Jordi Sánchez: "No sé exactamente lo que niegan los negacionistas"
Entrevista al actor que da vida a Antonio Recio, personaje de 'La que se avecina', que estrena 'Nadie es normal', su nuevo libro.
Jordi Sánchez (Barcelona, 1964) tiene una de las caras más reconocibles de España. Su papel de Antonio Recio en La que se avecina, la exitosa ficción de los hermanos Caballero para Mediaset, lo ha convertido en una de las personas más famosas del país.
Además de actor, es un prolífico escritor de teatro y ha publicado ya once libros. El último se llama Nadie es normal (Ed. Planeta), donde se adentra en la escritura de relatos cortos de ficción al estilo de Paul Auster en Creía que mi padre era Dios.
Los últimos meses no han sido buenos para él. Enfermó de coronavirus y estuvo en coma inducido durante más de 20 días, ahora se recupera con el cariño de los suyos.
- ¿Cómo te encuentras?
Bien. Ya estoy en mi casa. Estoy haciendo deporte, caminando por la montaña y cuidándome. Tuve mucha suerte y me he recuperado rápido.
- ¿Cómo te contagiaste?
Imagino que en el trabajo. A pesar de que nos miran con lupa. En esta serie [Señor dame paciencia] nos hacían todas las pruebas. Tenemos una enfermera contratada. Todos los lunes nos miraban con el palito en la nariz, a media semana también, pero hay un momento en el que los actores se quitan la mascarilla en todas las producciones y alguno lo tendría asintomático o lo había cogido el martes y la prueba fue el lunes. Me imagino que fue trabajando pero tampoco lo sé.
- ¿Cómo fue ese despertar tras 24 días en coma?
Fue un rollo. Primero porque tienes a toda la familia pendiente. Estaba en mi casa y como no me recuperaba una médico amiga me dijo “te mando una ambulancia”. Me llevaron al hospital y me dijeron “te tenemos que intubar, ¿quieres llamar a alguien?”. Hice una llamada y me durmieron 24 días. El despertar fue raro porque no te despiertas sin más, como cuando te despiertas de una noche, te despiertas confundido, aturdido, no sabes muy bien lo que ha pasado y lo que no ha pasado. Todo lo que has soñado o alucinado tienes que preguntar si ha pasado de verdad. Es muy confuso todo.
- Miguel Bosé dijo en Lo de Évole que es “negacionista” y que lo lleva “con la cabeza bien alta”. ¿Qué le dirías a aquellos que no creen en el virus?
Bosé se quedó a medias, ¿no? supongo que lo contará en el próximo.
- Bueno, dijo que era negacionista convencido.
No entiendo muy bien. ¿Qué vas a negar? Ves las fotos del Palacio de Deportes de Madrid y ves mucha gente allí. Ha muerto muchísima gente. No sé exactamente lo que niegan los negacionistas. Toda la gente se ha muerto por algo, da igual si se llama Covid o Gripe 2, eso es lo de menos. El caso es que hay una pandemia y eso no se puede negar porque la gente está enfermando y se está muriendo.
- Contó Paz Padilla, que también estuvo ingresada por coronavirus, que le fuiste de gran ayuda.
Le dije ‘si tienes sintomatología y te encuentras peor no te esperes’. No es que yo me esperara pero al principio tuve cuatro días como de un trancazo. Estaba en la cama y estaba bien. Pensaba que iba cada día mejor pero no acaba de terminar. Nunca me faltó el aire ni nada de eso. Pero cuando llevaba ocho o nueve días y me puse otra vez a 38º y ya decidieron llevarme al hospital.
Ella se sintió muy mal un día y se fue directa al hospital pero nada más que eso. Es lo único que le dije, no te esperes. Si te encuentras mal te vas al hospital que para eso estamos pagando la Seguridad Social toda la vida.
- ¿Cómo surge la idea de hacer este libro? Me recuerda un poco al de Paul Aster, el de Creía que mi padre era dios.
Qué bonito ese libro. Lo leí hace muchos años. Siempre he escrito teatro y lo he estrenado en muchos sitios, fuera de España también he estrenado cuatro o cinco obras, pero nunca había escrito narrativa.
Escribo porque me parece liberador. Lo hago desde hace 25 años y en este caso me salió así. Me salían historias: unas de cinco líneas, otras de cinco páginas y otras de 10. No hay una voluntad de hacer relatos cortos, sencillamente surgen temas que no tienen nada que ver el uno con el otro y me encuentro con cuarenta y pico historias.
- Imagino que hay muchas vivencias propias en esos relatos.
Hay propias e inventadas. Son historias muy de barrio. Soy de la periferia de Barcelona y he estado mucho en la calle. Era un barrio de nueva creación donde todas las parejas se fueron a vivir recién casados y empezaron a tener hijos todos a la vez y aquello era como Chiqui Park. Éramos muchos chavales, todos de la misma edad.
- ¿Cómo has llevado la mega fama de ser Antonio Recio?
La he llevado bien, que la gente te pare por la calle para decirte que le ha encantado el capítulo de ayer o me gusta tu personaje a pesar de cómo es Antonio Recio, que tiene todos los defectos del mundo. La gente entiende que es una comedia y que estamos haciendo un retrato de un tipo de persona que está ahí y no he tenido ningún problema.
La popularidad y el hecho de que te pare la gente y te diga “estoy fatal en casa, estamos en paro y ese ratito que pasamos con vosotros nos olvidamos de todo” maravilloso.
- ¿Cómo se construye un personaje como Antonio Recio? Es una persona despreciable pero que logra caer bien a la gente.
El personaje lo tiene todo: es un compendio de defectos. Es egoísta, va con pistola por el rellano. La directora dijo “este personaje es así pero tiene que caer bien” y me lo llevé a lo infantil. A ese señor que todo le sale mal porque lo castigan muchísimo. Todo le sale fatal y siempre pierde. Ese hombre en la realidad es insoportable es para educarlo otra vez y meterlo en la cárcel. Como personaje es un bombón, a mí me hace muchísima gracia, pero ofende a todos los colectivos. Es tremendo. Se trata de que la gente entienda que es una crítica a ese tipo de persona, no una crítica a los colectivos.
- Antonio Recio es parte de la historia de España, ¿pesa esa responsabilidad?
Me hace feliz. La primera vez que gritan “pescadero cabrón” y oír las frases de Amador. Ir a una discoteca y escuchar la canción de Pablo Chiapella es brutal. Los críos te dicen lo de los pechotes. A veces la gente se confunde porque yo en mi vida no digo esas cosas.
- La serie lleva más de una década en antena y habéis tenido polémicas precisamente por comentarios de tu personaje o el de Pablo Chiapella. ¿La gente se ofendía más antes que ahora?
La gente tiene más medios para, si se ofende, darlo a conocer al prójimo. Antes si pasaba algo que no gustaba mandaban una carta a la cadena y había que hacer ese esfuerzo. Ahora con las redes la gente cuando se enfada te pone a parir y se queda muy liberada y muy ancha. Ahora es más fácil decir lo que piensas e incluso decirlo mal, que a veces pasa.
Vivimos un momento delicado porque la gente se enfada por todo y hay que ir con cuidado, no tanto en mi caso que es ficción, pero gente como Buenafuente, que está todo el día comentando la actualidad me parece muy delicado porque la gente está muy sensible y yo si no me gusta algo apago la tele pero hay gente que no, que no apaga la tele y manda un mensaje a las redes y te pone fatal.
- ¿Qué pasa ahora con La que se avecina?
Lo que es seguro es que Montepinar, el espacio donde rodamos, ya no existe. Está destruido. Estamos en el aire. No sé qué van a hacer con nosotros. Ellos lo sabrán pero nosotros no. Nos fuimos todos de allí, aquello desapareció y no sé dónde nos van a meter pero Alberto Caballero ha confirmado la temporada 13.
- ¿Cómo te llevas con los rodajes Covid?
Son rollo pero como todo. Para las productoras es carísimo. El equipo no se quita la mascarilla para nada y nosotros sólo para rodar. Te la quitas, la dejas en una cajita y la vuelves a poner. Ahí está el riesgo. Decía Paz Padilla que a los actores nos tendrían que vacunar, pero cómo vas a pedir que te vacunen cuando no han vacunado a los ancianos. Hay gente que tiene prioridad y es eso o dejar de hacer las series y las películas. La gente se cuida mucho aunque luego cada uno tiene su vida pero cuando estás rodando intentas no hacer el tonto pero aún así, yo era muy prudente y lo cogí.