Herederos de Chicho
Vean cine español. Más aún si se ha hecho con tanto riesgo, valentía y singularidad, como la película de Alejandro Ibáñez.
Se estrena Urubú, un muy interesante debut en el campo del largometraje por parte de Alejandro Ibáñez; una película de terror, bienvenida sea siempre. Y a su vez, Álex de la Iglesia promociona en festivales su esperadísima serie, el “thriller teológico” 30 monedas, producida por HBO.
Ambos directores apelan al mundo de Narciso Ibáñez Serrador, el inolvidable Chicho, en estos dos proyectos. Mientras que De la Iglesia ha declarado que 30 monedas tiene entre sus referencias a las míticas Historias para no dormir, Ibáñez por su parte, apela directamente al universo de ¿Quién puede matar a un niño?. Los dos se consideran deudores de Ibáñez Serrador. Son de alguna forma herederos del maestro en su forma y estilo, cuya influencia es aún más evidente en el director de Urubú, hijo del mítico realizador de La residencia.
De alguna forma, varias generaciones estamos en deuda con aquellas películas y con aquellos programas de Ibáñez Serrador. Los entonces niños que nos aterrorizamos con las películas que Chicho programaba en Mis terrores favoritos quedamos marcados para siempre. Esa lucha con tus padres para que te dejasen quedarte a ver la peli de los lunes, en base a que tuviese uno o dos rombos, y luego, tras conseguir la hazaña, comentar al día siguiente con los compañeros la película en el recreo del cole. Aquellas presentaciones de Chicho, cargadas de humor negro, antes de pasarse Drácula, Los crímenes del museo de cera, No profanar el sueño de los muertos, La noche de Walpurgis, Pánico en el transiberiano… Un mundo fascinante se abría ante nuestros ojos, visto desde el sillón del salón, o espiando desde el hueco de la puerta…
Algunos de aquellos niños nos dedicamos ahora a este deporte de riesgo nacional que es hacer películas en España, y no podemos evitar referenciar toda aquella producción creativa del gran Chicho. Nosotros mismos, en la antología Vampus Horror Tales que estamos post-producciendo, codirigida por Manuel Martínez Velasco, Isaac Berrocal, Erika Elizalde, Píter Moreira y un servidor de ustedes, nos hemos sentido inspirados en aquellas historias de horror y aquellos programas en torno al terror, que hacía Chicho. Rodando género, es inevitable.
Tras su paso por festivales como el Isla Calavera, el de cine fantástico de Canarias, una cita, por cierto, que se ha hecho un hueco imprescindible en el mundo de los certámenes especializados, Urubú comienza su carrera comercial en salas. Una empresa en la que el equipo debió de pasar ratos complicados rodando en la selva amazónica. Por cierto, que, dentro del reparto de la película de Ibáñez, se encuentra un clásico actor que ha hecho de todo en esta profesión, el gran Pepe Carabias. Siento una especial admiración por Carabias, él encarnaba a Luis Ricardo, el Monstruo de Sanchezstein, en el contenedor televisivo infantil, Un globo, dos globos, tres globos. Fue el primer Frankenstein que veía en mi vida, y las cosas que se ven de niño, reitero, marcan.
Les repito mi mantra: vayan al cine, es lugar seguro. Con todas las medidas de seguridad, y mascarillas durante toda la proyección, por favor. Y vean cine español. Más aún si se ha hecho con tanto riesgo, valentía y singularidad, como la película de Alejandro Ibáñez. Aunque apele a Ibáñez Serrador, no se trata de un homenaje como tal, es una propuesta honesta, desprejuiciada y personal, realizada con el noble y viejo arte de generar desasosiego en el respetable. En realidad, tratándose de cine, el homenaje que puede hacerse a Chicho, es verla en pantalla grande.