La "amistad" entre España y Reino Unido está más allá de Gibraltar (o eso parece)
La reina Isabel II destaca que España y su país son "amigos fiables y duraderos" en la cena de gala que pone fin al primer día del viaje de los Reyes.
La primera jornada de la visita oficial de Felipe VI y la reina Letizia a Reino Unido tenía en Buckingham Palace su último destino: una cena de gala que la reina Isabel II ha abierto con cordialidad. La relación entre los dos países está "fundada en vínculos tan fuertes" que prosperará "sean cuales sean los desafíos que vengan" en el futuro.
Buenas palabras antes de la trucha asalmonada hervida con hinojo que iban a servirles como primer plato, a las que Felipe VI contestó con palabras también buenas, muy parecidas a las que ha venido pronunciando a lo largo de todo el día: que España y Reino Unido están profundamente unidos, no sólo por la historia sino por el futuro.
"Miles de británicos se han instalado en España, y miles de españoles lo han hecho en Gran Bretaña, y de este modo han convertido nuestros respectivos países en sus hogares, creando vínculos afectivos muy profundos", ha dicho el rey en su turno de brindis.
Por ese momento, bastaba de política.
INCREÍBLE PERO CIERTO: APLAUSOS CON GIBRALTAR
Felipe VI se sentó a cenar después de obrar el milagro: que las dos cámaras del Parlamento británico le aplaudiesen tras un discurso en el que el Peñón/ la Roca tuvo una importancia notable. "Estoy seguro de que la determinación para superar las diferencias se redoblará en el caso de Gibraltar", ha afirmado el rey al rememorar los "distanciamientos, rivalidades y enfrentamientos" que ya antes "han quedado en el pasado" en el marco de la "rica y fructífera" historia bilateral.
Su convencimiento es que "podemos llegar a un acuerdo que satisfaga a todas las partes", pero la soberanía de Gibraltar es la cuestión más sensible en las relaciones entre España y Reino Unido. Algunos parlamentarios conservadores habían amenazado con "levantarse y abandonar la sala durante el discurso" si Felipe VI se atrevía a mencionarlo de manera directa y clara.
No llegó la sangre al río. El monarca ha optado por la fórmula de señalar el problema sin diseccionarlo y poner su solución en manos de otros. Esa prudencia ha servido para que la visita oficial siguiese su curso sin sobresaltos, pero no justifica por sí sola el aplauso generalizado que sus palabras han recibido por parte de los parlamentarios británicos. Otro punto importante del discurso de Felipe VI en Westminster ha sido su mensaje de esperanza y optimismo en los atribulados tiempos del Brexit.
"Es para mí un orgullo ser descendiente de la Reina Victoria", ha dicho para poner de relieve los estrechos vínculos que unen a las coronas británica y española y también para glosar la semejanza de sus valores, independientemente de la Unión Europea: "un firme compromiso con la pluralidad y la diversidad", la meta de "enriquecer" a sus sociedades y "el respeto a la soberanía nacional y a la legalidad".
Soberana y legal ha sido, a sus ojos, la decisión británica de abandonar el club europeo, por lo que "la respetamos plenamente", ha dicho Felipe VI, "aunque nos pueda pesar". En lugar de mirar al pasado, ha optado por pensar en el futuro de "los centenares de miles de británicos y españoles residentes en nuestros respectivos países que aspiran legítimamente a una vida digna y segura para ellos y sus familias". Uno de esos ciudadanos era Ignacio Echeverría, asesinado en el atentado de Londres y de quien el rey ha recordado "su comportamiento heroico y ejemplar".
NEGOCIOS Y PROTOCOLO
El viaje oficial de tres días de Felipe VI y la reina Letizia a Reino Unido es un hito de la diplomacia que no se producía desde 1986 y que se ha pospuesto hasta dos veces. Ha comenzado en el aeropuerto de Stansted (alrededores de Londres) y de ahí al hotel, donde Carlos de Inglaterra y su esposa Camilla han dado la bienvenida a los reyes de España. Los monarcas viajaban acompañados de una nutrida delegación de empresarios españoles, con los presidentes de Telefónica, Banco Santander, Ferrovial, Iberdrola, Inditex o Banco Sabadell.
Más allá del protocolo, del coche de caballos recorriendo el Mall y del saludo de Isabel II, este viaje es realmente importante (no es un juego de palabras) por su trasfondo económico. El objetivo es que el divorcio Reino Unido-Unión Europea dañe lo menos posible las estrechas relaciones hispano-británicas, pero todavía más: que mejoren a partir de ahora.
Trabajadores, pensionistas, vehículos, trenes, aviones, frutas, coches, turistas... Estos son los elementos que están a un lado y a otro de la balanza comercial del Reino Unido y España, que arroja un superávit del 1,3% a favor de nuestro país. Por eso, "las empresas españolas habrán tenido mucha suerte", señala Santiago Carbó, si tras el Brexit se mantiene el acceso de Reino Unido al mercado único.
Pero hay un grave problema con las finanzas. España es el país más expuesto al sistema británico después de Estados Unidos. Más del 20% de los activos y beneficios de Santander y Sabadell proceden de Reino Unido y las suyas no son las únicas ganancias que pueden verse afectadas: la inversión española allí asciende a 48.000 millones de euros. Además, descenderán las inversiones británicas en España, y eso no es bueno, porque ahora mismo ocupan la sexta posición en el ránking del dinero que entra en el país.
Té en Clarence House, sí, pero con un ojo en las pastas.