Keep Calm, controla el miedo a Vox
Solo hay una cosa que comparten los cuatro partidos políticos de ámbito nacional a 48 horas de las elecciones, el MIEDO. Con mayúsculas. Miedo a Vox, al crecimiento de la ultraderecha. La Ley Electoral, que prohíbe los sondeos en estos últimos días, ha disparado la especulación sobre la fuerza real de la extrema derecha de Santiago Abascal y Ortega Smith. Las plazas y los recintos hasta los topes alarman y mucho. Ese partido que va a privatizar las pensiones, a devolver a las mujeres a sus cocinas, a perseguir al migrante y que lamenta la enorme cantidad de impuestos que pagan los ricos ha logrado provocar el mismo temblor a Pedro Sánchez, Pablo Casado, Albert Rivera y Pablo Iglesias, aunque por diferentes razones.
“Tranquilidad que los trackings le sitúa estancado en el 11%”, apunta un conocido experto en demoscopia. “Vox crece, pero no de forma espectacular, nos da entre el 12 y 12,5%”, revela otra socióloga de prestigio. Pero la realidad es que es poner un pie en la calle y no dejar de escuchar a gente hablando sobre el partido de Abascal. Las imágenes de los mítines, atestados con miles de personas, coreando las consignas antisistema de esta fuerza ultra, el seguimiento en streaming -más de 16.000 personas siguiendo el mitin de Las Rozas, al que asistieron 5.000 personas mientras los cuatro candidatos debatían en la tele-, han calado tanto entre la derecha como entre la izquierda.
Una cierta histeria cunde sin freno, por mucho que los analistas presenten porcentajes de intención de voto que no difieren casi de la horquilla que se les ha estado asignado durante toda la campaña. Pero los indecisos y la España vacía son una incógnita que preocupa también a quienes estos días se afanan por no fallar en sus predicciones electorales. “No veo 70 diputados -una cifra que corre en algunas redacciones- ni de coña, salvo que se hunda Ciudadanos. La realidad es que la correlación de votos entre Ciudadanos y Vox es tremenda. En esta última etapa, si baja Ciudadanos crece Vox y viceversa. Lo que está pasando es que llenan plazas a lo bestia y eso produce una imagen social de enorme fortaleza, puede ser que sus votantes estén todos movilizados”, apunta otro sociólogo.
No caer en el pánico y mantener la calma es el mensaje que los que manejan las encuestas lanzan insistentemente, aunque dejan un resquicio a la duda que genera la España vacía. “Estamos todos con cierta inquietud por el despiste que nos producen las 15 provincias del interior, esa España vacía y rural, donde hay un puñado de escaños en el aire. Y un número importante de indecisos”, explica la socióloga consultada.
Atrás quedan los tiempos en los que a la ‘izquierda volátil’ -los votos que oscilaban entre PSOE, IU y la abstención- se le otorgaba la capacidad de decidir unas elecciones. Hoy, es el voto de esas zonas despobladas el que se ha vuelto oro para los partidos, el que nos ha hecho descubrir que ser más de pueblo que las amapolas era el sueño de todos los candidatos a las elecciones. Una faceta que en Santiago Abascal resultaba visualmente más creíble porque se ha quedado en la retina su imagen a caballo frente a la imagen más urbanita del resto de candidatos.
Aun con esa posible fuga de votos rural a Vox, los expertos en demoscopia coinciden: “Cuidado, hay que ser muy prudentes, no debemos caer en el pánico. Calma, calma...”.