"Está viniendo gente a por pastillas Juanola mientras otros llevan confinados 18 días"
Entrevista a Guillermo Martín Melgar, farmacéutico y divulgador en redes sociales.
Guillermo Martín Melgar (29 años, Salamanca) trabaja desde hace cinco años en una farmacia, y desde hace ocho en Twitter difundiendo información sanitaria. Utiliza la crítica y el sentido del humor para frenar los bulos de Internet, entre ellos, los que atañen a la Covid-19. “Está instaurada en el inconsciente colectivo la teoría del virus volador o spider-virus: esa que dice que el bicho vuela, permanece horas flotando en el aire y se te mete en la boca y sólo se puede frenar tapándose con una mascarilla”, escribe en @FarmaciaEnfurecida. Empezó en esta red social, desde la que le leen 47.700 personas, pero en Instagram ya ha llegado a los 75.100 seguidores. En noviembre publicó Esta farmacia es una cruz, una novela gráfica con las historias más disparatadas que le ocurrieron en su trabajo. No descarta una segunda parte: la realidad supera la ficción.
En sus redes sociales ha criticado que los influencers den recomendaciones sanitarias. ¿Cómo se puede resolver este problema?
La única manera de pararlos es devaluar sus respuestas. Se lo toman a la ligera, hablan de los medicamentos que toman como si se trataran de gominolas. Son infracciones legales así que la única forma de pararles es con multas, pero ahora el Ministerio de Sanidad está ocupado con otras cosas más importantes.
Una de las recomendaciones que dieron era la de tomar té caliente para prevenir la Covid-19. ¿Cómo se paran estos bulos?
Cuando recibes una noticia falsa solo se pueden hacer tres cosas: borrarla, no compartirla y regañar al que la envía.
¿Qué productos se estén agotando en la farmacia que te haya sorprendido?
Sin duda las mascarillas. Me han llegado a pedir 76 durante el transcurso de tres horas. También complejos vitamínicos, ya que creen que previenen, pero solo son necesarios si se tiene carencia. Y paracetamol.
Para usted el paracetamol es el opio del pueblo. Ha dicho que hay personas que, cuando les quedan dos cajas en casa, ya se ponen nerviosas por si les falta.
Ahora es un producto de primera necesidad. Y más por ser parte del tratamiento contra la Covid-19. El otro día un cliente vino a comprar 20 cajas de paracetamol para toda su familia.
¿Qué hace en esos casos?
Trato de explicarles que no es algo que necesite, o les digo que necesitan la receta médica. Es una chispa que salta y hay que pararla: si tu vecino lo quiere tú también lo quieres.
Has comentado que los farmacéuticos actúan como “filtro” sanitario tratando patologías breves que ahorran infinidad de visitas al médico. ¿Las farmacias están actuando como urgencias?
Ahora más que nunca. Creo que la gente está empezando a comprender lo que es ir a urgencias por una urgencia, y no porque a alguien le duela un pie.
¿Qué pueden hacer los clientes para proteger la salud del farmacéutico?
Respetar las distancias de seguridad e ir solo para casos importantes. Estos días está viniendo gente a por pastillas juanola, caramelos ricola, a por tinte de pelo. Mientras, hay gente que lleva confinada 18 días y los hospitales están saturados de enfermos.
En varias ocasiones ha criticado que se exijan medicamentos sin tener receta, ¿cómo actúan durante la cuarentena?
En la Comunidad Autónoma en la que trabajo –Castilla y León– ahora es más sencillo, ya que han habilitado la cita en el centro de salud por teléfono, algo que llevábamos años pidiendo. A veces la gente se lleva paracetamol para dos meses, pero lo hacen para otra cosa: para no tener que salir de casa.