Gloria Steinem, una infiltrada en Playboy por la causa feminista
“Creo que Hugh Hefner quiere pasar a la historia como una persona llena de glamour y sofisticación, pero yo jamás querría pasar a la historia siendo él”.
En esta edición, el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades ha caído en manos de una periodista y escritora feminista. Pero no de una feminista más. Gloria Steinem (Ohio, 1934) es todo un icono del activismo en Estados Unidos, gracias a hitos como el de 1963, cuando consiguió hacerse pasar por conejita Playboy para denunciar el trato que se les daba a las mujeres en una de las famosas mansiones.
Tras sumergirse en el ambiente blindado por las paredes del Club Playboy de Nueva York —del imperio de Hugh Hefner—, la periodista logró publicar una investigación que sacó los colores a muchos y que demostró que en la mansión se ejercían comportamientos que rozaban el borde de la ley, cuando numerosos clientes hacían caso omiso de la norma “se mira, pero no se toca”.
Todo ello con mujeres que servían copas durante horas, disfrazadas con un traje que daba poco lugar a la imaginación y metidas en unos tacones nada cómodos para ganar algo de dinero. Sin grandes remuneraciones. La mayoría eran chicas que no habían podido estudiar.
Convertirse en conejita de un club de Playboy significaba pasar un casting. Las bases eran piernas largas y cintura estrecha. “Rellenaban sus trajes con bolsas de basura para aparentar más voluptuosidad”, explicó la periodista. Las bolsas sólo eran uno de los materiales para aumentar el busto, como reveló, para el que también se utilizaban colas de conejo cortadas, Kleenex, calcetines de deporte y bufandas de seda. A ello ayudaba “la estructura del corsé”, que “tendía a empujar toda la carne hacia los senos” para proyectar una imagen mucho más exuberante.
De todas esas observaciones salió un artículo publicado en la revista Show que hoy es historia del periodismo, A Bunny’s Tale —en el que se podía ver a la escritora vestida con el uniforme y las orejitas—. En 1985 se estrenó su adaptación al cine con una película del mismo nombre, protagonizada por Kirstie Alley.
Gloria Steinem fue tajante. “Una mujer leyendo el Playboy es lo mismo que un judío leyendo un manual nazi”, escribió. Porque aquel negocio no tenía nada que ver con el erotismo, sino con “la pornografía”. Aquellas jóvenes eran “meros objetos sexuales”.
“Creo que Hugh Hefner quiere pasar a la historia como una persona llena de glamour y sofisticación, pero yo jamás querría pasar a la historia siendo él”, explicó en relación a la figura del magnate. La factoría sexual quedó al descubierto.
Poner sobre la mesa esas experiencias del día a día en el club dejó en el paro a Steinem, hasta que decidió fundar ella misma el el New York Magazine en 1968. Desde entonces, sigue trabajando.