Jay Asher, autor de 'Por 13 razones': "No hay una forma correcta de hablar del suicidio y que le guste a la gente"
Le preguntamos al escritor del libro que inspiró la serie de Netflix por 13 cuestiones polémicas.
Una adolescente que a ojos de los demás no parece tener problemas decide quitarse la vida. No se mueve por una única razón, lo hace por trece razones, y las explica en siete cintas de cassette, una en cada cara.
Cuando Jay Asher empezó a escribir su segunda novela, en la que se basa la serie homónima de Netflix, sabía que se metía en terreno pantanoso. No se equivocaba. En 2007, año en que el libro llegó a las librerías de Estados Unidos para colarse tiempo después en la lista de recomendaciones de The New York Times, le llovieron las críticas, aunque también las alabanzas. Exactamente las mismas fases por las que ha pasado la cadena de contenidos online desde que estrenó la producción el 31 de marzo de 2017.
¿Es ese un contenido para adolescentes? ¿Está un joven de esa edad preparado para enfrentarse a esas escenas? ¿Se hace apología del suicidio? ¿Se idealiza al devolverle el halo romántico del siglo XIX?
La llegada de la serie, producida por la cantante Selena Gomez, puso estas preguntas de nuevo sobre la mesa. No sólo en Estados Unidos, donde el suicidio es la décima causa de muerte; también en Europa, en donde es la tercera en el grupo de edades comprendidas entre los 15 y 29 años. Además, la noticia de la muerte de un joven peruano de 23 años que se quitó la vida siguiendo el patrón de Por trece razones tras sufrir un desengaño amoroso contribuyó a acrecentar la polémica y avivó el debate.
Un debate en el que Asher no tiene problema en entrar. Tampoco lo tiene a la hora de hablar de la serie de Netflix ni de la recientemente anunciada segunda temporada (confirmada el 7 de mayo y de la que hay ya algunos datos). A su paso por Madrid, donde ha venido a celebrar el 10º aniversario del libro, aprovechamos para hablar con él de esos y otros asuntos relacionados con Por trece razones (Nube de Tinta). Exactamente le preguntamos Por trece cuestiones.
Un familiar mío casi se quita la vida cuando tenía la misma edad que Hannah. Hasta entonces había intentado escribir libros divertidos para público juvenil, nunca había pensado en hablar de esto. Nueve años más tarde se me ocurrió la idea. Pensé que era muy potente y que era muy positivo abordar este tema; gracias a este enfoque podías escuchar los pensamientos de Hannah y también los de la persona que ha quedado tras su desaparición [Clay].
El personaje no se parece mucho a mi familiar, pero a través de nuestras conversaciones durante estos años llegué a comprender su mentalidad y a comprender su dolor. Creo que me costó un tiempo asimilarlo todo. Si hubiera escrito sobre este familiar justo después de enterarme del intento de suicidio, seguro que no hubiera aportado la misma perspectiva a la historia.
No entrevisté a adolescentes. Hablé con mi esposa y con dos amigas y les pregunté a qué tuvieron que hacer frente en esa época. Quería saber cosas que se les habían quedado enquistadas. ¿Qué te pasó cuando fuiste adolescente que hoy crees que te sigue afectando? Eso lo he plasmado en Hannah. De alguna forma todos hemos sufrido rumores y hemos participado de ellos, pero al hablar con las tres me di cuenta de que eran un parte muy importante de su adolescencia y se convirtieron en una parte muy importante de la novela. De hecho, tuve que volver a escribir algún pasaje. Además investigué sobre el suicidio y la depresión. Me sentí un poco raro porque Hannah va siguiendo más o menos el patrón de un suicida.
Es más bien para adolescentes. Lo escribí para que se sintieran identificados. También tenía la esperanza de que algunos adultos lo leyeran, pero no está dirigido a ellos. Muchas veces se acercan adultos y me dicen que empezaron a leer mi novela y pensaron que le había dado un enfoque muy melodramático, que Hannah exageraba las cosas. Parece que no recuerdan que cuando eran adolescentes también eran melodramáticos porque estaban experimentando las cosas por primera vez.
Participé un poco en la elaboración de la primera temporada. Me pude haber involucrado más pero no quise, preferí confiar en el equipo. Pasé mucho tiempo hablando con Brian Yorkey [creador de la serie] y vi que comprendía perfectamente la novela. Pensé: 'Si la entiende bien, el trabajo va a ser fantástico'. Me enviaron parte de los primeros guiones, de los preliminares, di el visto bueno a lo que estaban haciendo y llegado el momento dije: 'No quiero más guiones. Os doy total libertad para seáis todo lo creativos que podáis'.
Sabía que la serie iba a pasar por eso porque ocurrió lo mismo con la novela. Durante 10 años recibí feedback por parte de adolescentes diciendo cosas fantásticas sobre el libro y también noticias de muchos padres que decían sentirse incómodos porque creían que romantizaba la historia e incluso frivolizaba sobre ella. Pero lo interesante es que el libro habla desde un prisma y la serie desde otro distinto, en ambos casos la gente dice que no era la forma de abordar el suicidio. Es curioso, no hay una forma correcta de hablar de este tema y que le guste a todo el mundo. La única solución es no hablar y ése es el problema. Sabía que eso iba a pasar cuando estaba en el proceso de escritura, sabía que muchas personas iban a decir que mejor no hablase de eso y otras que dirían que hablar empeora las cosas. A fin de cuentas es lo que ha pasado, pero la solución no es no hablar.
Me pareció un recurso visual muy potente y me pareció muy bien que lo enfocaran así. En el libro Hannah ingiere pastillas y eso pasa antes de que Clay empiece a escuchar las cintas, por eso no lo vemos. La serie se monta de otra forma, uno ve más vida de los personajes paralelos, no sólo la de Hannah y Clay. Gracias a la televisión podemos ver ese momento tan incómodo. Si hasta entonces se había mostrado todo, no hacer lo mismo con el suicidio habría transmitido a los espectadores la idea de que seguimos teniendo miedo a hablar de ese tema. Eso fue lo que les llevó a cambiar el final, decidieron hacerlo así para que fuera más difícil de ver. Es alguien que está tomando una decisión muy muy trágica, si fuera fácil de ver sí parecería que se está romantizando la historia, pero si se hace algo muy fuerte y muy doloroso sí se consigue transmitir esa idea.
La primera vez que escribí la historia, Hannah no se tomaba suficientes pastillas. Eso es lo que pasó con mi familiar y ése era inicialmente el final. Sin embargo, decidí cambiarlo y que no viviera por respeto al tema. No hay segundas oportunidades. Creo que está muy bien leer el libro o seguir la serie de televisión y ver que esa chica podría haberse abierto a Clay o podría haberse abierto a sus padres. Ella tomó las decisiones, decidió no hacerlo, y está muy bien ver que tenía todo al alcance de su mano y no solicitó ayuda. No lo hizo y podía haber hecho mucho más.
Conozco algunas tramas, pero les dije lo mismo que en la primera, que no quería saber más. Yo ya he contado todo lo que tenía que contar y confío en la gente que está involucrada en el proyecto. Hubo un momento en que pensé escribir una secuela de la novela, pero mi cabeza empezó a meterse en otros fregados y pensé que igual no tendría tanta fuerza. Es verdad que pueden estropear la historia, pasa con muchas, y ésa es otra de las razones por las que no quise escribir la secuela. Sentía que había escrito y había plasmado todo lo que quería y preferí centrarme en otros proyectos. Desde el principio sabía que había una puerta abierta a la segunda temporada y cuando supe que la iban a hacer empecé a sentir nervios porque podían fastidiarla, pero también podían haber fastidiado la primera y no lo hicieron. Así que, como fan de la serie y de los creadores, simplemente tengo curiosidad por ver hasta dónde la llevan. Podía haber terminado todo en la primera temporada y la historia habría quedado redonda pero se puede contar más, hay más temas con los que lidiar.
Creo que con el suicidio hay muchos estereotipos. Cuando quieres dibujar a alguien muy deprimido y con instintos suicidas tenemos todos una imagen muy específica. A veces esa imagen se corresponde con la realidad, pero si sólo vemos eso significa que vamos a pasar por alto todas esas otras personas que también están sufriendo. A lo mejor decimos 'oh, qué guapa es', 'oh, qué lista es'... Seguro que ella también está pasando por esos malos momentos pero seguro que los lleva bien, seguro que los sobrelleva. Ése es el caso de Hannah y es el caso de mi familiar. La miraba y decía: 'Esta persona tiene todo, le va todo muy bien, y puede gestionar todo lo que pasa a su alrededor'. La gente no se abría a ella y ese fue el problema, ella no se sintió comprendida.
Nuestra sociedad no es la mejor a la hora de tratar estos temas, la gente se siente incómoda diciendo que tiene depresión. Se siente incómoda y por tanto no habla y eso hace que aumente la bola de nieve. Desde que publiqué el libro muchas personas se me han acercado y me han dicho que se sienten comprendidos por primera vez. Eso significa que necesitaban sentirse entendidos, pero lo ideal sería que se hubieran sentido entendidos antes de leer el libro. Eso es algo muy positivo que yo buscaba cuando escribí la novela. Es precisamente lo que le pasó a mi familiar: tenía muchos problemas dentro pero no se sentía segura sacándolos con nadie.
También otras personas se acercan para decirme que se identifican con el chico y que la novela les inspiró para acercarse a esa persona que creían que estaba sufriendo y preguntarle si iba todo bien o qué le pasaba. Clay se parece mucho a cómo era yo en el instituto, si algo no tenía que ver conmigo no me involucraba ni decía nada. Es difícil preguntarle a alguien '¿estás bien?', pero necesitamos hacerlo. Si alguien no está bien y no está contándolo, necesitamos decirles tienes que hablar con alguien y puedes hablar conmigo.
Está en todas las partes en la historia. La mayor parte de la gente con la que habla Hannah piensa que ellos estaban haciendo algo insignificante o que tampoco era para tanto. Pero lo que yo quería demostrar en el libro es que cuando tratamos a las personas de una forma buena o mala es imposible saber cuáles van a ser las consecuencias. Todos entendemos que nuestros actos tienen repercusiones pero no se trata sólo de lo que tú haces, sino de cómo esa persona lo acepta teniendo en cuenta la mochila de todo lo que tenía detrás en su vida.
Una de las cosas más maravillosas que me han pasado es que jóvenes que tenían instintos suicidas se me han acercado y me han dicho que les gustaba Hannah, que se identificaban con ella aunque eran muy conscientes de todo lo que había hecho para cavar su propia tumba, para empeorar su situación. Esas personas se preguntaban por qué hacía eso cuando tenía tantas soluciones a su alcance. Todos podemos pedir ayuda en nuestro entorno y para esos jóvenes ver a Hannah y entender lo que le había pasado les animó a hacerlo.
Otra cosa que me ha pasado es que muchos padres me han comentado que la historia, tanto de la novela como de la serie, les inspiró a sentarse con sus hijos y hablar sobre estos temas. Ellos daban por hecho, 'mi hijo si tiene un problema se va a acercar a mí', pero lo cierto es que muchos hijos no se sienten tan seguros. Como adultos tienen que dejarles claro que pueden acercarse a ellos y contarles lo que quieran. También hay padres que dicen: 'Yo no quiero que mi hijo vea la serie o lea el libro porque no quiero darle ideas'. En ese caso, lo que hacen es cerrar bajo llave esa conversación. Le están diciendo a su hijo o a su hija: 'Esto no es un problema y no vamos a hablar de esto'. Lo hacen porque es un tema incómodo y lo entiendo, pero siempre va a ser incómodo. Da igual si te gusta el libro o la serie, habla sobre eso porque va a ser positivo. Puedes acercarte a tu hijo y decirle que no te ha gustado nada y preguntarle qué le ha parecido a él. Eso ayuda a transmitir que no nos da miedo hablar del tema y creo que es la mejor reacción que puede suscitar el libro.
Cuando fui al instituto eran unos años muy fáciles, no tuve que enfrentarme a muchos problemas, pero desde que salió el libro y empecé a hacer la gira y los talleres, veo que ahora la gente se estresa mucho más por culpa de internet. El ciberbullying es algo que los adultos no hemos tenido que afrontar cuando estaban en el instituto. Las cosas han ido cambiando, no podemos fingir que todo sigue igual, porque no es así. Sé que mi hijo va a tener que lidiar con todo eso llegado el momento. Por suerte, al escribir este libro he aprendido mucho acerca de los adolescentes y lo importante que es que sepan que estamos ahí para ellos, para apoyarlos, sobre todo cuando eres padre. Eso es sin duda lo que quiero hacer, que mi hijo tenga muy claro que pueda recurrir a mí.