La coronavirus son ellos
El lenguaje conforma lo que somos y somos lo que decimos y cómo lo decimos.
Tres semanas de encierro, cientos de noticias y artículos hablando del coronavirus y resulta que la RAE, en su cuenta de Twitter, dice que la forma más adecuada de denominar al causante de esta pandemia es en femenino, LA coronavirus, aunque el masculino sea lo más común. ¿De verdad creen que todo es una chorrada y las palabras no importan?
¿Díganme entonces qué opinan de la “hibernación de la economía” que estamos viviendo, de los “permisos retribuidos recuperables” a los que se tiene que acoger la gente porque el empleo, claro, está “agitado” y además muchas personas han dado “negativos no concluyentes”?
En un alarde de traducción altruista les voy a contar que cuando hablan de hibernación de la economía se refieren a un desastre económico mundial, que es el que atravesamos y con el que tendremos que lidiar en los próximos años.
Cuando les dicen que se tienen que coger un permiso retribuido recuperable significa que les echan a la calle, les obligan a cogerse “vacaciones” (si es que a estar en casa encerrados se le puede llamar vacaciones), que les pagarán, pero luego tendrán que devolver en horas de trabajo a la empresa.
Que el empleo está agitado equivale a más de 300.000 personas en el paro sólo en el mes de marzo. La peor cifra en un mes en la historia de nuestro país. Y, por cierto, yo les deseo que ojalá ustedes no sean un negativo no concluyente porque probablemente sean positivo y estén infectados por el virus.
Cada día convivimos con cientos, miles de eufemismos que nos tragamos, como nos tragamos las devastadoras cifras de personas contagiadas y fallecidas y no conseguimos digerir, por mucho que los medios de comunicación se empeñen en troceárnoslas todos los días. Un lenguaje que muchos desprecian o minimizan y que es esencial, sobre todo en tiempos de crisis, cuando se vuelve, más que nunca, una herramienta muy poderosa para comunicar ideas. Como asesora de comunicación política que he sido, les puedo asegurar que ningún político, empresaria o líder social dice ninguna frase al azar. Cada palabra se mide, se calcula milimétricamente para transmitir exactamente lo que se desea, lo que la ciudadanía debería entender. El lenguaje conforma lo que somos y somos lo que decimos y cómo lo decimos.
A todas esas personas, dictadores de la moral, que ahora deciden de qué se debe o no hablar, en qué hay que poner o no el foco, porque si no coincides con ellas y ellos eres una insensible que se preocupa por nimiedades, les digo: el lenguaje importa y mucho, aunque en estos tiempos es evidente que siempre importarán mucho más las fallecidas, los fallecidos, las contagiadas y contagiados por EL coronavirus. Sí, todas y todos ellos, sin omitir ni a unas, ni a otros.
Les deseo mucho ánimo y fuerza en este parón vital que nos ha ofrecido la vida, pero sinceramente, prefiero denominarlo pandemia mundial, crisis global y desastre económico masivo.
No me tachen de negativa, pero es que yo soy más de llamar a las cosas por su nombre, y esto es una mierda.