¿Ha pasado ya lo peor de la pandemia? Los expertos responden
Sí y no. Por un lado, no ocultan su preocupación por la Navidad y el frío; por otro, confían en la vacunación y en la experiencia adquirida.
Este jueves, el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), Fernando Simón, anunció que la tasa de incidencia de coronavirus en España era ya la más baja de toda la Unión Europea y, sin embargo, Simón no celebró estos datos.
“La tendencia va descendiendo, pero estamos en un riesgo alto”, señaló el portavoz. Simón no ocultó su preocupación por lo que puede ocurrir en Navidad y porque, igual que España comenzó su segunda ola antes que el resto de países europeos, es posible que también sea pionera en la tercera fase de la epidemia, que podría producirse lo suficientemente pronto como para que no esté en marcha todavía el plan de vacunación nacional, previsto para enero.
Todos los epidemiólogos, inmunólogos y sanitarios consultados por El HuffPost tienen claro que el nivel de alerta en España sigue siendo máximo; en lo que no coinciden es cuando se les pregunta si lo peor de la pandemia ha pasado ya, ahora que la OMS habla de “ver la luz al final del túnel”, cuando la vacuna está a la vuelta de la esquina y la tasa de incidencia acumulada en España sigue descendiendo por debajo de los 200 casos de coronavirus por 100.000 habitantes en los últimos 14 días.
David Bernardo, inmunólogo del Instituto de Biología y Genética Molecular, se reconoce profundamente preocupado “por lo que pueda pasar en enero y febrero”. “Si levantamos ahora mucho la mano, puede ser un gravísimo error. Ese es el miedo que tenemos ahora: que la gente se relaje y la cosa se desmadre justo cuando empieza a llegar el frío”, afirma.
“Hasta ahora la gente ha hecho prácticamente vida en las calles”, señala Bernardo, que considera que ese ha sido un factor importante para sortear la segunda ola con más facilidades que la primera.
El inmunólogo cree que no se debe comparar la situación de España con la de países como Alemania, Dinamarca o Suecia porque allí sí ha llegado el invierno ‘de verdad’. “En España la epidemia de gripe se da en enero y febrero, cuando hace más frío, se ventila menos, la gente pasa más tiempo en casa, etcétera. En los países del norte de Europa, el pico de la gripe es en noviembre o diciembre”, ilustra. Ellos van por delante en la llegada del frío y, por tanto, en la transmisión de enfermedades respiratorias. “Cuando aquí llegue el frío de verdad, la cosa se puede poner muy fea”, alerta Bernardo.
Él ya ha decidido que no se juntará con sus padres ni con sus suegros para cenar estas navidades. “Prefiero perder una Navidad que perder a un ser querido; ya las celebraremos el año que viene”, dice.
Javier Padilla, médico de familia formado en el ámbito de la salud pública, coincide con Bernardo en que “si viene una ola de frío y se junta con las reuniones de Navidad, puede formarse una tormenta perfecta”. Pero al mismo tiempo, Padilla está convencido de que la sociedad tiene ahora muchas más herramientas para combatirla.
“Seguimos en situación de alerta, pero creo que lo peor no puede estar por llegar”, opina. “Tengo la sensación de que ya existen elementos culturales, sociales, institucionales e incluso inmunológicos que nos han puesto un techo. Ya nadie se va a plantar con una incidencia de 500 o más sin plantear ninguna restricción. Estas cosas se han visto antes y creo que ahora no ocurrirían”, explica Padilla.
En su opinión, “en la primera ola pagamos la novatada, en la segunda ola hemos pagado, en parte, la inexperiencia de los Gobiernos autonómicos, pero quiero creer que ahora les temblará menos la mano para aplicar restricciones”.
“No tenemos la capacidad real de evitar olas; es decir, si tiene que venir una tercera ola, vendrá por diferentes factores, pero ahora hay varios elementos que nos hacen pensar que, incluso en un contexto de frío y Navidad que invita a una mayor transmisión, tendremos capacidad para amortiguar esa ola y conseguir que su magnitud sea lo menor posible”, razona Javier Padilla.
Pedro Gullón, epidemiólogo social y médico especialista en medicina preventiva y salud pública, apunta un dato más que puede llevar al optimismo: la vacunación. El Gobierno ya ha anunciado que se empezará a vacunar a ancianos de residencias y personal sociosanitario a partir de enero, con lo cual se espera proteger a la población más vulnerable al virus.
“Si está vacunada la población más vulnerable, es muy probable que la incidencia de contagios, aunque sea muy alta, no tenga las mismas consecuencias que ahora en términos de hospitalizaciones y fallecidos”, explica Gullón.
“Todavía quedan muchos meses antes de hablar de escenarios de control, pero los efectos de la incidencia sobre la población serán distintos si los ancianos están vacunados”, afirma. Esto es, aunque dentro de unos meses la cifra de contagios fuera similar a la actual, la tasa de mortalidad no debería ser tan elevada, pues se espera que una buena parte de la población más frágil esté ya inmunizada con las dosis de vacunas que llegarán a España a principios de año.
En cualquier caso, el epidemiólogo alerta: “Dependerá de los tiempos de vacunación y del efecto que tendrá la Navidad, lo cual es un poco incierto”. Gullón reconoce tener “miedo” de que las navidades “puedan significar un repunte de casos en un escenario con una incidencia que, aunque en descenso, sigue siendo bastante alta”. “Está bien que la hayamos bajado, pero 200 no es el objetivo, no estamos en un escenario de control”, advierte. “Y si sube en enero podemos encontrarnos en una situación complicada”, asegura.
La expresión de ‘ver la luz al final del túnel’ no le convence del todo. Para Gullón, estamos más bien en el ecuador de la pandemia. “A lo mejor, la vacunación va a durar más tiempo de lo que ya llevamos conviviendo con el covid-19, lo cual es bastante fuerte si pensamos en toda la tralla que llevamos ya”, dice. “Es posible que estemos a mitad de camino y, personalmente, me asusta pensar que puede quedar la mitad”. (A él y a todos.)
A Manuel Menduiña, médico internista del Hospital Virgen de las Nieves de Granada, también le cuesta pensar en el final de la epidemia cuando “todavía estamos inmersos en la segunda ola”, dice.
Granada ha sido una de las provincias más afectadas por esta segunda onda epidémica y, aunque han conseguido bajar la incidencia, Menduiña no da por finalizada esta fase.
“En vez de dedicar las nueve plantas del hospital al Covid, ahora tenemos tres plantas y media ocupadas. Y la UCI está algo mejor, pero ha estado al límite de su capacidad”, cuenta.
Menduiña asegura que lo único que ha funcionado hasta ahora para frenar la curva de contagios han sido los confinamientos, más o menos estrictos, que se han llevado a cabo en casi todo el país. Por eso su miedo ahora es que las restricciones de movilidad en navidades sean insuficientes y acaben con la racha de ‘buenos’ datos en España.
“Muchos tememos que vuelva a haber otro repunte en enero, 15 días después de las fiestas”, reconoce Menduiña. “En el ámbito sanitario estamos muy preocupados, no sólo por el cansancio físico que ya tenemos encima, sino sobre todo por el psicológico. Esta segunda ola ha estado muy pegada a la primera, y todavía estamos inmersos en ella”, insiste.
Menduiña recuerda, además, que las cifras de muertes diarias por covid no son nada halagüeñas, por mucho que las hayamos normalizado. Este jueves se registraron 325 fallecidos en el país en sólo 24 horas.