Ismael, el último guardián de la memoria de Al Andalus en Tombuctú
La periodista Miryam Pedrero proyecta en Madrid su documental sobre el viaje de ida y vuelta de la biblioteca andalusí más importante de África.
Ismael Diadié Haidara es el único custodio del tesoro que su familia ha logrado conservar a lo largo de los siglos: una biblioteca que condensa la memoria del tiempo en el que su gente vivió en Al Andalus y de los más de cinco siglos de exilio posterior en Mali, hasta donde huyeron cuando el fanatismo y la fe única se adueñaron de Toledo. En el camino, los suyos lo perdieron todo, lo mudaron todo. "Salimos blancos de la península en el siglo XV y hoy somos negros", resume gráficamente. Una transformación forzada por el éxodo que parecía detenida, al fin, en pleno siglo XXI. Pero no. Ahora, otra vez, el odio al diferente vuelve a cruzarse en su camino y a amenazar esos legajos que aún dan fe de lo que fueron y son los descendientes de Ali Ben Ziyad Al Quti, de aquel entorno vital, cultural y sentimental del que fueron arrancados.
La historia del llamado Fondo Kati y la batalla de Diadié por mantener a salvo los más de 12.000 manuscritos literarios, científicos y religiosos que forman esta biblioteca andalusí creada por sus antepasados son los pilares sobre los que se sustenta el documental Ismael, el último guardián, obra de la periodista Miryam Pedrero, y que este jueves día 29 de junio se proyecta en la Cineteca de Matadero Madrid. "Yo necesitaba encontrar una historia que hablase de paz", dice la documentalista. Y se topó con ella, pero además de paz, de ejemplo viviente de la palabra como vehículo de sabiduría y cultura, de lazos mantenidos en el tiempo, de razón, descubrió que esta historia se tropieza, nuevamente, "con la guerra santa con otro nombre". Había que contarlo.
Hay que remontarse a 2012. Ese año, una rebelión tuareg acabó en golpe de estado y guerra en Mali, con los grupos yihadistas de Ansar Al Din y sus aliados de Al Qaeda en el Magreb haciéndose fuertes en mitad del revuelo y tomando el poder de Tombuctú, donde vivía Ismael, entre otros importantes territorios. El fanatismo islámico pronto se fijó en las bibliotecas familiares que quedaban vivas en la ciudad, testimonio de un tiempo, unas costumbres o un modo de vivir la religión contrario a sus reglas. Fueron a por ellos. 36 bibliotecas fueron evacuadas y más de 300.000 manuscritos, encerrados en una sala en Savama, un centro de conservación local, en Bamako, la capital. La UNESCO declaró Tombuctú Patrimonio de la Humanidad en Peligro.
Un día de abril los milicianos fueron a la casa de Diadié. "Vuelve el miedo", relata. Armas, látigos, burkas. "Hace mucho que prohibieron la filosofía, la música, todo", se duele. Él no había querido desprenderse de esos papeles y tomos de los que su familia nunca se había despegado, así que optó por dispersar los documentos en manos amigas, tomar él mismo los más esenciales y escapar a Granada. "No me impiden salir de este país", dice, lacónico, explicando su decisión. "Vivimos entre la maleta y el ataúd. Tendremos todos que elegir".
Por ahora, tras cinco años de separación y 548 de exilio, nada se ha pedido, nada ha sido destrozado por los fanáticos o los males más prosaicos -humedad, calor, insectos, polvo...-; el 90% de los manuscritos siguen ocultos en Mali pero su biblioteca y unos 30 0 40 legajos están en España, cuidados, pero el esqueleto, aquel edificio abierto gracias a la ayuda de la Junta de Andalucía, sigue vacío y así estará hasta que no sea verdaderamente seguro reunirlo todo de nuevo en su país. En eso trabaja con esfuerzo ahora Ismael y en digitalizar todo el material posible para que las copias sobrevivan, si vienen, a nuevos odios.
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Como se empeña en contar Pedrero en su documental, cuajado tras dos años de trabajo, el Fondo Kati no es sólo un puñado de recuerdos familiares, sino un compendio "esencial" para profundizar en la historia de Al Andalus y para conocer cómo los andalusíes, obligados a escapar, se expandieron luego por África. Un botón que demuestra que, pese al ombliguismo europeo, el continente a nuestro sur tiene historia, y fabulosa, con raíces en España que nuestro país "no ha sabido gestionar del todo", indica con amargura Diadié.
La biblioteca de Ismael va más allá de la medicina o la filosofía o de esa antología única de poesía andalusí porque, con el paso del tiempo, su familia ha ido contando la propia historia de su estirpe en los márgenes de los documentos que escaparon de Toledo. El valor afectivo para los suyos es incalculable: ahí están las genealogías copiadas y recopiadas cada vez que se veían en peligro -algo que la propia hija de Diadié ha hecho en este nuevo tiempo de sombras-, en esos papeles que eran "un artículo de lujo" hace 500 años, documentos anotados, subrayados, comentados, que han pasado de ser meros pensamientos y nuevos libros completos escritos sobre los originales.
La cinta -una producción de El Sotano.doc, en coproducción con TVE y en colaboración con la Fundación BBVA- es especialmente conmovedora cuando se centra en contar el dilema de Ismael, un hombre sobre el que caen siglos de responsabilidad. ¿Vuelve a Mali y une lo separado? ¿Se queda en España y lo guarda aquí? ¿Es ya el tiempo de hacerlo, es seguro? ¿O puede volver el riesgo islamista? La guerra se supone que ha acabado, que en junio de 2013 se firmó un acuerdo de paz entre el gobierno y los rebeldes, pero como demuestran los más de 150.000 malienses que siguen hoy desplazados, queda mucho por arreglar. Por eso Ismael no para de rumiar qué hacer. "Soy el depositario de la memoria de toda una familia. Es una carga muy grande. ¿Y yo quién soy? Una simple persona", se contesta.
Su pelea viva late en este documental que es un grito de cultura como salvavidas, contra el "genocidio perpetuo". "¿Cuándo despertaremos a la belleza der ser humano?, se pregunta su autora.