"Infinito marzo"
La igualdad no tiene final, pero sí camino, y marzo es una posada donde tomar conciencia y aliento para continuar.
No sabemos con exactitud cómo empezó la vida, pero sí que lo hizo un mes de marzo, y lo hizo en cada uno de los lugares donde las voces de las mujeres se levantaron por sus derechos y por los de una sociedad justa y libre de machismo.
Porque no fue en una laguna original donde se formó la vida hace cuatro mil millones de años, ni ha sido la evolución la que ha dado origen a la vida capaz de trascender el instante y liberarse de las cadenas del tiempo, para de ese modo prolongarse sin límites a través del recuerdo y los sueños. Han sido los ideales de quienes entendieron que las circunstancias no pueden ser la razón del mañana, porque la humanidad es esperanza.
Por eso la vida humana comienza cuando la conciencia toma el mando de la biología para dar sentido y romper los límites que la naturaleza sitúa en cada persona, y hacer de todas ellas la referencia común que da significado a la humanidad. Porque una humanidad sin dignidad es un accidente más del paisaje, una humanidad sin libertad es un rebaño, una humanidad sin justicia es una jauría, y una humanidad sin igualdad es, sencillamente, inhumana.
Y aunque hemos sido una sociedad de personas con dignidad, de individuos con libertad, de comunidades con justicia, seguimos siendo inhumanos bajo los dictados del más fuerte, del más rico, del más creyente, del más nacionalista, del más hombre…
Por eso la vida comenzó a ser humanidad un mes de marzo, y lo mismo que la Revolución Francesa se fraguó una primavera de 1789, la revolución feminista también se hizo verdad un mes de marzo en el que se pasó de la metáfora a la realidad.
Es el “infinito marzo” que nos habita para que cada día dejemos constancia de su existencia. No es un día ni un mes, es el sentido para cada día. Por ello el 8M es el núcleo donde se guarda la esencia de su significado, la referencia donde confluye la infinitud de los anhelos de tantas y tantas mujeres que desde siempre han buscado la Igualdad. Porque el feminismo no ha inventado la igualdad, como quieren hacer creer quienes se oponen a ella, del mismo modo que la Revolución Francesa no inventó los derechos ciudadanos, uno y otra hicieron verdad la demanda de las mujeres y de la sociedad desde una posición crítica y constructiva, pero no la inventaron.
Son todas esas mujeres anónimas y con más silencio que voz, como tuve la oportunidad de escribir en Feminismo rural en Andalucía: La historia de mis abuelas (Carolina Martín, 2019), las que “sin saberlo representan un feminismo práctico y reflexivo, un feminismo que se hace desde las tripas, creando sus propias luchas y resistencias. También desde la alegría y el arte…”. Todas ellas guardaron el calor de la igualdad,como antes otras mantuvieron el fuego en las cuevas, para que un día la equidad calentara la convivencia agotada en la sociedad del poder patriarcal, ajena a la injusticia de una desigualdad que no para de mirar al “brilli-brilli” de sus privilegios para luego presentarlos como algo común, cuando en realidad sólo eran para los hombres.
En la Unidad de Igualdad de la Universidad de Granada hemos querido recoger toda esa realidad y representarla en “infinito marzo”, para hacer de la infinitud del anhelo de igualdad que tantas mujeres han cultivado en el huerto particular de su conciencia emocional, la cosecha que alimente a una democracia famélica de igualdad.
“Infinito es marzo” porque infinita es la vida en igualdad junto al resto de los derechos humanos. La igualdad no tiene final, pero sí camino, y marzo es una posada donde tomar conciencia y aliento para continuar, pero no es estación terminal.
Ya lo dice el diccionario de la RAE, infinito es aquello “que no tiene ni puede tener final ni término”, y frente a los límites obligados del machismo se impone la Igualdad, porque la Igualdad no es un destino, es esencia de vida, cultura y sociedad.
Lo dicho, “infinito marzo” en la primavera de la igualdad.
Este artículo se publicó originalmente en el blog del autor.