La gente feliz está en la cincuentena y tiene casa, trabajo y servicios básicos cerca

La gente feliz está en la cincuentena y tiene casa, trabajo y servicios básicos cerca

Se comenta que la felicidad no proviene del dinero, aunque lo cierto es que existe una clara correlación entre países ricos y felices.

5db62b982100000135ad409eHero Images via Getty Images

Por Víctor Raúl López Ruiz, profesor Titular de Universidad, Universidad de Castilla-La Mancha:

Habitualmente se comenta, quizá para amortiguar el golpe de la mala distribución de la renta en nuestra sociedad, quizá para conformar nuestro estado de insatisfacción, que la felicidad no proviene del dinero, aunque lo cierto es que existe una clara correlación entre países ricos y felices.

Entre los objetivos de los sistemas económicos, tanto en la llamada vieja como en la nueva economía, permanece el de maximización de beneficios. Empresas, individuos, o el propio Estado, a través del crecimiento en producción, se afanan en lograrlo. Las críticas en este sentido crecen, buscando índices complejos, con otros objetivos que motiven y satisfagan la existencia de estos agentes económicos.

Aunque, según Kant, “la felicidad depende de nosotros mismos”, tratándose así de un estado de ánimo de largo plazo, la edad parece influir en esa percepción. De esta forma, la relación felicidad-edad podemos dibujarla como una “curva en U”, dónde jóvenes, hasta el entorno de los 25 años, junto a maduros, que superen los 50, cuentan con valoraciones más altas respecto a su satisfacción con la vida. La infelicidad, cuenta con su etapa dorada, coincidiendo con esa afamada crisis de los 40.

No se trata entonces de una cuestión sencilla, baladí. Nos interesa encontrar los secretos de la felicidad, con el fin de gestionar mejor esferas sociales, económicas y políticas, sustituyendo el crecimiento de la producción por el aumento de la satisfacción, y con ello el nivel de calidad de vida.

Para esta pregunta, la de si uno es feliz, en principio, las propuestas científicas sobre medición pasan por utilizar indicadores objetivos, sobre el nivel o calidad de vida de los individuos. Usualmente se circunscriben a la renta, propiedades o el trabajo, por ejemplo el PIB o la tasa de desempleo.

Pero también está la cuestión subjetiva, de cómo nos trata la vida, para lo que una encuesta o entrevista suele tener la respuesta más completa. Entonces, la suerte o ventura de una sociedad puede cuantificarse, medirse, y compararse con la de otras. Es así como podemos saber qué posición ocupa cualquier país en el deseado escalafón de la felicidad, este año coronado por Finlandia, con Sudán como protagonista del máximo infortunio, de acuerdo al más reputado indicador subjetivo Hapiness Index UNO.

Pero, ¿cuáles son los factores clave que nos hacen felices cómo ciudadanos? Dicho de otra manera, qué se pregunta y qué áreas interesan para determinar la felicidad de los encuestados. Entre las áreas para lograr ese estado de bienestar o calidad de vida, como algunos lo llaman, tras analizar los distintos trabajos, entre los que sobresale el Eurobarómetro sobre calidad de vida ciudadana, hemos podido señalar cuatro ámbitos que circundan nuestra vida cotidiana y social en sus aspectos más comunes:

  1. Satisfacción con la vida, seguridad y confianza. En clara referencia a dos ambientes clave para todo individuo, el laboral y el de su vivienda. Somos seres sociales, por lo que nos preocupa la calidad de nuestro trabajo, la relación con el jefe, los compañeros, nuestra realización y desarrollo personal, son cuestiones clave que motivan nuestra existencia. Por supuesto, que las relaciones sociales del otro entorno más cercano, aquel relacionado con dónde vivimos, quienes y cómo son nuestros vecinos, la seguridad y confianza que se nos ofrece en nuestro barrio, su limpieza, e incluso su calidad como espacio libre de contaminantes, nos hace sin duda más felices.
  2. Integración y sostenibilidad social. Son estas cuestiones aparejadas a los nuevos retos sociales para todo ciudadano. Van desde la integración de las otras culturas, valores éticos y religiones en su propio entorno, como el compromiso personal con el cambio climático y la sostenibilidad económica a futuro, junto a la accesibilidad a una vivienda deseable para sus capacidades. En este caso, un alto precio y las formas de financiación pueden hacer que la frustración nos haga totalmente infelices.
  3. Cultura, movilidad y deporte. No se trata de circunstancias complementarias, o de efecto colateral al estado de nuestra felicidad, son todas las cuestiones relacionadas con el cuidado del espíritu. Según reza el dicho satírico de Juvenal “mens sana in corpore sano”, por decirlo de alguna manera, son las necesidades que nos permiten hacer de lo cotidiano algo especial. Entre ellas destacan los espacios dedicados al desarrollo de ejercicio físico, la fácil accesibilidad, distancias cómodas en tiempo, transporte público de calidad, facilidades culturales y de ocio, como las posibilidades en oferta cultural de cines, teatros, bibliotecas…
  4. Eficiencia de los servicios públicos básicos. Con especial detenimiento en los referentes a salud y educación, en todos sus niveles, desde el básico al específico. A ellos se añaden la relación flexible, rápida y eficiente con las administraciones públicas, para lo que las tecnologías son muy apreciadas.

De esta forma, se puede esbozar el perfil actual de un individuo feliz:

  • Es una persona de entre 55 y 60 años de edad.
  • Cuenta con un trabajo en el que se siente realizado, una vivienda que ya ha pagado en su mayor parte, ubicada en un barrio residencial, tranquilo, de pueblo o ciudad, en este caso no demasiado poblada.
  • Ese lugar le proporciona una oferta lúdica, deportiva y cultural suficiente y sostenible.
  • Entre sus vecinos y entorno se encuentran integradas varias culturas.
  • Los servicios públicos básicos de salud y educación están a su alcance y al de su entorno familiar.

Ahora piense que esto son sólo datos, estudios de economistas y sociólogos. Ojalá haya encontrado el secreto para ser feliz, coincida o no con este retrato de nuestra sociedad actual. Y un consejo: aprecie lo logrado y no se pase la vida queriendo ser Finlandia, cuando ya hace tiempo que no es Sudán.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original. 

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