Feminismo: un nuevo mito fundante
El sujeto político "España" atraviesa por una crisis que dura más tiempo del que una nación del entorno europeo puede llegar a permitirse. Desde distintos ámbitos del mundo de la política y la sociedad civil se reconoce la situación crítica que atravesamos. Se plantean numerosas y distintas soluciones que van desde "el no estamos tan mal", hasta el "basta de reformas, incrementemos nuestra ambición transformadora realizando cambios estructurales de calado". Pero el sujeto político España sigue dando bocanadas para tomar aire y mantenerse en una situación crítica que a nadie satisface.
¿Por qué motivo no se termina de encarar acertadamente una solución política? Porque todas las soluciones que se ofrecen están soportadas en el mito fundante de la Transición. El contrato social que condujo desde la Transición a la democracia en España ha dado importantes réditos pero ya ha llegado el momento de su amortización.
Muchos estudiosos de la Ciencia Política coligen que la transición fue fruto de la confrontación de dos debilidades: por un lado la de aquellos que querían mantener los privilegios que se habían otorgado así mismos con el franquismo, y no fueron lo suficientemente fuertes como para poder mantenerlos, y por otro la de aquellos que propugnaban la ruptura democrática en lugar de la reforma y que tampoco tuvieron la suficiente fortaleza como para imponer sus principios.
El resultado final es que, en la actualidad, seguimos padeciendo a estos dos importantes actores del juego político. Subsiste una derecha retrograda y una izquierda revolucionaria que han alimentado durante décadas sus insatisfacciones y que continúan intentando por todos los medios ganar la partida. Estos confrontados actores ocupan un espacio político amortizado que tapona los referentes básicos que permiten cohesionar nuestra nación de naciones y que dificultan su viabilidad.
España necesita cerrar el periodo de la transición resolviendo, eso sí, algunos aspectos pendientes (la recuperación de los cuerpos enterrados en las cunetas por ejemplo). Además es necesario que el debate político abandone la Transición y pase a ser objeto de estudio de la academia y en concreto de los historiadores más que de los politólogos. Y así comenzar a trabajar en la creación de un nuevo mito fundante.
De todos los movimientos políticosociales que pueblan nuestro país hay uno que es netamente hegemónico y transversal: el feminismo. Su demostrada posición -fácilmente constatable el día 8 de marzo de este año- le otorga la capacidad para empezar a sobrepasar sus propias barreras y pasar a ser el elemento que construya el nuevo mito fundante que necesita nuestra nación de naciones. Las mujeres han dicho basta y han conseguido saltar por encima de todo el entramado político/institucional. Esto les otorga la fuerza moral suficiente para liderar la construcción de un renovado estado.
La cuestión es si el movimiento liderado por las mujeres tiene la suficiente capacidad para crear un nuevo mito fundante que aparque y resuelva los ineludibles flecos de la transición y que, al mismo tiempo, pueda ser un concepto y un hecho que nacido en el pasado pueda ser efectivo en el presente y permita alimentar una visión de futuro para nuestro país. Y sí, el feminismo cuenta con los mejores mimbres para lograrlo porque su base ideológica es la igualdad y este concepto es uno de los valores que de forma más rotunda conforma el espacio político europeo. La igualdad es uno de los valores más interiorizados por todos los espectros de edad de nuestro país. La historia de las mujeres va unida a la búsqueda de mayores condiciones de igualdad y a la lucha por que esta sea un bien público garantizado.
Dejemos que este hegemónico aire fresco entre con fuerza en el sujeto político español y que sean las mujeres las que construyan el nuevo mito fundacional que articule el conjunto de mayorías nacionales y nos otorgue la posibilidad de construir el nuevo y necesario contrato social que precisamos.