Gritos, rivalidad y distanciamiento: la explosiva versión de Harry y Meghan sobre su salida de la familia real
Los tres últimos episodios del documental 'Enrique y Meghan' de Netflix están llenos de revelaciones.
Los tres primeros episodios de Enrique y Meghan, el documental de los duques de Sussex en Netflix, estuvieron centrados en su cruzada contra el acoso de la prensa, y los tres últimos —estrenados este jueves— siguen la misma línea, pero es en ellos donde se escondían las bombas y en los que relatan el cisma de la familia real británica y lanzan acusaciones directas sobre algunos de sus miembros.
La segunda tanda de episodios empieza de manera dulce, recordando su boda. “Todo lo que quería era una mimosa, un croissant y poner la canción Going to the chapel. Y es lo que hice”, rememora Meghan sobre la mañana del enlace, en la que estaba sorprendentemente calmada.
Incluso en el inicio cuelan alguna alabanza al ahora rey Carlos III. ”El padre de Harry es encantador. Y le dije ‘He perdido a mi padre en esto’. Él, como mi suegro, era muy importante para mí. Así que le pedí que me acompañara al altar y dijo que sí”, cuenta Markle, en referencia al desencuentro con su padre, Thomas, en vísperas de la ceremonia.
Entre imágenes que los muestran como dos tortolitos dándose el ‘sí, quiero’, el príncipe afirma: “El mundo entero nos miraba, pero cuando estábamos en el altar, para mí solo éramos nosotros dos”. Confiesa, además, lo que pensó al ver a Meghan acercándose a él en la iglesia: “Mírame, mírame lo que he conseguido, lo que he encontrado”.
De nuevo, cuelan dos elogios a Carlos III, quien fue quien les ayudó a encontrar la orquesta y el coro de gospel que actuaron en la boda real, pero las siguientes veces que lo mencionan —más adelante en los capítulos— no serán en estos términos.
Tras mostrar imágenes inéditas de la boda, Markle recuerda su primer acto oficial en solitario junto a la reina Isabel II, con quien desayunó, montó en el tren real y acudió a varios lugares. “La traté como a la abuela de mi marido, sabiendo, por supuesto, que las formas son muy distintas cuando se está en público”, sostiene.
También se refirió al sonadísimo momento entre ambas que dio la vuelta al mundo: “Al subirnos al coche entre dos actos oficiales, me puso una mantita sobre las rodillas y, sentadas así, pensé: ’Reconozco, respeto y sé que eres la reina, pero en este momento te agradezco mucho que actúes como una abuela. Porque fue como estar en familia”.
Tras esto, los duques de Sussex cambian de tono para hablar del momento el que “todo cambió”, tras una gira por Australia que hizo subir su popularidad.
“El problema viene cuando la persona con la que te casas, tu apoyo, empieza a ganar protagonismo y a hacer mejor el trabajo que la persona que nació para ello. Eso molesta a la gente, cambia el equilibrio”, argumenta el hijo menor de Carlos III.
“Porque te han hecho creer que la única forma de que tus proyectos benéficos funcionen y de que tu reputación crezca o mejore es saliendo en las portadas. Pero los medios son quienes eligen a quiénes ponen en la portada”, añade.
Como cuenta, abrieron los ojos a esa realidad una mañana después haber dormido en Buckingham tras un evento en el que había estado toda la familia, incluida la reina”. El desayuno se les atragantó al ver la portada de The Telegraph, dedicada a Meghan. “Pensé: ‘¡Dios mío!”, recuerda ella, a lo que él añade un “Dijo ‘No es mi culpa’. Lo sé, mi madre sintió lo mismo”.
La pareja repasa titulares publicados en esa época en la prensa: lo mismo que se alababa en Kate Middleton, mujer del príncipe Guillermo, se criticaba en Meghan Markle, ya fuera que se tocaran la barriga de embarazada —“el bombo”, como lo llaman—, que les regalaran un aguacate —en el caso de la primera era algo adorable, en el de la segunda se enfocaba como que es el fruto de una planta que causa impacto ecológico— o que se pusieran un vestido con los hombros al aire —impecable en Kate, contra el protocolo en Meghan—.
“Mucha gente cree que el racismo es que te llamen negro. No. Hicieron cosas de lo más estereotípicas, como asociarla con drogas o terrorismo”, incide Harry. El príncipe admite que, al crecer en esa familia, estaba acostumbrado a las mentiras de la prensa: “Pero lo que le estaban haciendo a ella y cómo le estaba afectando... era como ’basta, basta de dolor”. Y, de nuevo, compara a su mujer con Lady Di: “Mi madre iba a sus compromisos llorando a mares en el coche, hasta que llegaba y tenía 30 segundos para secarse las lágrimas, retocarse el maquillaje y, cuando se abriera la puerta, sonreír como si todo estuviera bien. Y flash, flash, flash, flash, flash”.
Eso les da pie a hablar sobre las ideas suicidas que llegó a tener Meghan Markle en aquella época, ya embarazada de Archie. “Recuerdo que ella me dijo que había querido quitarse la vida, y eso me rompió el corazón”, cuenta su madre, que define a la prensa como “buitres” que “le estaban consumiendo la vida”.
“Sabía que lo estaba pasando mal. Bueno, los dos, pero nunca pensé que llegaría tan lejos. Y el hecho de llegar hasta ese punto me hizo sentir enfadado y avergonzado”, confiesa Harry.
El duque de Sussex entona el mea culpa por haberlo gestionado “como un miembro de la institución en vez de como marido”: “Si ahora echo la vista atrás, me odio a mí mismo por eso”. Por su parte, Markle sentencia: “Quise buscar ayuda pero no me dejaron. Les preocupaba cómo afectaría eso a la institución”.
“Sabían lo mal que estaba y decían ‘¿Por qué no puede lidiar con ello?’, ‘Todos los demás lo hacen, ¿por qué ella no?”, cuenta Harry que le decía su familia. A él le hubiera gustado que desde la casa real se hubiera pedido a los medios que pararan, pero eso no ocurrió. “Mi padre me dijo ‘Hijo, no puedes enfrentarte a los medios. Siempre hablarán’. Discrepo”, dice.
El nieto de Isabel II desvela además cómo funciona de puertas para dentro la comunicación de la casa real: “Hay briefings constantes sobre otros miembros de la familia, sobre favores, con prensa invitada... Es un juego sucio. Además de haber filtraciones, se inventan historias. Si tu equipo de comunicación quiere eliminar una noticia negativa sobre ti, negociará y ofrecerá a cambio algo sobre otra persona”.
“Guillermo y yo vimos lo que sucedió en la oficina de mi padre y acordamos que nunca permitiríamos que eso sucediera en la nuestra”, asegura. Como defiende, preferiría que le destrozara la prensa antes de entrar en ese juego. “Ver que la oficina de mi hermano hacía exactamente lo que nosotros dos dijimos que nunca haríamos me rompió el corazón”, lamenta.
Sobre su hermano, Harry se muestra aún más duro cuando relata cómo se gestó el llamado Megxit, un término que califica como misógino porque fue él quien tomó la decisión de marcharse de Reino Unido.
Gran importancia fue la publicación por parte del Daily Mail de una carta que Meghan escribió a su padre —que le hizo llegar a través de su agente—, aconsejada por “la reina y Carlos”, para tratar de persuadirlo de que dejara de hablar con los medios. “Fue horrible”, describe Meghan. Harry, por su parte, explica por qué el tabloide la publicó a sabiendas de que era ilegal: “Sabían que la familia nos aconsejaría no interponer una demanda”.
La pareja acusa a la familia real de no haber tomado ninguna acción legal, pese a que ellos lo pedían, por lo que acabaron buscando su propio asesoramiento y demandaron al periódico. “Todo cambió tras eso. Ese litigio quizá fue lo que provocó toso del desmoronamiento”, aseguran.
Tras el revuelo, hicieron una escapada a Canadá en lugar de pasar las navidades con la reina, como era tradición. Desde allí, Harry telefoneó a su padre con un plan: mudarse a ese país: “Pensé que sería bueno darnos un respiro, pero a su vez queríamos seguir con nuestra labor en la Commonwealth para apoyar a la reina”.
Como recalcan, así estarían alejados del foco mediático —“Vosotros podéis estar en las portadas de los periódicos, hacerlo como queráis”, dice Meghan, en referencia al resto de la familia—, ofreciéndose a volver “gratis” para acudir a actos en nombre de la reina: “Iremos y lo pagaremos nosotros. No queremos que los contribuyentes nos financien”.
La respuesta de Carlos III fue que lo pusieran por escrito. “Le envié emails los días 1, 2 y 3 de enero. En uno de ellos mencioné que, si esto no funcionaba, estaríamos dispuesto a renunciar al ducado si fuera necesario”, cuenta Harry. A continuación, desvela que antes del viaje, quedó con su abuela en que se verían en la semana del 6 de enero.
“Ella sabía que lo estábamos pasando mal. Me dijo que no tenía planes esa semana. Me dijo ’¿Por qué no venís? Podéis tomar un té y pasar la noche los dos”, rememora. Ese encuentro nunca se produjo porque recibió un mensaje que ponía: “Le informamos de que no puede visitar a Su Majestad, ya que está ocupada con distintos planes toda la semana”.
“Recuerdo mirar a H y pensar ‘Oh, Dios mío, estamos en el punto en el que una familia y una institución entran en conflicto directo’. Le estaban bloqueando el poder ver a la reina, pero realmente estaban impidiendo que un nieto viera a su abuela”, argumenta Markle.
Los dos defienden que fue la casa real quien filtró sus planes de mudarse, porque incluso se publicó que estaban dispuestos a renunciar al ducado: “Eso lo delató todo”. “Esa idea de que pilló por sorpresa a mi abuela no es verdad, le tengo tanto respeto”, puntualiza además Harry.
Tras criticar que se convocó una reunión en Sandringham para tratar el asunto una vez que Meghan había vuelto a Canadá, Harry cuenta los pormenores de esa cumbre familiar. “Entré con la misma propuesta que ya habíamos hecho públicamente, pero una vez allí, me dieron cinco opciones. La primera era: ‘Con todo, sin cambios’. La quinta: ‘fuera de todo’. Elegí la opción tres: ‘Mitad dentro, mitad fuera’. Es decir, tener nuestros propios trabajos pero seguir apoyando a la reina”.
“Fue horrible tener a mi hermano gritándome, a mi padre diciendo cosas que simplemente no eran ciertas y a mi abuela, sentada allí en silencio, asimilándolo todo”, afirma Harry. El príncipe justifica la posición de su abuela, por ser la corona su mayor responsabilidad.
“Lo más triste de todo fue la brecha que se creó entre mi hermano y yo. Ahora él está del lado de la institución. Y lo entiendo, es su herencia. Tiene arraigado que parte de su responsabilidad es que esta institución sobreviva y continúe”, lanza Harry.
A la vez, se publicó una noticia de que la pareja se mudaba por el bullying de Guillermo. “Al salir de la reunión me informaron sobre un comunicado conjunto en mi nombre y el de mi hermano, tumbando la versión de que él nos había echado con amenazas. No daba crédito, nadie me había avisado. Nadie me había pedido permiso para firmar ese comunicado por mí”, denuncia Harry.
No acaba ahí su acusación: “Llamé a M para contárselo y se echó a llorar, porque en solo cuatro horas habían mentido encantados para proteger a mi hermano, pero durante tres años, nunca dijeron la verdad para protegernos a nosotros”.
El último episodio comienza con su marcha en secreto a Los Angeles, decidida por la retirada de su escolta, la irrupción del covid y el inminente cierre de la frontera. Allí disfrutaron de unas semanas de normalidad, acogidos en casa de un amigo, hasta que la prensa descubrió dónde estaban. La tranquilidad pronto se tornó en helicópteros sobrevolando la propiedad y fotógrafos intentando entrar.
La pareja achaca a esa situación y al estrés provocado por la demanda del aborto que sufrió Markle en su primer día en su nueva casa en Santa Barbara. “Creo que mi mujer sufrió un aborto por lo que hizo el Daily Mail”, afirma Harry.
En marzo de 2021, y embarazada de la que es su segunda hija, Lilibet, la pareja concedió la famosa entrevista a Oprah Winfrey. “Sentarnos con ella fue la reacción a todo lo que había sucedido ese año”, justifican. “Creíamos que era el inicio de nuestro año de transición y resultó ser de todo menos una transición. Fue una paliza”, agrega Harry.
Por otro lado, Meghan lamenta que “la conversación sobre la raza” eclipsó el que se hubiera sincerado sobre la depresión que sufrió “y lo extrema que se volvió”.
Pocos días después, el 9 de abril, falleció Felipe de Edimburgo, marido de Isabel II. Sobre aquello, Harry asegura: “Fue dura la vuelta [a Reino Unido], sobre todo mantener charlas con mi hermano y mi padre, que veían la situación desde el mismo punto de vista, sobre todo porque nadie quería hablar de eso en el funeral de mi abuelo, pero lo hicimos. Tuve que asimilar que nunca recibiríamos un reconocimiento ni una disculpa. Mi mujer y yo estamos pasando página centrados en lo que vendrá”.