'Fake surveys' o la pandemia de las encuestas online
Los medios de comunicación reproducen los resultados de este tipo de encuestas...
La pasada semana, el profesor Julio Carabaña expresaba en el diario El País el potencial de las encuestas para colaborar con el seguimiento de la pandemia del coronavirus. Lo hacía con sólido lenguaje de experto. Y es cierto que, fijadas sobre un territorio concreto, pueden conseguir una eficaz inferencia del ritmo de contagios y, por lo tanto, prever las necesidades sanitarias en ese territorio. Como se señala en el artículo, su coste, comparándolo con otros procedimientos, es relativamente bajo.
Lo que refiere el profesor Carabaña son encuestas hechas con profesionalidad. Otra cosa es la lluvia de encuestas online que nos está llegando por todos los lados, aun cuando especialmente a través del email universitario. Las hay de todo tipo, de instituciones (Centre d’Estudis d’Opinió, de la Generalitat) a aquellas de estudiantes de cursos de doctorado, pasando por las de afamados sociólogos (Bruno Latour), que, tras unas reflexiones personales, plantea una encuesta en la que se pide propuestas sobre medidas económicas para llevar a cabo en la lucha contra el cambio climático, tras la experiencia de la crisis del coronavirus. Se pide a la gente saber sobre cuestiones que la mayor parte de las élites, incluyendo las políticas, desconocen.
Este aluvión de encuestas, en su mayor parte centrado en círculos universitarios, parece partir de, al menos, dos supuestos sobre este mundo universitario y sus redes sociales: a) es representativo de la población en general, haciendo de lo posible (acceso al muy público y disponible listado de correos electrónicos de los profesores) algo muy lejano de la necesidad (entrevistar a una muestra representativa del conjunto de la población); b) el confinamiento facilita muchas horas para contestar una encuesta tras otra, sin tener en cuenta obligaciones derivadas del teletrabajo asumido, como las clases y las tutorías online que, en muchos casos, suponen una notable sobrecarga. Estos encuestadores asumen esa especie de representación general del confinamiento como un tiempo de ocio infinito, que hay que rellenar de cualquier manera.
Todas están relacionadas con Covid-19. Incluso son mayoría las que apelan, en su título y en un ejercicio de originalidad extrema, al: “en tiempos de coronavirus”. Falta la de algo parecido a: “Investigación sobre el consumo de patatas y huevos fritos en tiempos de coronavirus”. Apelan así a nuestra solidaridad ante el problema, cuando es solidaridad con los que solicitan la respuesta.
Volviendo a la cuestión de su representatividad, gran prueba del algodón de las encuestas, nada dicen de los procesos de selección muestral. Se trata de una autoselección en la que, además, se tiende a pedir que se difunda entre las propias redes sociales. Es decir, no hay control alguno sobre la selección de la muestra, lo que deja bastantes dudas sobre la representatividad de la indagación y, por lo tanto, sobre la validez de los resultados. Pero me figuro que lo importante es obtener muchas respuestas y si además la distribución mayoritaria es a favor de mis presupuestos socioculturales o ideológicos, pues mejor, que es lo que pasará al remitirse a círculos culturales específicos.
Todas mienten en cuanto a su duración media. Son más largas de lo que dicen, salvo si lo que se desea son respuestas-reacciones rápidas, sin reflexionar sobre la pregunta o siquiera leerla. Otro pecado es que no dejan no contestar (y pasar a lo siguiente) o sencillamente señalar que no se sabe o se quiere responder sobre lo que se pregunta. ¡Hay que saber de todo! Por ello, como si fuese un examen, se presentan todas las preguntas como obligatorias.
Las garantías de confidencialidad y anonimato en las respuestas tienden a ser difusas; cuando no, confusas. Eso que hay alguna, como la “Investigación sobre el uso de aplicaciones de citas (dating apps) durante el confinamiento por coronavirus” que, más allá del grado de privacidad del asunto y de que te impulsan a contestar, te dicen que es cosa tuya, que contestas bajo tu responsabilidad.
Hay curiosidades de todo tipo. La que pregunta por si has perdido algún ser querido por coronavirus; pero en las posibilidades de respuesta solo aparecen categorías de parientes. Solo se puede ser querido desde la familia. La que lo hace por el porcentaje –sí, porcentaje exacto– de lo que se lee por placer durante este tiempo. La que pregunta por la ciudad en la que te encuentras, como si solo se pudiese vivir en ciudades. Hay varias que llegan a utilizar la misma lista y que te someten a una larga relación de supuestas emociones de las que tienes que decir en qué grado las tienes “en estos momentos”. ¿En el momento de contestar al cuestionario? Solo así se explica que cuestionen si te encuentras atento (¿ligeramente? ¿moderadamente? ¿nada?...). ¿Atento? ¿A qué?
Algunas preguntas parecen un ataque al sentido común: “Indique su nivel de preocupación con la crisis sanitaria del coronavirus (Covid-19) (1: Nada preocupado a 5: Muy preocupado)”. La titulada “Investigación sobre la situación laboral y el bienestar durante la crisis Covid-19” se preocupa, al menos, por lo importante, y nos pregunta: “¿Se siente razonable [sic] feliz considerando todas las circunstancias?”. Desde luego, lo razonable sería sentirse feliz.
Tal vez la más paradójica es la pregunta que cuestiona sobre si has recibido noticias fases o de dudosa veracidad sobre el coronavirus. Paradójica porque si la mayor parte de la población general es capaz de identificar un mensaje como fake news, tendríamos que decir que, como buena parte de las encuestas referidas, se trata de fake news poco profesionales, como de pacotilla. Pero eso da igual, los medios de comunicación reproducirán llamativamente los resultados de estas fake surveys. Y aquí la pregunta del día, de mi particular fake survey: ¿Una noticia centrada en los resultados de una fake survey, sin atender a los procedimientos que la produjeron, es una fake news?
A pesar de la sucesión y variedad de asuntos abordados por las encuestas, ninguna cuestiona sobre el tiempo de confinamiento dedicado a rellenar encuestas. ¡Eso es falta de reflexividad!