La historia de Barack Obama al llevar a Malia a la universidad hará que se te salten las lágrimas
Spoiler: al expresidente también se le saltaron…
Hace casi diez años, cuando Barack Obama pisaba por primera vez la Casa Blanca, Malia apenas tenía 10 años. Hoy es una muchacha de 19 que pisa por primera vez las aulas de la prestigiosa universidad de Harvard, y su primer día de clase ha sido duro para su padre.
El lunes 25 de septiembre, el expresidente de Estados Unidos acudió a una recepción en Delaware a favor de la Fundación Beau Biden para la Protección de la Infancia creada por el exvicepresidente Joe Biden en honor a su hijo Beau, fallecido de cáncer cerebral en 2015. Allí, durante su discurso, Obama sacó a relucir el tema de su propia hija y de cómo hay que dar las gracias por todos y cada uno de los momentos.
"Para aquellos que tenemos hijas, todo va muy rápido", se le escucha decir en un vídeo que ha hecho público la emisora de radio de Delaware WDEL 101.7FM. "He dejado a Malia en la universidad y les estaba contando a Joe y a Jill [Biden, esposa del exvicepresidente] que ha sido algo así como someterse a cirugía a corazón abierto".
Beau fought to protect the most vulnerable among us. Thanks to my friend @barackobama for honoring his life's work with the @BeauBidenFdn. pic.twitter.com/oHAb6mc6fT
— Joe Biden (@JoeBiden) September 25, 2017
Beau luchó para proteger a los más vulnerables. Gracias a mi amigo Barack Obama por honrar su trabajo en la Fundación Beau Biden.
Malia ha empezado este mes de agosto su primer año en Harvard, y Barack Obama admitió que la situación le ha dejado sin palabras. "Estaba orgulloso de no llorar enfrente de ella, pero cuando ya me iba, el Servicio Secreto iba mirando hacia delante, como si no me escucharan cuando moqueaba y me sonaba la nariz", confesó.
Pese a las lágrimas, el expresidente aseguró que ha sido un momento para reflexionar y valorar ciertas cosas.
"Es un recordatorio de que, al final de nuestra vida, y pese a todo lo que hayamos logrado hacer, lo que recordaremos siempre es las alegrías de nuestros hijos, y con suerte, más tarde, las de nuestros nietos", añadió. "Cogerles la mano, columpiarlos, escucharles hablar de cómo les ha ido en el colegio. Cosas simples, pero que son las que al final importan".