Estupefacción ante el ensañamiento de esta chica con su cita de 'First Dates' y con el brutal 'zasca' final que lo dejó KO
"Espero que convenzas a alguna chica, porque a mí no me has convencido", le soltó, tras toda la noche lanzando pullas.
La cita entre Adrián, un pintor de 25 años, y Carmen, una dependienta de 20, ambos de Madrid, anunciaba tormenta desde el minuto uno.
El chaval ha llegado al restaurante de First Datesdescompuesto por los nervios, lo que unido a la ausencia de filtro de Carmen, que decía sin medias tintas lo que se le pasaba por la cabeza, ha dado como resultado que, más que una cita, lo que se ha visto se pareciera más a un boxeador ensañándose con un sparring.
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Así, de zasca en zasca hasta el zasca final, empezaban a intentar romper el hielo Carmen y Adrián. Y así fue la tónica durante toda la cena. El chaval, quien reconocía ante la cámara que él es de los que va a un chino y se pide un filete con patatas, ha dejado claro a la chica desde un primer momento que estaba muy nervioso.
Ella, inclemente, echaba más leña al fuego con su actitud varios pueblos más allá de cortante.
Entonces, llegó el hachazo entre los hachazos.
El chaval, hasta ese momento aparentemente impermeable a los pullazos de su cita, reconoció ante la cámara que las palabras de Carmen le habían hecho pupa: "Me he sentido plof por cómo lo ha dicho. El físico no es todo", ha argumentado.
Él seguía a lo suyo... dando y recibiendo... ¡pero de lo lindo!
Por si no había tenido suficiente, Carmen volvió a la carga con todo lo que le quedaba:
Ante la cámara, la chica aseguraba —por si fuera poco— que se estaba cortando con Adrián: "Me estoy sintiendo mal porque yo soy así. Soy muy clara. En una situación normal le habría dicho más cosas malas. Pero con lo bueno que era me daba hasta cosica", ha relatado.
A la hora de pagar, tampoco faltó el palazo monumental:
Y tras la paliza llegó la pulla final: A mí no me ha gustado la cita, no eres lo que busco, no eres mi prototipo ni eres lo que busco. Me da la sensación de que me decías todo el rato lo que quería escuchar y eso no me gusta", ha soltado Carmen, así, sin cortarse ni un pelo.
El chico intentó, aún así, esquivar el palo, reponerse y terminar con un poco de dignidad. Pero oye, ni por esas:
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