La ciencia tras los virales de Jordi Moltó en 'El Hormiguero'
En El Hormiguero no solo intentan explicar la ciencia, sino que también la usan para conseguir el éxito de sus contenidos. Y es que algunos vídeos están elaborados, quizá sin saberlo, aprovechando el conocimiento que tenemos del funcionamiento de la mente humana. Me refiero a los que elabora Jordi Moltó, artífice de unos característicos vídeos que siempre se convierten en virales.
He tenido el privilegio de conversar con este guionista de vídeos y sketches para varios programas como El Hormiguero, Así nos va, Crónicas Marcianas o Tonterías las justas, entre otros. Seguramente habréis visto alguna de sus producciones, ya sea en televisión o bien a través de internet cuando ya se ha viralizado. Es difícil saber cuánta gente ha visto sus vídeos, porque acumulan miles de millones de visualizaciones. Como dijo un buen amigo sobre él: es un "viralista" profesional.
Jordi Moltó es el creador absoluto. Él piensa la idea, plantea un formato, prepara un guion, produce lo necesario, supervisa el montaje y cuida la música y los efectos de sonido que aparecen en cada segundo del vídeo. Es perfeccionista y no puede dejar los recursos sonoros a cargo de cualquiera, sobre todo considerando su notable habilidad para el piano.
Especialmente lo hizo en el último que se emitió. Fue el pasado 8 de marzo. Este vídeo mostraba declaraciones de pacientes de la Clínica Psiquiátrica López Ibor en las que, por primera vez, hablaban en público de su enfermedad. Se lo explicaban al pianista británico James Rhodes, que sufrió abusos sexuales cuando tenía seis años y asegura que la música le ayudó a superar esa dura vivencia.
De este vídeo se desprenden dos conclusiones principales. Por un lado, deja claro que las personas que sufren un trastorno mental pueden llevar una vida totalmente normal. Y, por otro lado, incide en que la música puede ayudar a sobrellevar una enfermedad de este tipo. James Rhodes afirma en el vídeo que "más que la medicación o cualquier otro tratamiento, la música es lo que realmente me curaba".
Lo he preguntado a un experto, a quien agradezco su predisposición. Él es Miguel Ángel Muñoz, investigador del Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento (CIMCYC) de la Universidad de Granada. Dice que actualmente no hay pruebas de la eficacia de la música o del arte en general como una acción terapéutica capaz de curar la enfermedad mental. Ahora bien, Muñoz sí confirma que "existen evidencias de su importancia como recurso terapéutico para mejorar el estado general de los pacientes y favorecer la recuperación terapéutica de los mismos".
El investigador, también miembro del grupo de investigación Psicofisiología Humana y Salud de la Universidad de Granada, detalla que "aprender algún tipo de habilidad artística durante el tratamiento aumenta la percepción de competencia de los pacientes y favorece la autoestima y la motivación para afrontar el trastorno." Además, añade que "al tratarse de actividades grupales, la música y el arte promueven el apoyo y contacto social y evitan el aislamiento que determinados trastornos mentales conllevan".
En este caso, como buen guionista, Jordi Moltó se salió con la suya. Me cuenta que quería poner sobre la mesa la "injusticia" de que todavía se defina como "trastornados" a los pacientes de un centro psiquiátrico. Pretendía cambiar este estigma entre la sociedad y, sinceramente, creo que lo consiguió.
Los vídeos de este guionista tienen un sello de identidad propio. Son virales que recurren a la emoción y a la sorpresa con el objetivo de provocar en el espectador el ejercicio de la reflexión. Uno de los recursos más frecuentes es el típico truco de la cámara oculta, pero bajo la marca y estilo propio de Jordi Moltó se hacen llamar "experiencias reales". No todas las experiencias reales que nos enseña son con cámara oculta, pero igualmente siempre tocan la fibra.
Empatizar con las sorpresas
Al guionista le gusta jugar con el factor sorpresa. Y para eso, solo necesita una persona que tenga una ilusión ("víctima"), un cómplice y un buen equipo para llevar a cabo la idea por muy loca que sea. Un ejemplo de este tipo de vídeos es cuando llevó a la playa a Cecilia y a Almudena, vecinas de Numancia de la Sagra (Toledo) que con 80 y 55 años respectivamente nunca habían visto el mar.
O bien, cuando le dio a Isabel, que ha superado un cáncer, una sorpresa durante un ingreso hospitalario. En el vídeo grabado con cámaras ocultas vemos cómo se encuentra con su ídolo, José Luis Perales. Por cierto, éste es otro vídeo donde vemos cómo la música puede ayudar a sobrellevar una enfermedad.
Jordi Moltó me explicaba que estas sorpresas no sirven simplemente para cumplir el sueño de una persona, sino que van más allá: "Con estos vídeos mostramos a la gente que es posible hacer realidad una ilusión a pesar de tener una edad avanzada. Aquí entra en juego la empatía que siente el espectador hacia los protagonistas y la esperanza que éstos le dan. "Estos vídeos les provocan ganas de levantarse del sofá y perseguir sus deseos", añade.
Y así es. Las imágenes (fotos, vídeos, dibujos, realidad virtual...) producen respuestas fisiológicas similares a las que producirían los estímulos reales. El investigador Miguel Ángel Muñoz da ejemplos de experimentos que se han hecho para demostrarlo y asegura que "ante imágenes de amenaza se produce un aumento de la sudoración de la piel y de la actividad del músculo corrugador, relacionado con las expresiones faciales de malestar". De igual manera explica que "ante imágenes agradables de tipo sexual, familiar o niños se ve un aumento de la actividad del músculo cigomático, relacionado con expresiones faciales de placer y bienestar".
Por esta razón es prácticamente imposible evitar que se produzcan respuestas de empatía hacia los protagonistas de la historia. Muñoz explica que "en el momento en el que pertenecer a un grupo aumentaba la supervivencia, la empatía hacia el resto de la comunidad se hacía imprescindible para el buen funcionamiento social". Además, afirma que empatizar favorece el aprendizaje por observación, lo que permite conocer qué consecuencias conllevan ciertas conductas que realizan los individuos del grupo, identificar sus emociones e incluso pensamientos y aprender nuevos protocolos de comportamiento sin tener que adquirirlos por la experiencia.
Romper estereotipos y prejuicios
"Me gusta situar a los protagonistas como pez fuera del agua". Con este concepto del argot del mundo audiovisual y del guion, Jordi Moltó deja constancia de otro de sus trucos para viralizar. La idea principal es romper prejuicios con un vídeo entrañable y emotivo en el que se demuestra que las cosas no siempre son como pensamos a priori. Y, nuevamente, nos hace pararnos a pensar.
Estos vídeos, además de ser didácticos por romper con lo establecido, siempre tienen un toque simpático y de humor. Por ejemplo cuando disfrazó de chico a Brenda Pérez, una futbolista profesional, y la llevó a jugar con un equipo de hombres que se sorprenden, primero, de su juego y, después, de que sea una mujer.
A Jordi Moltó también le van los retos. Pero no tanto hacerlos él como grabar experiencias reales afrontándose a ellos. Siempre sin dejar de poner sobre la mesa la reflexión. En el último viral de este tipo propuso a algunos voluntarios que comieran el aperitivo sueco Surströmming. Se trata de arenques del Mar Báltico fermentados durante días al sol que tienen un olor nauseabundo, algo así como a basura o a podrido. Es un reto superarlo y es un reto hacerse a la idea de que esta comida vomitiva para muchos españoles sea algo habitual en la despensa de los suecos. El choque cultural invita a la reflexión.
También pudimos conocer, gracias a Moltó, la increíble historia de Mark Goffeney, un guitarrista que nació sin brazos y toca el instrumento con los pies. La sorpresa que dio el músico a unos estudiantes de conservatorio que asistieron a una sesión ante las cámaras de El Hormiguero fue una autentica "lección" para ellos. Y para todos.
Pero el vídeo más visto es el que protagoniza Melquiades Iniesta, un señor de 92 años que interpreta el personaje más conocido creado por Jordi Moltó: Daddy Melquiades. En este vídeo se explica en 30 segundos los pasos que hay que seguir para componer un éxito del reggaetón. Esta sátira enamoró a millones de telespectadores y usuarios de las redes sociales en todo el mundo. Y es que lo tiene todo: sorpresa, emoción, humor, rompe con prejuicios... Incluso llegaron a ser invitados Jordi Moltó y Daddy Melquiades en una televisión de Miami, la cuna de este estilo musical.
Pero aún hay más. Jordi Moltó también ha creado el personaje Wolfgang Maier, con el que refleja hasta donde llega la estupidez humana y consigue enrojecernos. En estos vídeos, el actor Markus Oberhauser interpreta a un reportero de una ficticia televisión alemana que entrevista a personas de la calle con la intención de sacar los trapos sucios de la tradición y estilo de vida español. Todo con el objetivo de reírnos de nosotros mismos. Otro buen ejercicio para tomar en consideración eso de la marca España.
Jordi Moltó es un artista, creador de videos que hacen reflexionar, que emocionan y que rompen perjuicios. Todo, basado en experiencias reales, tratado de forma entrañable y con delicadeza, la suficiente para hacernos reír sin ofender. Conseguir que un vídeo se haga viral a nivel mundial es realmente difícil, pero está comprobado que con un buen guion es posible, especialmente si son vídeos con mensaje y con historias y protagonistas con las que se puede empatizar fácilmente.
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