Ideas para el discurso del rey en la Cumbre de Davos
Su Majestad el Rey Felipe VI participará este año en el Foro Económico Mundial de Davos que comienza mañana. Una reunión emblemática que ha evolucionado. Era el espacio icono del neoliberalismo, protagonizado por directivos de multinacionales, grandes fortunas y algunos gobernantes. Y todavía lo es, aunque ha ampliado sus participantes y su temática para abordar grandes desafíos globales como las migraciones, la desigualdad o el futuro del empleo.
Allí no se trata solo de vender una marca país, en su vertiente económica, y facilitar negocios e inversiones. Por lo tanto, sería conveniente, Majestad, que amplíe su escucha y no la limite a Moncloa. Lo exterior no se ciñe exclusivamente a exportar, traer turistas y controlar las fronteras. Hay vida más allá. En Davos se habla de ella, y es urgente hacerlo si queremos preservar la vida del planeta y hacerlo sin dejar a nadie detrás.
Así que, ante mi duda razonable, me animo a proponerle un "Discurso del Rey" para su intervención en Davos.
Le sugiero que empiece mostrando su preocupación por cómo se distribuye la riqueza en el mundo. La desigualdad extrema está devastando sociedades, rompiendo su cohesión y manteniendo a millones en la pobreza, mientras unos pocos se embolsan los frutos del crecimiento. La desigualdad arranca de muy atrás, pero se refuerza a pasos agigantados.
Los cálculos de Oxfam muestran que el año pasado el 82 % de la riqueza creada en el mundo fue a parar al 1 % más rico de la población. Mientras tanto, al 50 % más pobre le llegó el 0 % (no es errata) de esta riqueza. Le aseguro, Majestad, que es de los datos más escalofriantes que usted podrá afirmar y que refleja realidades duales, terribles cuando se aprecian de cerca, de acaparamiento y exclusión.
Aunque es un fenómeno mundial, nuestro país destaca entre los europeos y desarrollados. España se encuentra, acompañado de Rumanía y Bulgaria, a la cola de los países con un mayor índice de desigualdad y tasa de pobreza, el 22.5%, la mayor desde 1995. Que crece entre los jóvenes hasta el 29 % y llega a un terrible 42% de los hogares monoparentales con niños. Si la crisis afectó a los más vulnerables, la recuperación ha beneficiado a unos pocos. Una fiscalidad regresiva y un empleo miserable que deja en la pobreza, se combinan para que esto ocurra. Así que los beneficios empresariales ya están un 8 % por encima de los 2009, sin que las grandes empresas tributen por ellos, mientras que los salarios no han recuperado su nivel. Salvo los de las cúpulas directivas.
Ocurre en las cadenas de valor globales. Una trabajadora del textil en Bangladesh apenas gana 900 dólares al año, trabajando 12 horas diarias y saltándose comidas que no puede pagar. Produce para empresas cuyos principales accionistas pueblan la lista Forbes a base de cientos de millones en dividendos anuales. En Brasil una persona que gane el salario mínimo deberá trabajar 19 años para ganar lo mismo que que gana en un mes alguien que forma parte del 0.1% más rico.
Es que, -y aquí podrá citar a Gandhi-, la tierra no produce suficiente como para alimentar la avaricia de algunos. El cambio climático nos afecta y es responsabilidad de todos, aunque a quienes les ha destrozado la vida es a miles de comunidades, de Bangladesh a Etiopía, que apenas contribuyen a generarlo. Tiene usted una gran oportunidad para afirmar el compromiso de España para que el calentamiento global no alcance los 2ºC. Eso supone derribar la legislación que penaliza al sol y retomar las energías renovables. No haga caso al lobby, pintado de verde lavable, de las corporaciones energéticas.
Más de 20 millones de personas se ven forzadas a desplazarse anualmente por el impacto del cambio climático. A quienes se atreven a intentar llegar a Europa, les recibimos con concertinas. Le aseguro que las muertes en el Mediterráneo y en los desiertos africanos, las "nuevas fronteras de Europa", nos indignan a la mayoría, incluyendo a muchos de quienes le escucharán en Davos. Estoy seguro de que a usted también le indignan. Por lo que le saldrá natural clamar por rutas seguras para los refugiados que huyen de las bombas, por los derechos de los migrantes en esas rutas y por un cambio drástico en la gestión del desplazamiento global de personas.
Personas, sí: aquí debería estar la raíz y el corazón de sus palabras en Davos.
Personas que han sido abandonadas, al 70 %, por una Cooperación Española recortada con saña, más que Grecia o Portugal. Esto juega en su contra en foros como Davos, donde la responsabilidad con el bien colectivo se defiende con números, no solo con retórica. Haga retórica, Majestad, pero muestre su compromiso personal para revertir estas cifras de vergüenza.
No le puedo pedir, aunque me encantaría, que el "Discurso del Rey en Davos" sea el de Oxfam. Sí espero señales claras de que la sociedad española está en estos asuntos. Que el gobierno los ningunee, que actúe incluso para acentuar su gravedad, no representa lo que una parte significativa de la ciudadanía y miles de activistas, sentimos y hacemos.
Dígalo en Davos, Majestad. Su imagen saldrá reforzada. Y mucho más importante que esto, habrá puesto usted un puñado de arena en las causas que de verdad importan.