza no nos casaba. Que su problema era cómo íbamos vestidos. En ese momento pensé que se trataba de una broma, porque ya se habían casado antes Los cazafantasmas y hasta Caperucita y el lobo feroz, y eso sí que eran disfraces”, explica.
No había inconveniente con que María asistiera con el traje regional, pero él debía ir a casa y cambiarse, algo inviable con 15 minutos de diferencia. “La funcionaria estaba allí, pero la jueza nunca nos llegó a ver”, puntualiza Berto.
Su respuesta fue: ”¿Cuál es el problema con un traje de época del siglo XV? ¿La peluca y el sombrero? Me los quito”. La funcionaria lo consultó de nuevo con la jueza. Una vez más, otra negativa. Le indicó que debía deshacerse de todo lo que representara a un pirata. Es decir, la peluca y el sombrero (que bien podía ser de un pirata o de un francés de época).
Aún así, Berto siguió poniendo de su parte para conseguir que la jueza les casara. ”¿Qué más me quito?”, preguntó. Le dijeron que los cinturones, “dos anchos cruzados que son de un traje de época”, explica.
En ese momento, su mujer lo apartó y le dijo que aquello era una “humillación”. Él estaba dispuesto “a lo que fuera” por casarse aquel día, pero cuando escuchó esas palabras de María, se dio cuenta “de que no podía ser”, de manera que le pidió a la funcionaria, que estaba ejerciendo prácticamente de recadera, que le dijera a la jueza que les recibiera: “Que antes de juzgarnos nos vea, porque no lo hizo en ningún momento. Pero la jueza se negó”.
Una boda truncada, y no porque exista ningún protocolo de indumentaria, “si nos atenemos a las dos bodas de las que hablamos antes”. Además, lo consultaron previamente con su abogada, que les aseguró que, mientras no llevaran, obviamente, armas, no habría problemas. De hecho, “no nos pueden negar el acceso a un edificio público a menos que no nos identifiquemos, ni existe ninguna ley que te impida casarse disfrazado. Únicamente hay una normativa de buena vestimenta, pero sólo para los funcionarios”, desarrolla. Berto incluso olvidó en casa los llamativos anillos de Jack Sparrow en Piratas del Caribe.
La boda nació vinculada a un proyecto solidario que la pareja lidera, Elefantes de papel. “Ya que no íbamos a tener banquete, facilitamos el número de cuenta de tres asociaciones para que, lo que la gente hubiese gastado en la celebración o en los regalos, lo donara a esas causas”, aclara. Después, a modo de luna de miel, irían a las capitales de provincia a vender los libros del proyecto solidario en las presentaciones.
La pareja interpuso una demanda a la jueza, “pero la echaron abajo porque, al ser aforada, había que presentar una querella criminal”, así que cambiaron el formulismo. Sin embargo, revela Berto, el juzgado ahora “se está basando en que no se me identificaba bien para entrar, a pesar de que me ofrecí a renunciar a parte de la indumentaria. En la querella se solicitan las imágenes y el audio de la entrada donde me ofrezco a hacerlo y los vídeos del arco de seguridad les deja en evidencia. Incluso hubo funcionarios que salieron a consolarnos”.
Por eso, “porque se le está intentando dar la vuelta a la historia”, aunque tienen nueva fecha —sin la certeza de que puedan casarse— para este miércoles 26 de mayo a las 12.30, en el caso de que consigan unirse en matrimonio, la querella seguirá adelante: “Porque si esta mujer, que pudo haber tenido un mal día, habla con nosotros —y no digo que nos pida perdón porque no tengo el don de perdonar a nadie—, para explicarle la situación y que comprobara que nuestra boda no era ni una frikada ni una tontería, todo habría cambiado”.
María es profesora funcionaria y, al no poderse casar, tuvo que reincorporarse y su sustituta perdió sus 15 días de trabajo, mientras que Berto es fontanero autónomo y tuvo que replantear su agenda laboral.
Su atuendo es mucho más de lo que ya ha explicado ‘el pirata’. “Cuando vamos al centro de mayores, ellos bailan y se divierten con Jack Sparrow; cuando doy charlas en colegios, los niños se refieren a mí como ‘Berto Pirata’; mis hijos me llaman ‘papá pirata’; en manifestaciones de activismo acudo con la bandera pirata y me quise casar así, también, porque era una forma de llamar la atención para impulsar un proyecto solidario”.
Berto Pirata, que espera cumplir su sueño este miércoles, escribió públicamente una carta a la jueza el mismo día de la boda que no salió adelante, por la noche. De momento, a la pareja sólo le queda cruzar los dedos y desearlo aun –si cabe—con más fuerza, para que en unas horas puedan decir que son marido y mujer.