La complicada relación entre salud mental y examen PIR
Cuando la ola de la salud mental llegue será un tsunami porque nuestro sistema de salud no está preparado para cubrir las necesidades de tiempos prepandémicos.
El pasado 27 de marzo más de 4.000 psicólogos concurrimos al examen de Psicólogo Interno Residente (PIR) que se enmarca en las pruebas selectivas de Formación Sanitaria Especializada (FSE) del Ministerio de Sanidad, junto a otras más conocidas como el MIR. En la reciente convocatoria el número de plazas PIR era de 198, de las que 14 son para el turno de discapacidad. Saquen el cálculo de ratio por persona y plaza y descubrirán cuánto le importa a nuestro sistema la salud mental.
El reciente examen PIR sigue la estela de las dos últimas convocatorias: preguntas fuera de cualquier temario de cualquier academia, un corte excesivamente biologicista y preguntas imposibles que hacen que el azar tenga un papel protagónico en el resultado del examen. Los psicólogos comenzamos a estar hartos de nuestra situación y del ninguneo constante al que se nos somete. El cuidado de la salud mental pasa inevitablemente por ser consciente de que lo contextual es un pilar fundamental en nuestra disciplina y, por tanto, que también debe serlo en un examen como el PIR que pretende ser ajustado al conocimiento de la misma.
La psicología no puede reducirse únicamente a lo biológico porque estaríamos de facto obviando lo contextual como elemento de análisis y nuestra disciplina quedaría así desprovista de su esencia y de su cuerpo teórico. No es posible que tengamos que afrontar un examen selectivo como el PIR asumiendo que habrá demasiadas preguntas en las que tendremos que hacer un ejercicio de malabarismo y que, por tanto, será un examen que no representará ni nuestro estudio ni nuestro esfuerzo.
Lo que está ocurriendo con el examen PIR es una muestra bastante representativa de lo que ocurre con los psicólogos y psicólogas españoles; se habla mucho de que la cuarta ola de la covid-19 es la de la salud mental pero lo cierto es que cuando esa ola llegue, será un tsunami porque nuestro sistema de salud público no está ni siquiera preparado para cubrir las necesidades de tiempos prepandémicos. La salud mental en España no importa nada, y esa es la triste realidad.
Una prueba selectiva como la que vivimos el pasado marzo ha supuesto (una vez más) una buena muestra de qué es lo que importa realmente en la formación sanitaria especializada de los psicólogos españoles: el azar. Es imposible que, por arte de magia, hayas leído un libro que salió meses antes de la convocatoria o que te hayas leído un estudio clínico concreto o que sepas cuántos miligramos de no sé qué sustancia hacen falta para tratar la disfunción eréctil. Es absurdo y, sobre todo, es un insulto al trabajo de miles de psicólogos.
Exámenes como el pasado PIR o ratios como las actuales en el acceso a la especialidad de psicología clínica vía PIR no solo son insultantes para los psicólogos, sino que son también, y sobre todo, un insulto a la ciudadanía española: al sistema sanitario español no le importa suficientemente la salud mental de sus ciudadanos, pero tampoco parece importarle la formación de los futuros psicólogos que se encontrarán haciendo frente a olas post pandémicas o a intentos autolíticos, entre otras cuestiones.
Necesitamos más respeto por nuestra profesión y por nuestro estudio y trabajo. No podemos quedar al albur de pruebas selectivas diseñadas con criterios arbitrarios que no representan a la profesión, y tampoco podemos seguir aguantando ser los sanitarios con una ratio de plazas muy por detrás de la media europea.
La salud mental no es una entelequia: son costos, datos y formación; y también es un derecho de la ciudadanía. Los psicólogos y psicólogas españoles necesitamos un compromiso mayor sobre nuestra formación sanitaria: más recursos, más dinero en la formación, más plazas PIR y un diseño de exámenes ajustado a lo que es nuestra profesión y que represente los conocimientos al respecto. La salud mental de los españoles no necesita que se la invoque como si fuese un arcano, necesita ser garantizada mediante recursos y compromiso.