¿Estamos enseñando a nuestros hijos a ser responsables?
Desde la posición que me da mi edad (60) y mi abuelitud (3 nietos pequeños), reflexiono sobre si nuestra sociedad en este momento está preparando bien a su futuro y me hago la siguiente pregunta: ¿estamos enseñando a nuestros hijos a ser responsables?.
No me cabe duda de que los niños de este momento presente en nuestro país van a estar mejor alimentados, mejor vestidos, más escolarizados,.... Hay muchos aspectos en los que los niños de hoy, lo van a tener mucho mejor que los de hace unas décadas.
Quiero incidir en los otros aspectos, en aquellos en los que creo que NO estamos propiciando que cuando crezcan, sean adultos responsables y autónomos, que tengan imaginación, que crean en ellos, y que sean capaces de vivir una vida libre de dependencias y autodirigida.
En mis tiempos y durante siglos antes de mi generación, los niños jugábamos con otros niños o solos. Nos entreteníamos como podíamos y nuestra imaginación era la gran protagonista. Nuestros padres nos daban normas, límites, alimento y protección. Nos orientaban sobre diversos temas y cada uno iba gestionando como podía su crecimiento. Estaban los padres – familia, la escuela-colegio-instituto, y la calle-amigos.
Hoy en día están presentes tres factores añadidos que acompañan a los niños en su educación-crecimiento: la televisión, videojuegos e internet, que podríamos aglutinar si queremos en el término pantallas.
En la actualidad hay un factor modificado de ese padres-familia que, creo responsable de un cambio en los pasos de crecimiento de los niños. Deben de estar presentes todo el rato con el niño, deben vigilarle en aras de su protección. Yo bajaba a jugar a la calle con mis amigos o solo y se suponía que los vecinos, comerciantes del barrio y demás transeúntes me cuidarían. Ahora eso es impensable. No se nos ocurre dejar sin vigilancia a ningún niño menor de 8 – 10 años estar solo en la calle. Esa presencia continua es agotadora para los adultos a cargo del cuidado de los niños y en muchos casos se recurre a las pantallas, que proporcionan un descanso al adulto y una alegría para el niño.
Cuando el niño o la niña está al cuidado de un adulto responsable, este último debe asegurar su protección pero no de su diversión–entretenimiento, pues creo que debe ser el propio niño quien aprenda a responsabilizarse de su propio tiempo, de su juego, de su diversión y de la gestión de su vida y emociones, siempre contando con los límites parentales que le permitirán incorporar una estructura interna.
Si el padre lo hace todo, el hijo no aprende y no se hace responsable. Se queda en dependencia.
Hay una línea roja muy sutil que debemos respetar. Está bien que los padres y demás figuras parentales juguemos con los niños sin convertirnos en los únicos responsables de su entretenimiento. Debemos dejarles jugar con videojuegos, ver la televisión y usar internet, pues de lo contrario estaríamos convirtiéndolos en analfabetos digitales y condenándolos a cierta marginación de una parte de su entorno y realidad social, pero cuidando mucho que las pantallas no se conviertan en el eje fundamental de su tiempo, ni de su entretenimiento.
Como padre o figuras parentales, me debo asegurar una buena comunicación bidireccional con mis hijos, que me permita transmitirles las claves para hacerse responsables de su tiempo y de su vida (de aquí necesitaría un feedback que me asegure que lo han entendido y aceptado). Que aprendan a asumir los pasos para hacerse responsables sin depender de los demás. Que sean ellos y no los mayores quienes creen sus propias diversiones, contando por supuesto con la ayuda, apoyo, orientación y protección adulta.
Necesitaré estar dispuesto y disponible a escuchar sus dudas y ayudarles a resolverlas, sin darles todo hecho (haciéndoles partícipes del proceso de encontrar su solución), ni descalificarles por no saberlo. Podemos preguntarles ¿que necesitas? y darles responsabilidades de las que ocuparse acordes a su edad, si actúan de forma irresponsable que haya consecuencias coherentes a lo que pasó, ser un buen modelo para ellos, y facilitarles la suficiente autonomía para crecer.
¿Qué te pasa cuando un hijo o hija se aburre?
¿Qué sientes?
¿Qué te dices a ti mismo?
¿Qué pasa dentro de ti, cuando un niño a nuestro cargo se enfada porque no le entretienes, cuando él o ella no sabe qué hacer o a qué jugar?
¿Qué pasa dentro de ti cuando tú hijo se enfada contigo porque no sabe qué hacer?
Según sean tus respuestas, así debería ser la reflexión sobre cómo gestionar la relación con los niños a tu cargo. Cómo habrás descubierto, todo esto está relacionado más con tú propia angustia interna que con las necesidades de los niños en cuestión.
Dependerá de ti y tú propia gestión de la angustia, el futuro de tus hijos. Y si ves que tú solo no puedes gestionarlo, puedes pedir ayuda, sé valiente y pide ayuda para resolver lo que es tuyo. Cualquier psicoterapeuta del Instituto Galene puede ayudarte. No lo pases a la siguiente generación. Tus hijos no tienen la culpa de tus carencias.
De cómo cuidemos esa línea roja dependerá el futuro de nuestros hijos o descendientes, es decir el futuro de nuestra sociedad. Y el que respetemos adecuadamente esa línea roja estará en función de nuestra propia capacidad para gestionar nuestra propia angustia y ser unos padres consistentes.
Este artículo se publicó originalmente en el blog del autor.