La historia de Pedro Correa, el fotógrafo español que arrasa hablando de la felicidad desde Bélgica
Pronunció su discurso en una universidad belga y ya tiene en Facebook más de 5 millones de reproducciones.
¿Cambiarías algo de tu última jornada sabiendo que puedes morir mañana? Con esta simple pregunta, Pedro Correa, un fotógrafo español especializado en fotografía urbana, hizo reflexionar directamente a una clase de ingenieros recién diplomados de una universidad de Bélgica e, indirectamente, a más de 5 millones de personas a través de internet.
Durante las últimas semanas, este artista de 42 años ha conseguido uno de los vídeos más reproducidos de Facebook al casi llegar a los 6 millones de reproducciones, primero en zona francófona y ahora en suelo español.
En su discurso de poco más de nueve minutos, pronunciado el 28 de noviembre en la graduación de los alumnos de Ingeniería de Telecomunicaciones de la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica), en la que él estudió, reivindica la importancia de alcanzar la felicidad propia y de escuchar tu propia voz interior por delante de cualquier mensaje externo o imposición social.
Correa llegó a esta conclusión hace 13 años, cuando su vida cambió para siempre. Tenía 29 años y, de un día para otro y de forma totalmente inesperada, falleció su padre en un accidente doméstico.
“Todos sabemos que somos mortales, pero una cosa es saber que somos mortales y otra que vamos a morir. Ese día mi voz interior cogió un megáfono e hizo enmudecer a todas las demás voces. Me preguntó sin rodeos: ¿Ahora que ya sabes que te puedes morir mañana, cambiarías algo de esta última jornada que acabas de vivir? Es imposible vivir como antes cuando uno se hace esta pregunta al final de cada día”, relató en su discurso.
Asimilar esa noticia y cambiar su vida no fue un paso que hizo de la noche a la mañana, estuvo años hasta que lo consiguió.
“Me llevó tres años digerir ese duelo, escucharme y plantearme nuevas cosas. Luego otros tres más de planificación logística para lanzarme como fotógrafo. Veía potencial en el proyecto que llevaba haciendo y entonces empecé a pensar en cómo lo podía convertir en mi trabajo. Empecé a ir a galerías, ver a gente, exponer y, poco a poco, sobre a los 35 años comencé a vivir de la fotografía”, cuenta a El HuffPost el propio Correa, que reside en Bruselas desde que era adolescente.
Su vida se ha desarrollado prácticamente siempre fuera de España. Su padre trabajaba como profesor de literatura y le gustaba difundirla entre extranjeros. A causa de esta profesión, meses después de nacer en Madrid se fueron a vivir al sur de Francia. A los ocho años regresaron a España, aunque su estancia y la de su familia en la capital no duró demasiado. Cinco años más tarde, volvieron a hacer las maletas y se fueron a Bruselas, ya que a su padre le salió la oposición para ser docente en la escuela europea, y desde entonces, vive en la capital belga.
Aunque estudió ingeniería en Telecomunicaciones e hizo un doctorado en la especialidad del procesado de imágenes, su verdadera pasión residía en el mundo del arte. “Mi madre es pintora y lo he vivido desde siempre”, cuenta. Por esa razón y mientras hacía ese doctorado, decidió estudiar por las noches en la Real Academia de Bellas Artes.
“Por el día lo hacía desde el punto de vista de técnico y por la noche lo hacía desde el artístico al estudiar la pintura al óleo”, describe el fotógrafo, que se muestra sorprendido en todo momento por la repercusión que ha tenido su discurso. Correa lo que invita a sus oyentes es a dar ese paso decisivo para dejar un trabajo donde uno se encuentra infeliz en busca de otro donde poder realizarse.
Especialmente, reconoce el cariño que ha recibido de todos aquellos que se han apropiado de su mensaje de forma positiva: “Ha dado esperanza en algunas situaciones de gente que llevaba años en depresión y lo ve ahora cada día. Muchos profesores han decidido empezar el año con el vídeo. Otros lo han escrito. Todo eso me conmueve”.
Pero la felicidad, según indica, es una cosa muy distinta a tener una vida fácil y cómoda. Para ejemplificarlo, lo hace en primera persona: “Es saber quién eres y hacia dónde quieres ir. La felicidad es el camino. Yo me tuve que divorciar o compartir la custodia de mi hijo. Me quedé donde estaba tres años ahorrando pensando que algún día saldría adelante, porque tenía un plan”. Una y otra vez invita a dar ese salto.
Evitar dejarse influenciar
Otro aspecto fundamental al que hace referencia en su charla es el hecho de que nadie puede ser un modelo de otro. Con las siguientes palabras lo refleja:
“Os he dado un consejo a lo largo de este discurso y es que no me hagáis caso. Sois adultos, os habéis sacado la carrera, la vida os pertenece, así que dejad de hacer caso a los que vienen de este mundo caduco, de este fracaso generalizado que estamos viviendo. No me hagáis caso a mí, no les hagáis caso a vuestros padres, no les hagáis casos a los profesores ni a los anuncios. Tampoco a los periódicos. Escuchaos vosotros primero. El mundo ya no necesita más luchadores, necesita soñadores, personas capaces de reconstruir, de cuidar y, sobre todo, necesitamos hoy más que nunca personas que sean felices”.
“Nadie puede autoproclamarse modelo de nadie”, recalca Correa una y otra vez, dando importancia al escucharse a si mismo. Desde que se viralizó su vídeo, varios sitios han contactado con él para que haga un discurso similar, aunque, salvo algunas intervenciones en las charlas TEDx que tiene pendientes, el resto las ha tenido que rechazar.
Lo que buscan en él es lo mismo que pretendió la que la Universidad Católica de Lovaina, con la diferencia de que había sido alumno en el centro. “Me iba bien, había leído artículos sobre mi trabajo. Lo pensaron porque soy ingeniero, pero no ejerzo de ello. Además, hacer preguntas existenciales no se había hecho nunca en ingeniería”, cuenta.
Además, para justificar todo su argumento se sirve de datos. Correo compara que desde las instituciones belgas se ha gastado más en los últimos cinco años en enfermedades de larga duración como la depresión que en gastos relacionados con el desempleo. Cuando leyó este dato, le pareció tan increíble, que tuvo que ir a comprobarlo. Y no es algo que sea local en Bélgica, si no que se puede extrapolar a muchas zonas del mundo.
“La tendencia es que hay un incremento en la tasa de suicidios, de depresiones o de consumo de alcohol y drogas. Significa que no somos felices”, concluye.
Correa, como decía Andrés Montes en sus retransmisiones, tiene clara la fórmula. Hay que ser felices porque la vida puede ser maravillosa.