Hasta ahí podíamos llegar
Disculpadme por expresarlo así, pero… alucino con Ciudadanos.
La manifestación del orgullo LGTBIQ en Madrid fue preciosa. Como me pareció también preciosa la manifestación en Valencia. Una celebración y reivindicación de la vida. Del amor, el respeto y la diversidad. Un reconocimiento a los activistas históricos y personas mayores que abrieron camino; con algunos de ellos y ellas he tenido la fortuna de trabajar y ciertamente se lo merecen. Desgraciadamente las crónicas de ese día se ven invadidas por el incidente con Ciudadanos. Vaya por delante que no comparto, ni mucho menos apoyo, los insultos, ni los malos gestos: me parece que están siempre fuera de lugar y no son aceptables.
Dicho esto, sí quiero hacer una sencilla y breve reflexión desde la visión de una persona que lleva casi ya dos décadas acudiendo a la reivindicación por la construcción de una sociedad arcoíris. Desde cuando participaba como pretendida “testigo de bodas civiles” cuyas solicitudes no eran tramitadas por los juzgados, pasando por los trabajos para sacar adelante las leyes de la igualdad del Gobierno socialista de Zapatero, hasta las protestas por las injusticias que aún sufren personas homosexuales y transexuales en el ámbito internacional.
Disculpadme por expresarlo así, pero… alucino con Ciudadanos. Su aportación a la vida política es la crispación constante. Siempre retando y con hipérboles. Y como ya nos tiene habituados, busca un culpable de sus males e incoherencias, en este caso al partido socialista y al ministro del Interior. Me parece un insulto a la inteligencia decir que el PSOE “alimenta el odio”, y es que hasta ahí podíamos llegar. Les recuerdo y les aplico las palabras de nuestro querido Pedro Zerolo: “En su modelo de sociedad no quepo yo, en el mío sí cabe usted”. Pero por si fuera poco el despropósito, me parece ridículo pedir a colación la dimisión del ministro Fernando Grande-Marlaska. Precisamente un excelente ministro, y una persona activista referente, comprometida y valiente, que predica con el ejemplo y que no es nuevo en este encuentro reivindicativo. Una persona de la que me siento orgullosa en lo personal y en lo político, y comparto que no se puede dar ni un paso atrás y es inaceptable cuestionar los derechos humanos y civiles de gais, lesbianas y transexuales. Y además, hay que decirlo con firmeza.
Pedir a Ciudadanos algo de autocrítica es una utopía, pero si se pararan un instante a reflexionar lo que plantea la FELGTB de por qué las personas a las que dice defender les impiden avanzar en la manifestación convocada para reivindicar sus derechos, quizás se dieran cuenta de que no se puede coquetear con la homofobia y aliarse con quien la abandera como programa político y a la vez autodefinirse como activista LGTBIQ, porque sencillamente no es verdad. Quizás se dieran cuenta que el odio se alimenta asociándose y compartiendo gobierno con partidos que aseguran que la homosexualidad es una enfermedad o pretende limitar por la orientación sexual los derechos de ciudadanía. Quizás se dieran cuenta de que, si no te adhieres al manifiesto de los convocantes, es lógico que los organizadores no te reserven un lugar en la manifestación. Una manifestación que parece mentira que haya que recordar que es una reivindicación política en favor de los derechos civiles y el colectivo LGTBIQ.
Parece que siguen una estrategia de victimización, y no es la primera vez que Ciudadanos no es bien recibido por los movimientos sociales: ya pasó el 8 de marzo. Puede ser que sea que ya no entiendo nada, pero para ser bien recibido en una manifestación feminista, igual es que hay que ser feminista, y para ser bien recibido en una manifestación de defensa de los derechos civiles del colectivo LGTBIQ, lo mismo hay que defender los derechos civiles sin equidistancias.
Pero acudiendo al fondo de la cuestión, este año que precisamente estamos de 50 aniversario de la conmemoración de las revueltas en Stonewall, hay que reiterar que hay que seguir defendiendo y ampliando derechos civiles y libertades y advertir que la mayoría de la sociedad no está dispuesta a permitir que se reviertan los alcanzados para el colectivo LGTBIQ. Por lo que me sumo al clamor que dice “no” a la ultraderecha y “no” a sus socios y aliados, porque la homofobia, la transfobia y la discriminación devalúan la democracia.
Y puestos a condenar… condeno enérgicamente la agresión homófoba a una pareja de jóvenes horas antes de la manifestación. Demostración de lo mucho que aún queda por trabajar para alcanzar la igualdad efectiva en nuestra sociedad.