Este no es otro artículo sobre la crisis de la socialdemocracia europea
Conste que yo también los he escrito. Aunque solo fuera para decir que la socialdemocracia esta en crisis como lo está todo lo demás. Ni mas ni menos. Y efectivamente empieza a ser un lugar común mencionarla como lo hacia José Andrés Rojo recientemente situándola en un laberinto.
Sin embargo tengo, de siempre, una cierta tendencia a desconfiar de lo que todo el mundo repite y da por hecho. Sospecho que siempre hay una voluntad oculta detrás de ello. Amén, de un reconfortante tópico y pensamiento único cerca del cual se está siempre más calentito. Así que no, no cuela. No hay crisis de la socialdemocracia europea. Lo que sí hay es un claro intento, uno mas, de presentarnos las cosas como fatalidades ante las que solo cabe la resignación.
Sí que es cierto sin embargo que los partidos socialdemócratas clásicos están en horas bajas en la mayoría de las democracias europeas consolidadas. Pero además de por las causas mil veces analizadas quizás sea también por que nos empeñamos en jugar los partidos en los campos donde no se juega el campeonato: en los viejos estados nación. Cuando en realidad los desafíos que condicionan nuestra realidad económica y social se dirimen cada vez mas a escala continental y global. Por tanto urge ya la creación, integración más bien, de los partidos socialistas de ámbito estatal en un único Partido Socialista Europeo fuerte, identificado e identificable como tal, en todos los rincones de Europa. Y un líder o lideresa socialdemócrata reconocida y respetada por toda la militancia socialista de Europa.
Si una crisis es el proceso dinámico que hace pasar de una situación a otra, la crisis de la socialdemocracia debe hacernos transitar de un modelo basado en una colección de partidos socialistas de ámbito nacional coordinados en la llamada internacional socialista a modo de club de partidos (como la UE es un club de estados) hacia otro modelo mucho más integrado y transnacional en el que hablemos de un único partido socialista europeo, pero sobre todo con un proyecto socialdemócrata claro para y por Europa.
Lo que diferencia a Europa del resto del mundo (guste o no) es su modelo de economía social de mercado, mezcla de dinamismo económico y protección social, fruto de las políticas socialdemócratas en los diversos países europeos y también en el seno de la UE. Lo demás es capitalismo salvaje, o comunismo no menos salvaje, o los dos en uno. Por tanto, ya vale de autoflagelaciones sobre la crisis de la socialdemocracia, que no dejan de ser meras fake news, ya que si el modelo del Estado del Bienestar a la europea estuviera tan en crisis como nos dicen no habría tanto afán por entrar en Europa, ya sea a través de sus ampliaciones o a través de la inmigración. ¿No creen?
Si a la crisis de la globalización algunos oponen un regreso al nacionalismo, un repliegue identitario buscando refugio en la patria con o sin estado, mientras otros surfean las olas fugaces del enriquecimiento económico financiero y bursátil; la socialdemocracia tiene la obligación de plantear un modelo que combine libertades públicas, garantice la igualdad de oportunidades en la economía globalizada y establezca mecanismos de solidaridad y protección social a nivel internacional. Gobernar - y por tanto regular - la globalización y globalizar los derechos sociales. Y el mejor camino para ello hoy en día es sin duda Europa.
No hay crisis de la socialdemocracia sino tardocapitalismo crecido y miopía politica que mantiene las ambiciones del socialismo humanista encerradas en la escala obsoleta de los estados impidiéndole saltar realmente a la escala continental que necesita. Así, la tan repetida y manoseada crisis de la socialdemocracia europea acaba convirtiéndose en un discurso interesado de aquellos que desean que ahí se quede, sin ampliar la capacidad reguladora y protectora de lo publico mas allá del ámbito y escala estatales, ya sea por nacionalismo o por interés económico.
Hubo un tiempo en que era de muy buen tono autoproclamarse socialdemócrata, luego se convirtió en un insulto arrojadizo. ¡Socialdemócrata de mierda! Ahora tienden a darle a uno el pésame. Pero ojo, conviene no vender el oso antes de cazarlo... Nadie dijo que iba a ser fácil, es cierto, pero no hay fatalidad, y nada es inexorable. El futuro no está escrito. Tampoco para la socialdemocracia europea.
Jodidos socialdemócratas...