Kipling, Hitler y una pelota… de tenis
El poema 'If' es uno de los clásicos de la literatura inglesa y uno de sus versos aparece escrito en la pista central de un estadio de tenis.
El Stade Roland Garros es un estadio de tenis ubicado en el distrito 16 de París. Allí se celebra el famoso torneo Roland Garros, uno de los cuatro Gran Slam del año. El nombre del estadio hace honor al aviador francés Roland Garros, que falleció en la Primera Guerra Mundial. Pocos se podían imaginar en aquellos momentos que en la siguiente contienda mundial aquel simbólico lugar sería transformado en un campo de concentración de judíos y disidentes políticos.
Al otro lado del Canal de la Mancha se juega el único Gran Slam de tenis sobre césped, el Campeonato de Wimbledon. En su sede —el All England Club— se celebró en 1937 la final de la Copa Davis, entre las selecciones de Estados Unidos y Alemania.
Al parecer, en los momentos previos al quinto punto entre el barón Gottfried Von Cramm y Donad Dudge, el asistente de los jugadores avisó al tenista alemán de que tenía una llamada telefónica del mismísimo Führer. Tras una breve conversación volvió a la pista y, cuando le preguntaron por el contenido de la misma, se limitó a decir que “simplemente le había deseado suerte”. El campeonato, para desgracia de Hitler, se saldó a favor del equipo americano.
Quizás todo fue fruto de la casualidad, pero el 11 de octubre de 1940 un ataque aéreo de la Lutwaffe dejó caer sobre el All England Club cinco bombas, una de las cuales dañó de forma considerable la pista central.
El poema If…
En el año 2008 Roger Federer y Rafael Nadal leyeron completo el poema If, de Rudyard Kipling (1865-1936), para un video promocional de la final masculina del campeonato de Wimbledon. Un fragmento de ese poema se encuentra escrito en la pared de la entrada de los jugadores a la pista central de dicho torneo: “Si te encuentras con el Triunfo y la Derrota, y a estos dos impostores los tratas de igual forma”.
El poema, escrito por el premio Nobel de Literatura de 1907, es un clásico de la literatura inglesa y fue votado como el poema más querido por los británicos en una encuesta que realizó la BBC en 1995, coincidiendo con el centenario de su publicación.
Los versos estaban inspirados en la incursión británica contra los Boers en Sudáfrica. Es un canto a las adversidades y a las dificultades, una defensa de la imperturbabilidad que debe perseguir el “yo” que llevábamos cada uno de nosotros dentro cuando las fuerzas externas nos acosan.
El poema iba dirigido a John, el hijo de Kipling, para que le ayudara en su forma de comportarse ante las dificultades de la vida. La verdad es que la providencia no pudo ser más cruel con el autor de El libro de la selva, ya que la Primera Guerra Mundial se llevó por delante a su hijo en 1915. A Kipling no le quedó más remedio que aplicarse su propia medicina estoica.
La carta de Kipling
Volviendo a Wimbledon, parece ser que la idea de colocarlo en la pista central fue de lord Curzon, un aristócrata que financió parte de los gastos del All England Club y que conoció a Kipling en la India.
Se cuenta que en cierta ocasión un autobús pasaba por enfrente de la casa de Kipling rompiendo las ramas de los árboles de su jardín. Después de escribir sendas cartas al dueño de la línea de autobuses —pidiendo que el vehículo se apartara unos centímetros— y no obtener respuesta, no le quedó más remedio que personarse en las oficinas de la compañía.
El dueño de la empresa se mostró amable y le aseguró que no volvería a repetirse. En ese momento el escritor le preguntó por qué no había contestado a sus cartas, a lo que el dueño de la empresa de autobuses dijo que porque mucha gente estaba dispuesta a pagar por una carta firmada por Ruyard Kipling. Así de sencillo.