El final de la historia del pajarito Pioji emociona a miles de usuarios de Twitter
"Una pajarita minúscula pero que me enseñó cosas grandes".
Hay historias que merecen ser contadas y una de esas historias es la de Pioji. Por el tesón de Nicol Sepulveda N. (narradora y coprotagonista), por el final feliz (spoiler) y por la lección que encierra.
Vayamos por partes para ponernos en situación. Todo empezó el 4 de diciembre en Concepción (Chile) con dos protagonistas, Pioji y Nicol, y una secundaria, la tía de esta. Ella fue quien avisó a Nicol de que un pajarito, todavía sin plumas, había caído de su nido.
Ahí se activaron todas las alarmas y empezó la odisea de esta peculiar pareja, que ha conquistado Twitter. En solo cinco días, la publicación inicial de @lavidadenicol acumula más de 30.600 me gusta y supera los 14.100 retuits.
“Lo único que pensaba era que no quería verlo morir ni que muriera en mis manos”, escribe Nicol, que recurrió a una bolsa de agua caliente para darle calor, a un nido que había encontrado hacía meses y que buscó por internet qué darle de comer. “Justo dio la coincidencia de que yo contaba con todo para cuidarlo”.
Nicol reconoce que pensó que no iba a sobrevivir a la primera noche, pero cuando se despertó a eso de las 7 de la mañana pudo comprobar que estaba equivocada: “Emocionada volví a darle mucho calor y alimentarlo”.
No le puso nombre hasta el día 3, y lo hizo con ayuda de sus seguidores de Twitter.
A base de mucho esfuerzo, todo empezó a ir sobre ruedas. Nicol se despertaba por las noches para dar de comer a su pequeño y no salía de casa más de una hora seguida. “Pensaba que estaba pasando algo muy improbable (mantenerlo con vida) y no quería fallarle :(”, confiesa en su hilo.
El octavo día en común de esta pereja, Pioji empezó a caminar. Este vídeo es del 12 de diciembre. Entonces Nicole no sabía que era una gorrión hembra, se enteró tiempo después.
Pioji se convirtió en compañero de trabajo de Nicol, empezó a comer con cucharilla y a charlar con Nicol cuando esta le hablaba.
La cuenta de Twitter de Nicol está llena de tuits sobre la evolución de Pioji: cuando se instaló a vivir en una jaula, cuando convirtió en su rutina tomar el sol por las mañanas, cuando descubrieron su verdadero sexo, cuando empezó a ir a clases de supervivencia o cuando se escapó (y volvió) en una de esas clases.
Aunque de esta última etapa, hay que destacar la reflexión que Nicol hace en un tuit: ”A todos se nos puede presentar la oportunidad de ayudar y podemos simplemente ignorar, pero con elegir ayudar podemos salvar una vida”.
La historia sigue cuando empezó a comer solo —alpiste, lechuga, fruta, la comida de Nicol...— y se instaló en un nuevo apartamento. Con dos meses era ya así.
Más o menos a estas alturas de la vida de Pioji fue cuando Nicol se dio cuenta de que en su casa no iba a ser feliz. “Si seguía tan cerca nunca iba a volar ni hacer vida de pájaros, así que me propuse sacarla aún más veces al patio y acercarme a ella lo justo y necesario. Solo para darle comida, cambiarla de habitación o sacarla al patio”, escribe.
Pero Pioji se iba... y volvía para subirse a su cuello. Hasta que un día pasó algo inesperado: pasó un coche a su lado y, asustada por el ruido, huyó junto a otros pájaros. “Nunca la había visto volar tan lejos ni con tanta fuerza. Voló tan lejos que se confundió con otros gorriones que estaban cerca. Preocupada salí y comencé a llamarla”, añade.
Nicol termina su extenso hilo con una reflexión y un vídeo (el único que tiene) del último día que pasó con Pioji, de la que escribe: “Una pajarita minúscula pero que me enseñó cosas grandes. Muchos nos encariñamos con ella, y quizás ustedes también gracias a ella ahora presten atención a esas oportunidades que nos da la vida para ayudar a los más pequeños”.
Y este es el homenaje que le dibujó Nicol tras su marcha y con el que termina el hilo.