Helga Stenztel: surrealismo doméstico
La artista de origen ruso posee la capacidad de recrear curiosas imágenes con los elementos más cotidianos.
Jugar a leer palabras en la sopa puede llegar a ser lo más interesante de una comida insulsa, al igual que descubrir animales entre los calcetines de la ropa sucia. Encontrar la magia en lo mundano, al fin y al cabo, para reconectar con nuestra realidad otra forma, quizá desde una mirada más infantil.
Helga Stenztel lo denomina surrealismo doméstico. La artista originaria de Rusia, afincada en Londres desde que se trasladó en 2005 a estudiar en el St Martins College, cree firmemente en la reutilización, la reinvención y la fabricación de cosas desde cero, creando elementos reconocibles a partir de “los objetos cotidianos más aburridos, como la comida y la ropa sucia.”
Una silla, un fideo colgando, una farola en medio de la carretera… Cualquier detalle cotidiano puede llegar a captar la atención de Stenztel más tiempo del socialmente aceptable. Observa, absorbe y visualiza lo que podría llegar a ser una nueva pieza de bricolaje artístico, para que no dudará en emplear toda amplia y cotidiana gama de medios que vea a su alcance.
Aunque creciste en Rusia, en 2005 te marchaste al St Martins College of Art and Design ¿Tenías entonces una idea clara de lo que querías hacer?
En absoluto. Pero por suerte, el primer trimestre en St Martins estuvo dedicado a probar diferentes asignaturas: pudimos experimentar con la fotografía, la publicidad, el diseño gráfico, la animación en stop motion, la ilustración, etc. Al final me di cuenta de que quería hacer publicidad.
Pero dejaste la industria publicitaria hace años
Lo dejé cuando estaba esperando un bebé. Con los horarios de trabajo tan disparatados que eran normales en el sector por aquel entonces, no parecía posible compaginar el trabajo con la familia.
De pequeña, cosías pegabas y taladrabas para conseguir lo que querías ¿seguís haciendo esas cosas en familia?
Todavía hacemos mucho de eso: muchos de nuestros muebles están hechos a mano por nosotros o construidos por nuestro carpintero local, así que nuestros hijos están acostumbrados a los ruidos de taladro en la casa. También pintan cosas de vez en cuando.
¿Crees que el arte tiene el poder de ayudarnos a reconectar con nuestro entorno? ¿y a evadirnos?
Podrían ser ambas cosas, por supuesto, pero mi arte tiene que ver con la reconexión. La razón por la que utilizo objetos universalmente reconocibles como el pan, la ropa sucia, la lechuga, etc., es para ayudar a la gente a encontrar la belleza en los objetos cotidianos, para que se fijen en cosas a las que nunca habían prestado atención. Y eso sólo es posible cuando estás en sintonía, cuando estás plenamente presente y conectado con el mundo que te rodea.
De hecho, sueles quedarte mirando cosas “durante más tiempo del que es socialmente aceptable”.
Depende del objeto. La última vez estuve 10 minutos mirando el pan de molde en un restaurante.
¿Cuál es las más curiosas de entre estas similitudes lúdicas que has observado?
Mi favorita es el de las uvas de gominola. Me encanta lo parecidas que son a las uvas de verdad en cuanto a color y translucidez.
Le costó algo más la elaboración de la cabeza del oso, después de probar muchas cosas y bajo temperaturas extremas, ¿son estas situaciones las más inspiradoras?
Jaja, sin duda son buenas para poner a prueba tu resistencia, pero cuando se trata de inspiración, son esos momentos tranquilos en los que puedo hojear un libro o simplemente ver cómo se desarrolla el día ante mis ojos. Cuanto más despacio, mejor. Me gusta tener mucho tiempo para explorar mi entorno y tomar notas de lo que veo.
Con Hang on pretendes concienciar sobre el cambio climático y la sostenibilidad, ¿cuándo empezaron a formar parte de sus temas?
A lo largo de los años he apoyado varias iniciativas locales de sostenibilidad, y estoy decidida a seguir concienciando sobre el cambio climático también a través de mi arte, así que Hang On es sólo el principio.
Una entrevista de Marta Martínez publicada en White Paper By.