La escalofriante conclusión de Pepa Bueno sobre Vox y la violencia de género que pone los pelos de punta

Pataleta de testosterona

¿Por qué ha elegido Vox las leyes de violencia de género como objetivo prioritario en España? Hablan de la nación, hablan de la inmigración, hablan de la agenda habitual del trumpismo, pero aquí ponen el acento en las leyes sobre violencia de género. ¿Por qué poner en duda los dolorosos cuerpos amoratados? Moratones como el de la mujer que la policía de Murcia ha tenido que rescatar de dentro de un armario, donde se había escondido tapada con mantas, para que su pareja no siguiera pegándole.

¿Por qué ponen en duda los moratones, la tragedia que viven los hijos, huérfanos o maltratados ellos mismos o negar el miedo a volver a casa sola tras una noche de fiesta? Hay tantos testigos, médicos, jueces, trabajadores sociales, vecinos, amigos, familiares, que el negacionismo en esto es más difícil que en el cambio climático, por ejemplo.

Pocos asuntos han logrado un consenso de la envergadura que este en la sociedad española. En la calle y en las instituciones. Se aprobó por unanimidad la Ley Integral en el año 2004, siguiendo recomendaciones de la ONU de una década antes. Se aprobó el Pacto de Estado que actualiza la ley hace un año con el apoyo de todos los grupos y la abstención de Podemos.

Cada asesinato, cada violación, moviliza en la calle a miles de ciudadanos, hombres y mujeres. Mujeres y hombres convencidos ya de que la violencia física es la expresión extrema de la desigualdad. En casa o en la calle. Y el 8 marzo de este año, las españolas, de todas las edades, de todas las situaciones económicas, de todas las creencias, dieron un aldabonazo que recorrió el planeta, con alegría, seguridad y determinación.

Y he aquí la respuesta a la pregunta. Es esa fuerza, esa vitalidad del feminismo en España, el objetivo de la campaña de falsedades, de medias verdades y farfolla que inunda nuestros whatsapps y nuestras redes sociales.

Sobre la negociación en Andalucía, hoy el diario 'La Razón' publica en portada, citando fuentes de los negociadores: "o se impone el sentido común, o la testosterona frustra el cambio". Así estamos, gobernar por testosterona.