Fui a un acto de Pedro Sánchez para averiguar qué era "el PSOE del siglo XXI"
No todos los días viene un líder político nacional a una región ultraperiférica como Canarias. De hecho, algunos sólo la visitan en campaña electoral, como hacían los antiguos reyes cuando se daban una vueltilla por sus dominios coloniales. Por eso, cuando se dejan caer por aquí, la gente los suele recibir con mucha alegría. Entre el grupo de fans que esperaban a Luis Fonsi en el hotel el día de la entrega de los premios Cadena Dial en Tenerife y los militantes y simpatizantes que ayer aclamaban a Pedro Sánchez, no había diferencia en términos de entusiasmo. Lo juro. Y eso que el acto se celebraba en el Espacio Cultural Aguere, que no es una plaza de toros ni una sala de fiestas, sino uno de los últimos reductos del underground en la ciudad de La Laguna, cuyo casco histórico se ha convertido en un gentrificado centro comercial al aire libre con la complicidad, entre otros, de los socialistas, convertidos por voluntad propia en la muleta fácil de Coalición Canaria en el municipio. Pero volvamos al acto de Sánchez y lo que por allí se cocía.
Un aforo a reventar. 500 personas en la sala, según uno de los gerentes del Espacio. Y muchas a la entrada y en las escaleras del Aguere, que fue un antiguo cine y tiene bastante espacio libre para esperar entre película y película, y donde ayer se podía seguir el acto a través de pantallas. Un éxito para un acto fuera de campaña electoral y en una sociedad, la isleña, donde -todo hay que decirlo- el nivel de movilización política no es excesivo. Según fuentes cercanas a la candidatura de Sánchez, los apoyos a este son muy fuertes en las agrupaciones de La Laguna y del Puerto de la Cruz, dos de las más importantes de la isla, mientras que están más divididos en la capital, Santa Cruz de Tenerife, cuya secretaria general, la exdiputada y exvicepresidenta del Gobierno de Canarias Patricia Hernández, es una de las puntales del susanismo, junto al presidente de la Gestora regional José Miguel Rodríguez Fraga o a históricos del aparato del partido en las islas, como Julio Cruz o Manuel Armas.
Una militancia obrera. Las medidas que tomó el último Gobierno socialista, el de Zapatero, fueron un mazazo en toda regla a los trabajadores, pero ahí sigue presente esa militancia que tiene la cara endurecida por el trabajo y la vida. El acto de La Laguna sabía a clase obrera por los cuatro costados. Ahí estaba el churrero de toda la vida, con la cafetería cada vez más vacía por la guerra contra el colesterol. O el forzudo de la biblioteca, que se acerca a la mesa educadamente y te dice: "Oye, ya es la hora de marcharse". Como para decirle que no. O los militantes de agrupaciones con tradición tan rural como Güímar o Arafo, donde se formó de las primeras plataformas de apoyo a Sánchez. Socialismo 100%. Pura película de Ken Loach versión isleña. Puede que los hubiera, pero no destacaban los polítólogos hipsters, ni los ciberactivistas con capucha, ni los filósofos gramscianos.
Un discurso impugnador. Hubo una época en la que en un acto del PSOE sólo había que nombrar la educación y la sanidad públicas y a Felipe González para que todo el mundo se dejara las manos aplaudiendo. Pero en La Laguna, Pedro Sánchez dijo algunas cosas que sonaban a impugnación generacional: "Con 35 años menos, esos compañeros [que aparecían en la foto del acto de Susana Díaz, en referencia a González, Guerra, Rubalcaba y Zapatero] estarían aquí hoy con nosotros luchando por un partido socialista autónomo, de izquierdas, creíble" . "Al joven que cumplió y estudió duro le preocupa menos quién puso en pie el sistema de educación pública que si va tener que emigrar". Era como si el 15-M, al cual Sánchez se refirió varias veces, hubiera atravesado por primera vez al PSOE, e incluso los más mayores se dieran cuenta de que ya no vale con evocar más la historia, mientras ven cómo sus hijos y nietos cogen la papeleta de Podemos en los colegios electorales. "Se trata de una ruptura generacional, es así", me decía un conocido socialista ese día. Quizá por eso rodearon a Sánchez de gente joven durante el acto y pusieron a los jóvenes militantes Emilo Fariña y Natalia García a presentarlo. Hay una batalla de conceptos en juego.
Sánchez no parece estar tan solo. Uno nunca sabe si el cargo orgánico que va a un acto de este tipo está definiendo su voto o está trenzando alianzas. Pero Sánchez puede decir que en Canarias le han acompañado caras conocidas del PSOE. El lunes estuvo en Gran Canaria de la mano del diputado Sebastián Franquis, que lleva tropecientos mil años en política y sigue ahí. En La Laguna se podía ver al vicepresidente del Cabildo Aurelio Abreu, al consejero del Cabildo Manuel Martínez, a la primera teniente de alcalde de La Laguna Mónica Martín, a la exdiputada regional Gloria Gutiérrez, al exalcalde de Güímar (y finalista del premio Alfaguara de 2010) Rafael Yanes, al exsenador José Vicente González Bethencourt y a José Segura (popularmente conocido como Pepe Segura), exdiputado en el Congreso y exdelegado del Gobierno en Canarias. Algunos ya no tienen poder institucional, pero eso no significa que no tengan cierta influencia en la militancia.
Un dato curioso. Pepe Segura apoyó a Borrell en las primarias contra Almunia (y el aparato). Y Borrell ganó. Apoyó a Zapatero frente a Bono. Y Zapatero ganó. Apoyó a Sánchez frente a Madina. Y Sánchez ganó...
Dice Javier Lambán, presidente de Aragón, que Susana Díaz está "tocada" por los dioses del socialismo. Quizá le vendría mejor la bendición de Pepe Segura.