Ir a disputar un torneo y acabar en una guerra: así narra Jordi Escura su huida de Ucrania
El preparador físico de la selección femenina de Ucrania, al que el estallido de la guerra le ha pillado en Kiev, cuenta a 'El HuffPost' cómo lo ha vivido.
Ir a disputar un torneo de fútbol femenino y acabar inmerso en una guerra. Eso es lo que les ha pasado a Lluís Cortés, entrenador de la selección de Ucrania y al preparador físico Jordi Escura.
En la furgoneta para salir de Kiev que comparten ambos, Escura atiende a El HuffPost vía WhatsApp. “Llevamos en el coche... aquí son las 4 de la tarde, debemos llevar cuatro o cinco horas y no hemos salido de Kiev, estamos en las afueras intentando coger la autopista pero está saturada. Estamos prácticamente quietos”, señala el preparador desde un monumental atasco.
Con voz serena, relata todo lo que han vivido en las últimas horas. “Nos ha pillado de imprevisto como a todo el mundo, supongo”, comienza. El ataque de Putin a Ucrania les pilló en el país casi de de casualidad: “Nosotros volvíamos ayer de un torneo amistoso con la selección femenina de Ucrania, que jugamos en Turquía, volvíamos aquí para coger el avión y volver a Barcelona”.
“Esta noche, debían ser las cuatro o una cosa así me he despertado por unos ruidos que se asemejaban a bombas pero, lógicamente, no pensaba que lo fueran. Al cabo de un rato he oído una tercera y luego un rato después he visto que me llamaba mi hermana y me decía ’Oye, que el tema ahí se ha puesto en marcha, a ver qué hacéis”, explica Escura.
Ahí, activaron la maquinaria. Cortés y él se levantaron rápidamente y empezaron a mover ficha, “hablando con la Embajada, hablando con la Federación ucraniana” e intentando “recopilar la máxima información” para ver qué opciones tenían y cuál parecía la mejor, al menos sobre el papel.
Decidieron encaminarse hacia Lviv que, como explica, es una ciudad que está a unos 70 kilómetros de la frontera con Polonia, y “donde se desplazaron todos los diplomáticos y embajadores”: “Por un lado parecería ser la zona menos insegura quizás y, por otro lado, está cerca de la frontera, que el objetivo final es cruzarla. Una vez en Polonia ya es vía normal, coger un tren o lo que toque hasta Cracovia o Varsovia y avión para Barcelona”.
La panzada de coche la viven con paciencia y casi con filosofía: “Sabemos que va a ser un viaje muy largo pero bueno, mientras no veamos aviones, helicópteros, tanques, soldados, bombas, disparos o misiles, llevamos una relativa tranquilidad encima”.
De momento ambos no han visto nada, aunque admite que “en el momento que empecemos a ver movimientos de esos será otra película”.
Para su periplo, tienen provisiones, y desconocen si las tiendas estarán abiertas o no, aunque su sensación por lo que han podido ver es de que “los negocios están más o menos abiertos”: “No hemos avanzado tanto como para saberlo. Vamos un poco provistos y haciéndonos a la idea de que lo que nos encontremos nos lo encontraremos”.