Johnson hace cambios en Downing Street en un intento por relanzar su Gobierno
Mientras, una biografía sobre su esposa, Carrie, la señala por su papel de enorme influencia en el gabinete del primer ministro de Reino Unido.
El primer ministro británico, Boris Johnson, ha nombrado un nuevo jefe de personal y un director de comunicaciones para sustituir a los que han dimitido, como parte de una reforma en Downing Street que pretende relanzar su Gobierno tras semanas de polémica.
Johnson ha anunciado en las últimas horas que el actual secretario de Estado del Ministerio del Gabinete y canciller del Ducado de Lancaster (lo administra), Stephen Barclay, será el nuevo jefe de Personal, en sustitución de Dan Rosenfield, una pieza clave para el funcionamiento de la residencia y despacho oficiales del primer ministro.
El experiodista de la BBC y antiguo jefe de prensa del líder conservador en su etapa como alcalde de Londres, Guto Harri, asume el puesto de director de Comunicación, en lugar de Jack Doyle, que también renunció el jueves tras ser implicado en el escándalo de las fiestas organizadas en Downing Street durante la pandemia.
“Los cambios que anuncio hoy de mi equipo sénior mejorarán la forma en que opera el Número 10 (de Downing Street), fortalecerán el papel de mi gabinete y de mis colegas de bancada y acelerarán nuestra misión definitoria para reequilibrar el país”, ha declarado el primer ministro.
Cinco estrechos colaboradores de Johnson dimitieron entre el jueves y el viernes, siendo la más destacada su aliada durante años y jefa de la unidad de Políticas Munira Mirza, quien se fue por discrepar con unas acusaciones de su jefe contra el líder laborista, Keir Starmer, y fue reemplazada por el diputado Andrew Griffith.
También dimitió, sin especificar sus razones, la colega de Mirza Elena Narozanski, mientras que Doyle, Rosenfield y el secretario privado de Johnson, Martin Reynolds, figuran entre los involucrados en los festejos de 2020 y 2021 que ahora investiga la Policía por presunta infracción de las restricciones sanitarias.
La portavoz laborista del Ministerio del Gabinete y vicelíder de ese partido, Angela Rayner, calificó este domingo de “farsa” el nombramiento de Barclay, que ahora combina el nuevo cargo con el anterior más el de diputado, y dijo que demuestra que el jefe del Gobierno “se ha quedado sin gente seria que quiera servir bajo su liderazgo incompetente y caótico”.
Varios parlamentarios, incluso conservadores, han indicado que es prácticamente imposible y potencialmente ilegal que Stephen Barclay combine la función de diputado electo con el cargo de Jefe de personal en Downing Street, al mismo tiempo que sigue ocupándose del vecino Ministerio del Gabinete.
Según fuentes gubernamentales, la principal función de Barclay, que fue ministro del Brexit durante el Gobierno de Theresa May, será integrar ese ministerio con una nueva Oficina del Primer Ministro.
Por su parte, Guto Harri, cercano a Johnson pero que se opuso a la salida de la Unión Europea, cuestionó hace solo unos días en un programa de la BBC la integridad del primer ministro en su actual gestión, aunque alabó algunas de sus virtudes y señaló que puede funcionar si se rodea de un equipo competente.
El líder tory ha dicho que planea efectuar más cambios en los próximos días, en buena parte para contentar a su grupo parlamentario, una quincena de cuyos diputados ha pedido ya abiertamente su dimisión y varios han reclamado oficialmente una votación sobre su liderazgo.
Y ahora, su esposa Carrie
Los dolores de cabeza van a más porque ahora se han conocido las acusaciones vertidas en un nuevo libro contra Carrie, esposa del primer ministro, que han abierto un debate en el Reino Unido entre quienes dicen que ejerce una influencia indebida sobre el jefe del Gobierno y los que condenan lo que perciben como ataques sexistas y recuerdan que es él quien está al mando.
En un extracto de su próxima biografía sobre la joven, recogido este domingo en MailOnline, el exvicepresidente y donante del Partido Conservador, Michael Ashcroft, revela detalles, atribuidos en general a fuentes anónimas, de cómo la activista tory supuestamente trata de influir en la agenda de su esposo e interferir en sus decisiones y nombramientos.
En respuesta a estas imputaciones, una portavoz de la conservacionista de 33 años ha dicho a la BBC que está siendo blanco de “una brutal campaña” para desacreditarla por parte de “antiguos cargos amargados”. “Es una ciudadana particular que no desempeña ningún papel en el Gobierno”, subraya la fuente.
Como exdirectora de Comunicación del Partido Conservador y antigua asesora de destacados tories, Carrie Johnson tiene una vinculación con la política de la que carecían otros consortes en Downing Street, y en los últimos meses se ha visto salpicada por el escándalo de las fiestas celebradas allí durante la pandemia.
Además de aparecer en fotografías junto a su esposo en presuntas reuniones de trabajo, su nombre se ha mencionado en relación con la polémica redecoración de la residencia oficial, inicialmente financiada con donativos no declarados. Y se la critica por gastar, supuestamente, 538 libras -la cobertura de maternidad de seis meses- en un Ipad dorado.
El desde hoy director de Comunicación de Johnson, Guto Harri, insinuó hace unos días que ella estuvo detrás de la decisión atribuida al primer ministro de priorizar el rescate de animales domésticos de una ONG, frente a afganos en riesgo, durante la evacuación de Afganistán el pasado verano.
Por su parte, Dominic Cummings, antiguo asesor principal del líder tory, la ha acusado de querer colocar a sus amigos en puestos clave y sostiene que el día de su cese el 13 de noviembre de 2020 todos ellos lo celebraron a ritmo de Abba en el apartamento de la pareja pese al confinamiento.
En el anticipo de Primera Dama: Intriga en la corte de Carrie y Boris Johnson, que se publicará en marzo, lord Ashcroft argumenta que ella “le impide liderar el Reino Unido como los votantes se merecen”. “Podría haber sido un gran primer ministro, pero su falta de disciplina, que le llevó a involucrarse con Carrie, ha tenido un coste. Su potencial para transformar el país se ha desperdiciado y, en lo que a mí respecta, es por culpa de ella. Es una relación tóxica. Está aislado. Es muy triste. Políticamente, no hay agenda, está a la deriva”, declara una de las fuentes del millonario empresario.
¿Quién es el jefe?
En el mismo extracto, el exministro conservador John Whittingdale defiende en cambio a su antigua asesora, a la que considera “la mejor en su campo”, sociable y buena compañía.
“La influencia que le atribuyen es inexacta -dice-. Esta es la primera vez que la esposa del primer ministro ha sido una activista política comprometida y tiene conocimientos y experiencia de trabajo en política, por lo que, por supuesto, se hablará de eso. Pero ella es muy buena”, afirma.
Whittingdale dice también que Carrie, que se casó con Johnson después de que éste se divorciara de su segunda esposa y ahora tienen dos hijos pequeños (él tiene cinco más), pasa por “un momento difícil”.
“Esta disgustada y lo siento por ella. Es una existencia bastante solitaria. Creo que les está costando. No ve a Boris tanto como le gustaría porque él está tratando de gobernar el país”, manifiesta.
Varios personas han salido en defensa de la joven, entre ellas el ministro de Empresa, Kwasi Kwarteng, que hoy declaró a la BBC que “no es cierto que tenga una influencia indebida” y recordó que Johnson lleva en política 25 años y “tiene sus propias ideas”.
El antiguo titular de Economía George Osborne instó en Twitter a poner fin a las acusaciones “misóginas” y apuntó que los fracasos o éxitos del Gobierno “son responsabilidad de Boris y no de su esposa”.
La periodista Sarah Vine, recién divorciada del ministro Michael Gove, dijo a la BBC que “lo más fácil es siempre culpar a la mujer” y añadió que si Carrie ha acabado teniendo demasiada vía libre “es culpa de él, él es quien manda, es el primer ministro”.
La diputada laborista Jess Phillips consideró en ocasiones pasadas que los ataques a la inquilina de Downing Street son “sexistas y edadistas” y su colega conservadora Tracey Crouch ha opinado hoy que el retrato de Carrie como una Lady Macbeth “es un poco sexista y también grosero hacia el primer ministro”.