La hora del Goya de Juan Diego Botto
Tras 26 años y seis nominaciones puede ganar su primer cabezón por 'Los europeos'.
Juan Diego Botto aún no tiene ni un solo Goya, pero se le espera en la gala de este sábado. De cumplirse los pronósticos, el actor hispano argentino habría tenido que esperar 26 años y cinco nominaciones para convertirse en el mejor actor de reparto por Los Europeos. Con esta sexta, que llegue la vencida.
Se ha acostumbrado tanto a ir al auditorio como candidato y quedarse sentado en la butaca cuando se abre el sobre con el nombre del vencedor, que Botto reconoce ser “un buen nominado y un mal ganador”, aunque “para todo hay una primera vez”. Y él quiere que sea ya. Su honestidad siempre le ha sumado puntos como una de las personalidades con más atractivo del cine.
Honestidad que también ha trabajado con Los europeos, una comedia negra contextualizada en la España de los años 50 que se estrenó directamente en Orange TV, sin pasar por las salas. “Es como si la censura hubiera permeado en ellos [los personajes] y el régimen no necesitara policías para decirte lo que tienes que hacer, porque el policía lo llevas tú dentro. Esa es una de las más precisas descripciones de lo que fue el franquismo y lo que explica el posterior devenir de nuestro país”, declaró en una entrevista en La Voz de Galicia. Ahí la declaración honesta.
Aunque escuchando el argumento de la cinta basada en la novela de Rafael Azcona cualquiera se acuerde de Paco Martínez Soria —dos españoles que viajan a Ibiza para ligar con extranjeras— el actor de 45 años interpreta a un señorito ligón e insolente. Es decir, es capaz de meterse en un personaje del que se siente completamente distanciado, porque cualquiera que lo haya seguido sabe que ambas personalidades no tienen nada que ver. Y no es el único personaje que no le pega nada y que puede solventar con agudeza… ¡Si hasta se ha sumado al reparto de Escuadrón Suicida 2! Igual te hace La fiesta del chivo que una película de superhéroes de DC Cómics.
Ya en la década de los ochenta hizo pequeños papeles en el cine, pero dio el pelotazo siendo un veinteañero con títulos que marcaron a toda una generación: Historias del Kronen —una locura en taquilla con la que le llegó su primera nominación al Goya en 1995— y Martín (Hache) consiguieron que todo el mundo supiera quién es Juan Diego Botto y que se le valorara profesionalmente.
Sólo por compartir plano en la mítica escena del restaurante de la segunda, junto al fallecido Federico Luppi, en el que los personajes hablaban de la patria, se le podrían haber dado todos los reconocimientos del mundo:
Historias del Kronen, Martín (Hache) y muchas más. Ya había despegado y sólo le faltaba mantenerse en la cima o ser olvidado. Y logró la consagración: Silencio roto, Plenilunio, Asfalto, Vete de mí, El Greco… Así lo hizo.
Ver su trayectoria y saber que es hijo de actores de ‘los de toda la vida’ da pie a pensar que es de esos intérpretes que no renuncian al pasado y piensan como Scorsese. Pero no, Botto no criminaliza el streaming ni el fast food. Entiende que hay un espacio para todo (y protagoniza White Lines en Netflix). “Antes cualquier cosa seria significaba hacerla en cine, ahora depende de lo que el relato necesite. Hay historias que las piensas como obra de teatro, otras como película porque da para menos de dos horas y otras que son para seis horas como mínimo. Depende de lo que la historia necesite y tenemos la suerte de estar en una época en la que el alto nivel de las plataformas nos permite hacer eso”, explicó en una entrevista en León Noticias.
Su compromiso y honestidad no van sólo de la mano de la interpretación. No le salen sarpullidos cuando le preguntan por política, como a otros actores que lo repelen con temblor en las piernas. “Vivimos en comunidad y todos debemos mojarnos para que el mundo se parezca a lo que pensamos que es más justo y digno”, dijo en la misma entrevista.
Con más de 50 películas a sus espaldas, sólo sigue creciendo. Para su próximo proyecto ha engatusado a Penélope Cruz y Luis Tosar. Trabajarán bajo sus órdenes en su primer largometraje como director.
Su vida son las artes escénicas y en ello ha volcado toda su existencia. Lo lleva en la sangre. A su madre, Cristina Rota, le dedicó el premio Feroz el pasado martes, porque ella le enseñó que “todos merecemos el pan y además las rosas” y que “a veces los artistas fabrican esas rosas”. Él acostumbra a darlas y su talento y recorrido es indiscutible. Llega la hora del Goya de Juan Diego Botto.