Francia mantiene su oposición al gaseoducto en los Pirineos que proponen Alemania y España
El Gobierno de Macron alega que el conducto tardaría demasiado en ser construido para responder a la crisis energética y socavaría los objetivos contra la crisis climática.
A Francia no le convence el gasoducto que, la pasada semana, reavivó Alemania, un conducto que arranque en Portugal, pase por España y alivie con otras fuentes la dependencia de Rusia sobre este recurso. El presidente francés, Emmanuel Macron, ha frenado en seco el impulso de estos días a este proyecto, que no era nuevo pero estaba aparcado, y que venían bien en los demás estados complicados.
Sostiene París que el conducto tardaría demasiado en ser construido para responder a la crisis energética actual, generada por la invasión rusa de Ucrania y las sanciones posteriores, y socavaría los objetivos contra la crisis climática. El Midcat, como se llama, quedó paralizado en 2019 después de que París y Madrid lo considerasen económicamente inviable. Ahora, plena crisis energética en el continente, parecía volver por sus fueros, pero en un comunicado del Ministerio de Transición Energética galo queda claro que no todos lo ven igual. “Este proyecto tardaría años en ser operacional y no respondería a la crisis actual”, se afirma, sobre los estudios y obras de la parte francesa para poder hacer frente a la necesidad urgente de dejar de depender del gas ruso.
La alternativa, según París, pasaría por la construcción de terminales para buques cargados de gas natural procedentes de los países del golfo Pérsico o de Estados Unidos. La ventaja, según la misma fuente, es que las llamadas terminales metaneras requieren “inversiones menores y más rápidas”.
“Los Estados miembros de la Unión Europea que disponen de una fachada marítima han emprendido la construcción de terminales metaneros, una solución más rápida y que permite importar gas de los países del Golfo y Estados Unidos”, se contrapone en este comunicado a la opción de aumentar el número de gaseoductos procedentes de España. Y se insiste en que “estos terminales en el norte y este de Europa, y especialmente en Alemania, representan unas inversiones menores y más rápidas, si son flotantes”.
El nuevo ministerio, cuya titular es Agnès Pannier-Runacher, reconoce que los dos gaseoductos pirenaicos a través de Biriatou, en el País Vasco, y Larrau, en Navarra, “funcionan a pleno rendimiento desde el inicio de la crisis ucraniana”, con 225 gigavatios hora. El MidCat doblaría esta capacidad. Pero también se alega el desafío climático para cuestionar el desarrollo “de infraestructuras gasistas perennes cuando Europa acelera la transición hacia la neutralidad carbono en 2050”.
También se duda sobre la posibilidad que en el futuro este gaseoducto sirva para transportar hidrógeno verde, que es otra de las posibilidades que se manejan. “Las incertidumbres son muy elevadas sobre las capacidades de producción y consumo de hidrógeno y, a posteriori, sobre la necesidad de una infraestructura de esta envergadura con tanta antelación”, se asegura.
El comunicado recuerda “la fuerte oposición local y de asociaciones de protección del medio ambiente” ante el proyecto, de unos 120 kilómetros entre la frontera española y la población de Barbaira, al este de Carcasona.
El pasado día 11, el canciller de Alemania, Olaf Scholz, anunció que impulsará la construcción del gasoducto que aumente el suministro desde Portugal a España hasta la zona central de Europa. “He propuesto que ese proyecto se aborde con mis homólogos españoles y portugueses”, declaró, “pero también en conversaciones con el presidente francés, Emmanuel Macron, y con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen”.
Pocas horas después, la vicepresidenta tercera española, Teresa Ribera, se mostró conforme con este proyecto rescatado e incluso afirmó que el tramo español de la infraestructura podría estar listo “en ocho o nueve meses”.
Este miércoles, al ser preguntada por la gélida respuesta del Gobierno francés, Ribera ha afirmado que no le constaba y ha enfatizado que el país vecino “está en buenas condiciones de entender que construir Europa pasa por esa apuesta en común de las infraestructuras”.