Gonzalo Giner: "África es el continente olvidado, la última oportunidad"
El último Premio Fernando Lara realiza un canto al conservacionismo desde las profundidades del Congo con 'La Bruma Verde'.
A Gonzalo Giner, veterinario de vocación, la literatura lleva años dándole alegrías. Después de lograr un gran éxito con El sanador de caballos (2008) el escritor acaba de ganar el premio de novela Fernando Lara 2020 con su nuevo libro La Bruma Verde (editorial Planeta). Un alegato ecologista y un canto al conservacionismo desde las profundidades de la Cuenca del Congo.
“La idea surgió hace ocho o diez años, cuando estuve en una zona selvática cercana al Congo, y a partir de entonces fue creciendo poco a poco”, confiesa a El HuffPost. “Estando allí contacté con la gente del lugar y encontré esa necesidad que uno siente cuando está en África y que le lleva a preguntarse cómo poder ayudar”, añade. “Luego pasa que no tienes tiempo o quizá no la suficiente determinación o valentía”, reconoce.
″África es el continente olvidado, la última oportunidad. Los demás han ido ganando posiciones en cuanto a desarrollo económico e industrial, pero hacia allá nadie mira”, señala.
Esa realidad es la que Giner retrata en su novela, ubicada en un paraje tan esencial para el clima y la biodiversidad como desconocido, pese a sus más de 200 millones de hectáreas de superficie.
A través de su protagonista, Bineka, e intentando alejarse de la mirada occidental ‘paternalista’ que aún hoy contamina nuestra percepción sobre África, el autor madrileño visibiliza el desgarro de centenares de aldeas que ven cómo intereses económicos ajenos destruyen sus hábitats. Muestra los devastadores efectos de la caza furtiva y las deforestaciones masivas provocadas por las peligrosas técnicas agrícolas que poco a poco consumen al segundo gran ‘pulmón verde’ del planeta: la Cuenca del Congo.
Giner hace suya una frase de la reconocida primatóloga Jane Goodall: “La única forma que conocía de llegar a la gente para convencerla de la importancia del clima y de la conservación de los paisajes naturales es contando historias”.
Sus referentes a la hora de escribir ésta, relata, han sido muchos. “Hace tres años conocí a Rebeca Atencia, una veterinaria gallega, primatóloga, y que ahora mismo es la mano derecha de Goodall. Me fascinó el trabajo que desarrollan y el entorno, pero no queríamos ni ella ni yo que la novela fuese un retrato exacto”, explica.
Para dar forma a sus personajes cooperantes también se ha basado en conocidos, sin dar nombres: “La mayoría veterinarios con los que tengo relación, aunque también médicos que han podido contarme sus labores allí”, describe.
El escritor compagina estos días la vorágine del éxito con su profesión: “Soy veterinario de vocación, la literatura vino después”, asegura. “Realmente me gusta mi trabajo y quiero seguir dedicándome a él”.
A pesar de ello, reconoce haber hecho ya alguna que otra promesa de cara a un próximo proyecto. “Tengo una idea, como siempre, si no es una son varias. Me he comprometido con un amigo que lo pasó muy mal con el coronavirus acerca de un argumento, así que ahora tengo que cumplir”, justifica.
Hasta entonces, Giner saborea la buena acogida de esta nueva aventura ágil, profunda y sensorial que se mueve por el corazón de África y que atraviesa a quien recorre sus páginas.