La frase tóxica que vas a oír estas Navidades y que deberíamos dejar de decir
Parece una frase inocente, con intención humorística y sin maldad, pero tiene más consecuencias de las que parece.
La oyes todos los años en sus distintas versiones en todas las comidas familiares y la vas a oír este año también. A primera vista, es una frase inocente, con intención humorística y sin maldad. Muchas veces ni siquiera se la dice una persona a otra, sino a sí misma, pero tiene más consecuencias de las que parece, aseguran los expertos.
“¡Ahora a quemar estas calorías!”.
La idea de que necesitas hacer ejercicio como castigo por pasarte con la comida o para ganártela está extendida durante todo el año, pero es especialmente frecuente durante las festividades.
Estos son los motivos por los que deberías dejar de decir y reír esas gracietas y qué puedes hacer para aceptar tu cuerpo.
Si vas al gimnasio, que no sea por remordimientos por haber repetido postre.
La nutricionista Emmie Keefe asegura que si usas las calorías como motivación, acabará saliéndote el tiro por la culata.
“Jamás deberíamos entrenar por el simple hecho de quemar calorías. El ejercicio está para mejorar la salud cardiovascular, la salud mental y la salud emocional. Te ayuda a estructurar el día. Te ayuda a socializar. Hay muchos motivos para hacer ejercicio; quemar calorías no debería ser uno de ellos”, expone.
Recientes investigaciones demuestran que hacer ejercicio de forma habitual aumenta la longevidad más que el hecho de perder peso. El ejercicio alivia los síntomas de la ansiedad y la depresión, potencia la creatividad y ayuda a dormir mejor. En cambio, concebir el ejercicio como un castigo impide que disfrutes plenamente de los mencionados efectos beneficiosos.
Keefe añade que los “malabares mentales” de intentar llevar la cuenta de las calorías que entran y salen no siempre es realista ni útil. El ejercicio físico te ayuda a mantenerte motivado en otras parcelas de tu vida para que tus días sean más productivos.
¿Qué sientes cuando te enfrentas a una bandeja de turrones y mazapanes que solamente ves una vez al año? Esperemos que emoción. Según Alyssa Royse, propietaria del gimnasio Rocket Community Fitness, pensar que tienes que ganarte ese capricho o enmendar tu error es “muy peligroso”.
“El derecho a comer y a sentir placer lo tienes por el simple hecho de tener un cuerpo y vivir”, defiende.
“Cuando moralizamos la comida, desencadenamos toda una serie de pensamientos y patrones de conducta peligrosos”, prosigue. “Eso incluye trastornos alimentarios que pueden acabar derivando en problemas de salud graves a largo plazo, como cardiopatías, pérdida de cabello, daños cerebrales, cansancio, etc.”.
En vez de generar estas asociaciones mentales negativas, los monitores y entrenadores de su gimnasio no mencionan la comida. Si los clientes se van de vacaciones, les resaltan el lado positivo: “Pásalo bien, descansa y disfruta”. Porque ese es el principal objetivo del cuerpo: disfrutar, asegura Royse.
Royse añade que muchas personas tienen esta clase de pensamientos negativos cuando llegan las Navidades por haber interiorizado años de mensajes tóxicos en los medios, entre amigos y familiares. Ella anima a sus clientes a enfrentarse a esa forma de pensar y crear una mentalidad más neutra con los alimentos y positiva hacia su cuerpo.
“La comida no tiene por qué ser una experiencia emocional o moral. Simplemente tienes derecho a comer”, sostiene.
Keefe también advierte que avergonzarse uno mismo por lo que ha comido tiene más consecuencias físicas. A raíz de las hormonas del estrés que liberas con esa mentalidad tóxica, puedes sufrir más dolores estomacales y problemas digestivos (y dolores de cabeza, palpitaciones, etc.).
“Te estás obligando a sufrir por partida doble”, señala.
Ambas expertas piensan que es necesario escuchar al cuerpo en vez de dejar que fuerzas externas te digan cómo tienes que sentirte, sobre todo en días tan especiales. Al escuchar a tu cuerpo, prestas más atención a lo que comes, saboreas cada bocado y disfrutas de su sabor y textura. También implica escuchar las señales de hambre y saciedad naturales de tu cuerpo. La comida no es algo que debas ganarte ni es necesario que te castigues después para quemarla.
Royse explica que lo que hace ella es beber más agua (un vaso de agua por cada capricho) y caminar un poco más, pero no como castigo, sino como forma de contrarrestar las posibles incomodidades físicas que le puedan haber provocado.
Keefe disfruta de todos los alimentos que se le antojan en Navidades sin dejar de lado sus conocimientos de nutrición. Siempre que puede, toma frutas y verduras. Un capricho no tiene por qué ser un bollo ultraprocesado supercalórico, también puede ser un surtido de frutas. Entre sus clientes ha notado que muchos empezaron antes de las Navidades a quemar los futuros excesos de estas festividades.
“Se matan a hacer ejercicio de antemano por lo que piensan comer en Navidades. Así, su salud empeora y sus cuerpos se ven sometidos a un enorme estrés. Sé amable con tu cuerpo”, concluye.
Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.